En Italia operan empresas chinas pero con personal chino, no local

El triste ejemplo de lo que no se debe hacer es la destrucción a mansalva, sin miramientos, de buenas obras, para montar una biblioteca y un estadio que no se necesitan, que sólo van a meterse a golpes para formar más cortinas de humo con que el régimen pretende tapar lo revelado por las listas Engels y del Tesoro sobre la corrupción y pactos de funcionarios y allegados.

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Foto: Ruz

Por El Diario de Hoy

2022-01-09 7:32:22

Prato, una ciudad toscana que cuenta con una hermosa catedral con frescos de Filipo Lippi, el mentor de Rafael Sanzio, es la ciudad de los tejidos, de preciosas telas elaboradas con lana, seda, exóticas fibras...
Hace pocos años los propietarios de esas empresas, italianos, comenzaron a vender sus fábricas a inversores chinos, los que de inmediato trajeron obreros y personal de China para operarlas, desplazando al personal italiano, aunque desconocemos si ellos fueron indemnizados o, como en nuestro suelo, echados a la calle sin pagarles un centavo o sin respetarle sus derechos laborales, lo que ha sucedido al personal salvadoreño que toma parte en la destrucción de la Biblioteca Nacional, el “aporte” del régimen de Bukele al finalizar el año 2021.

Destruir la institucionalidad democrática, el Orden de Derecho, la convivencia pacífica, vidas humanas, buscando su beneficio, es lo que caracteriza el paso de Bukele por el poder, siendo un claro ejemplo la remoción de la Jueza Sexta de Sentencia que se negó, basándose en la ley de la República, a darle curso a una infundada demanda de una diputada oficialista contra una investigadora social reconocida.

Ni la dicha diputada ni los diputados afines al régimen quisieron comentar lo sucedido cuando los periodistas les interrogaron sobre la desmedida e injusta sanción a la jueza, tal vez porque, sin confesarlo, sintieron vergüenza, una vergüenza que no iban a revelar para que no les cayera un rayo desde la excelsa morada del supremo Dios...

Como en Prato, los negociantes chinos que operan las maquilas no tienen interés en beneficiar al país donde se han sentado sus reales, esforzarse por recoger algo de la esplendorosa cultura, de la maravilla que es Italia, Europa, del arte y la gracia que caracteriza su civilización.

El sabio viajero es aquel que enriquece lo suyo con la excelencia, lo refinado de otras gentes y naciones.

El triste ejemplo de lo que no se debe hacer es la destrucción a mansalva, sin miramientos, de buenas obras, para montar una biblioteca y un estadio que no se necesitan, que únicamente van a meterse a golpes para formar más cortinas de humo con que el régimen pretende tapar lo revelado por las listas Engels y del Departamento del Tesoro sobre la corrupción y pactos de funcionarios y allegados.

Vale más lo que están destruyendo que lo que van a construir

Para construir “la nuevo biblioteca” en un país donde menos y menos estudiantes acuden por el riesgo de ser víctimas de las bandas criminales con las que el régimen ha pactado, se está destruyendo mucha de la zona afectada, al punto que se ha entorpecido y cortado la circulación, se ha diezmado el comercio, el desarrollo en el eje tradicional de las avenidas España y Cuscatlán, en el propio corazón de la capital.
¡Vale mucho más lo que está siendo demolido que lo que va a construirse!

En cuanto al nuevo estadio —un circo para embobar a las masas como en la antigua Roma pero donde no vale lo de “pan y circo” ya que cada vez hay menos pan a causa de las políticas del régimen— se destruirá la actual Escuela Militar para erigir el escenario deportivo, poniendo de cabeza la zona de Merliot, la Avenida Jerusalén y los centros comerciales y obligando a un gasto millonario adicional para construir una nueva academia castrense.

Como señaló nuestro columnista Oscar Picardo Joao, un muy destacado profesional en temas educativos, se pretende hacer un gran estadio para que equipos sin particulares brillos compitan y los espectadores corran el riesgo de contagiarse con el covid, considerando que hay un millón de no vacunados en el país.
¡Vale mucho más lo que será demolido!