La historia de la familia Guirola en Santa Tecla, secretos y personajes detrás del enigmático apellido
La Mansión Guirola será transformada en un restaurante destino, pero su historia va mucho más allá de sus paredes. Te contamos los personajes y secretos que definieron a esta influyente familia.
Por
Leidy Puente
Publicado el 04 de diciembre de 2025
La restauración de la Mansión Guirola reaviva el interés por una familia que marcó la historia de Santa Tecla. Su linaje nació con Rafael María Guirola y creció con el auge del café, impulsando el desarrollo urbano y económico de Nueva San Salvador. Ángel Guirola destacó en política y negocios, consolidando su poder. La mansión, construida entre 1920 y 1925, mezcló diseño internacional y adaptación local, generando mitos por sus pasajes y compartimentos. Tras sobrevivir al terremoto de 2001, la residencia vuelve a cobrar vida como restaurante destino. Conocer a los Guirola es entender el pasado tecleño.
El reciente anuncio sobre la restauración de la Mansión Guirola de Las Colinas volvió a despertar el interés por la familia que habitó en Santa Tecla. Y no es para menos: detrás de esta residencia —hoy convertida en tendencia— hay una historia que mezcla poder económico, influencia política, decisiones que marcaron el rumbo de una ciudad y numerosos mitos transmitidos de generación en generación.
Los Guirola fueron protagonistas del auge cafetalero, impulsores del desarrollo urbano de Nueva San Salvador y, sin proponérselo, artífices de algunas de las leyendas más persistentes del imaginario tecleño. Conocerlos es entender la historia local.
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Rafael María Guirola y el nacimiento del linaje
La historia de esta influyente familia comienza a inicios del siglo XIX, cuando un hombre de porte europeo y modales refinados apareció en Zacatecoluca, Rafael María Guirola, originario de Santander, España. Su llegada generó curiosidad en la época, pues se trataba de uno de los tantos inversionistas que buscaban oportunidades en Centroamérica.
Rafael se casó con la salvadoreña Gertrudis de la Cotera y Gonzáles, con quien formó el linaje que más tarde transformaría Santa Tecla. Sus primeras inversiones probablemente estuvieron ligadas al añil, pero su fortuna se consolidó cuando la familia apostó por el cultivo del café, que se convertiría en el principal motor económico del país.
Con visión y capacidad económica, los Guirola acumularon tierras, desarrollaron infraestructura y se posicionaron como una de las familias más adineradas de la época.
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Santa Tecla
La relación de los Guirola con Santa Tecla es profunda e histórica. Tras el devastador terremoto de 1854 en San Salvador, el gobierno trasladó temporalmente la capital a la Hacienda Santa Tecla, propiedad de la familia.
Con el paso del tiempo, la zona se convirtió en la ciudad de Nueva San Salvador, hoy Santa Tecla, construida en gran parte sobre tierras donadas por los Guirola, según documentos históricos.
Para finales del siglo XIX, su influencia territorial era enorme, sus propiedades se extendían desde la zona actual de Lourdes, Colón, hasta Antiguo Cuscatlán.

Además de fincas, edificaron residencias que aún forman parte del paisaje urbano tecleño, como la Casa de las Águilas y la Mansión Guirola de Las Colinas, la misma que hoy se encuentra en proceso de transformación para convertirse en restaurante.
Gracias a su posición económica y social, los Guirola se convirtieron en referentes de la élite salvadoreña, una imagen que con el tiempo alimentaría tanto el respeto como el misterio alrededor de su apellido.
Ángel Guirola
Si hay un nombre que resume el poder y la influencia de la familia es Ángel Guirola de la Cotera (1826–1910). Hijo de Rafael María y Gertrudis, destacó por su visión para los negocios y su protagonismo en la política nacional.
A lo largo de su vida ocupó varios cargos públicos: alcalde de San Vicente, diputado y vicepresidente de la Asamblea Constituyente, presidente de la República por sustitución en 1884, fundador del Banco Internacional, el primero con capital nacional, accionista del Banco Central de Reserva e inversionista en ferrocarril, aduanas, puertos, algodón y café.

Su actividad comercial también era amplia. En un anuncio publicado en 1879 en el Diario Oficial, ofrecía desde géneros franceses e ingleses, vidrios de colores y vinos europeos, hasta armas y ganado. Esto revelaba no solo riqueza, sino conexiones directas con proveedores internacionales.
Ángel se casó con la estadounidense Cordelia Duke Alexander, con quien tuvo siete hijos formados bajo una educación cosmopolita en arte, idiomas y administración.

La Mansión Guirola de Las Colinas
Construida entre 1920 y 1925, la Mansión Guirola de Las Colinas representa la madurez arquitectónica del linaje. Su estilo neoclásico–sureño se reconoce por sus columnas dóricas, pórtico frontal y espacios amplios, sobrios y elegantes. Por décadas fue una de las residencias más imponentes de la zona, hasta su venta en 2004 y posterior abandono.
Pero detrás de esa fachada elegante hay mucho más, un proceso de diseño documentado, un sistema estructural particular y hasta compartimentos que alimentaron su fama de misteriosa.

Documentos inéditos revelan que el diseño original de la casa estuvo a cargo del arquitecto estadounidense Frank E. Wehrtle. Sin embargo, al regresar a El Salvador y notar diferencias entre los planos y las técnicas constructivas del país, Eduardo Guirola Duke —hijo de Ángel y propietario de la casa— contrató a la firma Noltenius Choussy G. para adaptar el proyecto a las normas locales.
El rediseño fue entregado el 25 de marzo de 1952, y desde entonces comenzó la construcción de la residencia bajo la supervisión del arquitecto Salvador Choussy G. La mansión fue conocida inicialmente como Casa Amantla, por el nombre de la finca donde se erigió.
Los planos originales, compuestos por 32 pliegos de papel vegetal, detallan elementos que hoy forman parte del imaginario popular: una escalera de caracol metálica que conectaba la cocina con la habitación principal. Un pasillo oculto entre la biblioteca y el salón de visitas, con acceso desde la cochera. Una posible estructura de sótano en la parte trasera.
Si bien estas características eran funcionales para la época, en la memoria colectiva fueron interpretadas como “túneles secretos” y “pasajes ocultos”, lo que alimentó aún más los mitos familiares.

El terremoto de 2001 y el resurgir de las leyendas
El 13 de enero de 2001, un terremoto de 7.6 grados provocó un deslave que arrasó con cientos de casas en Las Colinas. La Mansión Guirola, sin embargo, permaneció en pie, bordeada por toneladas de tierra pero sin colapsar. Este hecho reforzó las historias que rodeaban el apellido: desde supuestas protecciones sobrenaturales hasta relatos sobre pactos ocultos.
Históricamente, los Guirola eran una familia profundamente católica y supersticiosa, con hogares llenos de imágenes religiosas, incienso y agua bendita. Ese ambiente, sumado a su estilo de vida reservado, probablemente contribuyó a que los mitos sobrevivieran hasta hoy.

El poder de la familia comenzó a desvanecerse con la caída del precio del café y crisis internacionales como la Gran Depresión de 1929, que golpeó sus negocios. Con el tiempo, muchas de sus propiedades cambiaron de dueños y la influencia del clan se redujo.
Pero el legado permanece en la historia de Santa Tecla, en el desarrollo económico del país y ahora en el renacer de la Mansión Guirola, que abre un nuevo capítulo como restaurante destino.
La familia Guirola, entre hechos y leyendas, continúa siendo uno de los capítulos más fascinantes de la historia salvadoreña.
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