Camila Carpio: “El éxito de una persona debe ser integral”

Desde pequeña, esta joven salvadoreña sabía que quería ser doctora, pero el camino no fue nada sencillo. Conoce la historia de esta médico que apostó por dar lo mejor para triunfar en su carrera.

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Camila Carpio fue una aplicada estudiante de medicina. / Foto Por EDH-Francisco Rubio

Por Mireya Amaya

2020-11-06 5:00:58

Ser médico es una de las profesiones más nobles y sacrificadas que existen, pero cuando hay convicción de que ese es el camino que se quiere seguir, no hay obstáculos que se interpongan para conseguir ese objetivo.

Ese fue el caso de Camila Carpio, una entusiasta joven recién graduada de esa carrera, para quien no fue difícil descubrir que lo suyo era el campo de la salud, ya que la idea de ser doctora es pura inspiración de sus papás. “Ambos son médicos, han trabajado siempre en equipo, y como yo soy la hermana mayor los he visto crecer desde que comenzaron trabajando juntos, ellos solitos esterilizando sus instrumentos hasta hoy”, relata orgullosa.

Según cuenta, al ser la primera hija no había quien la cuidara, y por lo mismo, buena parte de su infancia transcurrió en la clínica de sus padres. Allí hacía sus tareas, pero también comenzó a relacionarse con la profesión: revisaba libros aun sin saber qué era lo que veía, le perdió el miedo a ciertas imágenes y aprendió a hacer trabajos de enfermería, como armar torundas. Además jugaba de hacer recetas y tenía su traje de médico.

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“Desde que estaba en el colegio nunca pensé en otra cosa, siempre fue: quiero ser doctora”, afirma Camila, y confiesa que si bien muchas personas le sugirieron que no se metiera en eso, sus padres de ninguna manera intentaron influir en ella y siempre le dieron su apoyo.

Fue así que terminado su bachillerato, en 2011, no perdió el tiempo y el siguiente año inició sus estudios de Medicina. Asegura que gracias a su disciplina el cambio del colegio a la universidad no representó para ella mayor dificultad.

Sacrificio y satisfacciones
De acuerdo con la doctora Carpio, esos ocho años de formación fueron lo que en verdad ella esperaba de la carrera: mucho desvelo, los turnos y los primeros seis años de mucho estudio. “El séptimo año, que es el internado uno dice ¿de dónde voy a sacar fuerzas? Porque hay turnos cada tres días, a veces en verdad no tenía tiempo para comer todo el día, uno levanta los pacientes y no sabe ni cómo si no tiene fuerzas… Pero se va saliendo”, cuenta entusiasmada.

Sin duda la profesión es sacrificada, de hecho cuenta que algunas veces, ya como médico residente, tenía que levantarse a las tres de la mañana, llegaba al hospital a las 3:30 a.m., comenzaba a examinar a los pacientes y a tener todo listo. “En eso de ver a todos los pacientes podía incluso salir pasadas las 9 de la noche, para el siguiente día estar lista de nuevo en la madrugada”, cuenta satisfecha.

Sobre el convertirse en médico, Camila sostiene que el éxito de una persona debe ser integral, y eso significa balancear vida social, espiritual y académica. “Eso no significa que por ir a una fiesta he dejado de estudiar, no. Me he perdido cantidad de eventos familiares porque uno en verdad quiere estudiar y salir bien”, sostiene convencida.

La médico instó a los jóvenes a nunca rendirse. Foto EDH / Francisco Rubio

Y ese balance, de hecho, fue clave en su vida personal, ya que está felizmente comprometida y preparando su boda para finales de diciembre. “Estoy súper feliz. Mi prometido ha sido un gran apoyo, a veces yo estaba posturno y me quedaba dormida en la cena familiar, y él entendía. Creo que el apoyo y ganas de que yo me supere es muy importante”, afirma Camila.

Los sacrificios que un estudiante de medicina debe hacer para salir bien son el tiempo y las comodidades. Según la experiencia de Camila hay que olvidarse de las series, las novelas y de dormir demasiado tiempo. “El tiempo de sueño y de vida social se debe tratar de mantener, pero es inevitable sacrificarlos porque uno no debe dejar de lado la meta, yo prefiero una noche menos de fiesta a una buena nota en un parcial”, explica.

Pero está segura de que al final siempre vale la pena el sacrificio. A quienes comienzan esta carrera, los anima a que “nunca se den por vencidos, al final la educación es lo único que los va sacar adelante a ustedes, a su familia y al país. El Salvador necesita gente con valores, con principios, y los salvadoreños somos súper capaces, solo nos la tenemos que creer y estar dispuestos a sacrificarnos”.