Los últimos cultivos en las tierras donde se construirá el Aeropuerto del Pacífico
Elmer, el líder comunitario tiene 75 días para abandonar la parcela agrícola y mudarse a la vivienda que le entregará el Estado.
Más de una libra de semillas de pipián y doce libras de maíz germinan en una tierra de cultivo que tiene sus días contados, luego de una década en la que su propietario, Elmer Martínez, se enorgulleció y agradeció sus cosechas de granos básicos, frutas y hortalizas; cuando comenzó a cultivar en ese terreno, tuvo que transformarlo de una tierra llena de montes a un lugar productivo; ocurrió al mismo tiempo en que se fundó, creció y dió frutos la colonia Flor de Mangle en La Unión Sur.
Elmer tiene 75 años de edad, las manos toscas que forjaron las duras faenas, el cabello y el bigote pintados de blanco por el tiempo, su mirada y su voz están impregnadas y rebosan de amor por esa tierra que está pronta a dejar para dar paso a la construcción del Aeropuerto Internacional del Pacífico, un proyecto insignia del gobierno.
Como no puede llevarse todos los árboles frutales que sembró, algo ha de llevarse para no comenzar de cero como cuando llegó a esos terrenos; por eso hace varios meses Elmer comenzó a preparar injertos de sus viejos frutales. Los mismos que vió desde semillas hasta dar sus primeras cosechas; y posiblemente también ha de ver la última. Ya tiene listos los injertos de mangos, aguacates, marañones… que llevará a su nueva parcela, aunque es más pequeña que la actual, pero estará cerca de la que será su nueva casa; un lugar donde también vivirá con sus tres perros aguacateros Coqueta, Chuña, y Kiko; sus fieles amigos que por años “han cuidado” los cultivos.

Para lograr que su terreno fuera fértil y para reducir el impacto del cambio climático, Elmer instaló un pequeños sistemas de regadío por goteo le ayudó a tener frutas de la temporada y granos básicos.
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Todas las bondades que le dió la tierra, le permitió la construcción de una vivienda de concreto, pagar los pequeños gastos para viajar hasta la frontera con México y Estados Unidos para dejar a sus hijos que emigraron ilegalmente, y ahorrarse el pago del “coyote” o contrabandista de personas.
Elmer es fundador y presidente de la Asociación Cooperativa Agrícola Flor de Mangle y el Gobierno le ha dado 75 días para abandonar el lugar, es el tiempo que tardarán para construirle la nueva casa que le darán en compensación, estará ubicada a menos de un kilómetro del cantón Condadillo, zona donde construyen el aeropuerto.
“Quiero sacarle provecho hasta el último día a la madre tierra que tanto me ha dado y que hoy, el Estado me está despojando por un proyecto”, lamenta el agricultor.

El líder comunal explica que abandonará sus tierras hasta que el Gobierno le haga entrega de los documentos de escritura de propiedad del nuevo inmueble, y las llaves de la vivienda que actualmente le están construyendo.
Tras décadas de compartir entre vecinos de la Flor de Mangle y de las zonas de los alrededores, hoy los vecinos están dispersos en otros distritos, a varios kilómetros del lugar, incluso, algunos aceptaron propiedades en San Salvador, porque no tenían otras opciones, más que resignarse a lo que el Estado le dio por sus propiedades.

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