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Jaime Ramirez Ortega

El poder sin límites

Esta historia es un recordatorio para los ciudadanos débiles y desprotegidos que están frente a los poderosos, que ante cualquier controversia con el poder público tienen que existir jueces independientes, para resolver conforme a derecho y dar la razón no al que tiene poder ni al que tiene la capacidad para contratar a los mejores abogados, sino al que le asiste la verdad y la justa razón. 

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Por Jaime Ramírez Ortega
Publicado el 20 de enero de 2025


Federico el Grande, rey de Prusia, tenía un palacio en el campo para pasar el verano, cuando el tiempo era agradable en aquella región. En su palacio se celebraban escandalosas fiestas. En los bosques vecinos se organizaban grandes cacerías y acudían muchos invitados de la alta sociedad: príncipes, nobles, artistas, músicos y hasta filósofos. Cerca de su palacio, un vecino tenía un molino y cuanto se levantaba un poco de viento, el ruido de las aspas molestaba al rey y a sus invitados, además de ello el molino afeaba las vistas de los paisajes desde el palacio.

Enojado por este estorbo en su residencia favorita, el rey Federico mandó preguntar al propietario el precio por el cual vendería su molino. Pero el propietario dijo que por ningún precio vendería su propiedad. Ante semejante respuesta, Federico en estado colérico y con todo el poder que poseía dio orden de que el molino fuera derribado, por lo que replicó el molinero: ¿El rey tiene derecho de hacer esta arbitrariedad? ¿Acaso no hay leyes y jueces independientes en Prusia?, por lo que procedió legalmente contra el monarca, obteniendo como resultado que el juez condenara a Federico a reconstruir el molino y a pagar además una gran suma de dinero como compensación por el acto arbitrario. 

 Federico se molestó; sin embargo, tuvo la humildad de reconocer el abuso de autoridad y declaró a sus cortesanos lo siguiente: "Estoy complacido de encontrar que existen en mi reino leyes justas y jueces rectos e independientes".

Algunos años después de este hecho el jefe de la honesta familia del molinero, que había heredado legalmente la posesión de este pequeño bien, se encontró en dificultades económicas con motivo de las pérdidas sufridas a consecuencia de la guerra, y escribió al rey de Prusia recordándole la negativa dada por sus ascendientes a Federico el Grande y preguntando si Su Majestad abrigaba el mismo deseo de adquirir la propiedad. 

 El rey escribió inmediatamente, con su propio puño, la siguiente respuesta: "Mi querido vecino: No puedo permitir que venda usted el molino; éste debe permanecer en su posesión tanto tiempo como exista algún miembro de su familia, porque pertenece a la historia de Prusia. Lamento que usted esté en malas circunstancias económicas, pero reciba de mi parte a título gratuito seis mil marcos para que arregle sus asuntos, esperando que esta suma sea suficiente para rehacer su negocio y considéreme siempre como su afectísimo vecino. Atentamente Federico Guillermo". 

De esta historia de la que circulan diversas versiones sobre el rey de Prusia, Federico el Grande, y el molinero de Sanssouci, ha sobrevivido hasta hoy una afirmación: "Hay jueces en Berlín", lo cual se ha vuelto un ícono de la independencia judicial en Occidente, que lo presenta como uno de sus mayores logros del Estado de Derecho.

De modo que la sujeción de los funcionarios públicos al imperio de la Constitución garantiza y hace efectiva al reconocer el control de su actuación por los tribunales de justicia, que deben aplicar la ley a todos por igual, sin preferencias, cuyo escenario evite la justicia selectiva. 

Esta historia es un recordatorio para los ciudadanos débiles y desprotegidos que están frente a los poderosos, que ante cualquier controversia con el poder público tienen que existir jueces independientes, para resolver conforme a derecho y dar la razón no al que tiene poder ni al que tiene la capacidad para contratar a los mejores abogados, sino al que le asiste la verdad y la justa razón. 

Quisiera decir la mismo de mi país; sin embargo, ahora el derecho sale torcido, como lo dice Habacuc 1:4: "Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia".

Digo lo anterior porque en el contexto del régimen de excepción han capturado a más de 70,000 personas, de las cuales dice el Gobierno que todos son pandilleros, desconociendo así "la presunción de inocencia" en la que dan por culpables a todos los detenidos sin que hayan sido oídos y vencidos en un justo juicio.

Lamentablemente no existe un equilibrio en el poder en el que se audite las decisiones de los funcionarios públicos, que envanecidos con el poder tienen aun en la cárcel a personas inocentes. 

@Jaime_RO74

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