Los piercings son una forma de expresión corporal que ha ganado popularidad en los últimos años, especialmente entre las mujeres. Ya no se trata solo de una tendencia adolescente; muchas mujeres adultas optan por colocarse piercings en zonas como ombligo, lengua, pezones o incluso genitales. Sin embargo, este tipo de perforaciones va más allá de la estética: requiere cuidados médicos específicos y una toma de decisiones informada.
Danilo Arévalo Sandoval, ginecólogo y director de actividades científicas de Colegio Médico de El Salvador, advierte sobre los riesgos particulares de los piercings en genitales.
Al tratarse de zonas con alta humedad y fricción constante, las probabilidades de inflamación o infección aumentan. Además, si no se colocan adecuadamente o no se les da mantenimiento adecuado, pueden afectar la sensibilidad sexual o incluso interferir durante el embarazo o la lactancia.
En el caso de los pezones, por ejemplo, una perforación puede alterar los conductos por donde fluye la leche materna y generar infecciones.
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“Como estos cicatrizan de forma inadecuada, hace que la leche también salga por los lados, no solo por el orificio central. También más relacionado con galactoseles (tumor benigno que obstruye el paso de leche) o también con infecciones porque el contacto con la boca del bebé que tiene bacteria. En general, la experiencia de la lactancia con piercings es malísima”, explicó el ginecólogo.
Por su parte, Marcelo Antonio Amaya-Araujo, dermatólogo y cirujano dermato-oncólogo recuerda que la piel reacciona de distintas formas ante estos procedimientos.
La recomendación es lavarse dos o tres días previamente con jabones que tengan clorexidina, ya sea entre el 2 al 4 por ciento, lavarse en la mañana, en la noche, dejar esa espuma abundante y luego limpiar.
“Puede ser con clorexidina, triclosan o cualquier jabón que tenga un antibiótico tópico de estas características. No recomendamos el jabón yodado, ya que muchas personas pueden hacer alergias en esta situación al componente del yodo. Eso aplica para lo que es ombligo y pezones y genitales”, explicó el dermatólogo.
Asimismo indicó que “en el área de la lengua lo que recomendamos es microdacin, que es un limpiador que puede eliminar tanto bacterias como hongos para hacerse un enjuago vocal y saber que previamente se puede aplicar en el día de la cirugía o que se vaya a realizar el piercing”.
Algunas personas pueden desarrollar alergias por contacto, señaló el especialista de la piel especialmente si tienen antecedentes alérgicos a metales como níquel, plata o ciertos tipos de acero.
Además, existen riesgos de desarrollar queloides. “Las personas de raza negra son más propensos a tener queloides. Sin embargo, nosotros que somos una piel mulata, mixta y mezclas de varias razas, realmente tenemos un menor riesgo, pero sí está presente en nuestra población”, detalló el dermatólogo.
Para prevenir un queloide el experto sugiere observar cómo se ha reaccionado a una inyección. “Si nos han puesto una inyección y se nos ha abultado en el lugar de punción o si hemos tenido una cirugía, por ejemplo la del apéndice, y esa cicatriz no ha cicatrizado bien, pues evitemos realizarnos piercing, ya que es muy probable que en el área de la oreja o en el área del ombligo se vaya a abultar la piel”, argumentó.
Asimismo especificó que aunque los queloides “pueden ser tratados con ciertas cremas y ciertas inyecciones en algunos casos más severos podría ser necesario el uso del láser o hasta extirpación quirúrgica”. Los especialistas coinciden en que no hay una edad “ideal” para hacerse un piercing, pero sí es indispensable elegir lugares certificados, usar materiales seguros (como el oro o acero quirúrgico) y mantener una higiene rigurosa antes y después de la perforación.
Piercings y la salud femenina
MITO 1: Los piercings íntimos mejoran siempre la vida sexual.
VERDAD: Pueden alterar la sensibilidad. En algunos casos mejoran el placer, pero en otros provocan dolor e inflamación.
MITO 2: Puedo usar el piercing durante todo el embarazo sin problemas.
VERDAD: Se recomienda retirarlos, especialmente en pezones y ombligo, para evitar complicaciones con la lactancia y el estiramiento de la piel.
MITO 3: Si me hago un piercing y se inflama, es normal y no hay que preocuparse.
VERDAD: Una inflamación persistente, enrojecimiento, dolor o pus pueden ser señales de infección y deben ser valoradas por un médico.
MITO 4: Los piercings no afectan exámenes ginecológicos.
VERDAD: No interfieren directamente con pruebas como el Papanicolau o la ecografía vaginal, aunque pueden causar leves molestias.
MITO 5: Cualquier tipo de joyería es segura para piercings.
VERDAD: Los materiales no adecuados pueden provocar alergias. Lo más seguro es usar oro o acero quirúrgico.
MITO 6: No importa dónde me haga el piercing mientras me guste el lugar.
VERDAD: Debe hacerse en centros certificados, con higiene y materiales estériles, para evitar infecciones o cicatrización anormal.
MITO 7: Los piercings en zonas delicadas como lengua o genitales son igual de seguros que en orejas.
VERDAD: Estas zonas son más propensas a infecciones y requieren cuidados más estrictos y supervisión médica.