Santa Ana 21oC   78% H San Salvador 21oC   78% H San Miguel 21oC   78% H Surf City 21oC   78% H
  mapa
EDH

Firpo campeón Shakira en El Salvador Calendario Mundial 2026 Temporada de Navidad Conciertos en El Salvador Festivales Turismo en El Salvador Noticias

Banner versión desktop Banner versión móvil
   CONTENIDO DE ARCHIVO: ¡Estás navegando en el pasado! 🚀 Da el salto a la nueva versión de elsalvador.com. Te invitamos a visitar el nuevo portal país donde coincidimos todos.
Jaime Ramirez Ortega

Oclocracia: ¿Un sistema diabólico?

La oclocracia se caracteriza por decisiones basadas en la desinformación, frecuentemente guiadas por la pasión en lugar de la razón. Esto puede llevar a fenómenos como el populismo, en que los líderes políticos aprovechan el descontento popular, ofreciendo soluciones simplistas a problemas complejos. Las decisiones tomadas en un entorno oclocrático pueden ser volátiles y a menudo pasan por alto las necesidades de las minorías y el bienestar de la sociedad en su conjunto. 

Avatar del autor

Por Jaime Ramírez Ortega
Publicado el 02 de mayo de 2025


En la actualidad, muchos países democráticos se enfrentan a un fenómeno político creciente conocido como oclocracia, un término que se refiere al gobierno de la muchedumbre, donde las decisiones son dominadas por la impulsividad y las emociones de una masa, a menudo sin un base racional. 

Este fenómeno genera un análisis profundo sobre su naturaleza y, al mismo tiempo, conduce a cuestionar su moralidad y su alineación con principios bíblicos. ¿Podemos considerar la oclocracia un sistema diabólico? En este artículo, exploraremos este concepto y su relación con fundamentos bíblicos.

La oclocracia se caracteriza por decisiones basadas en la desinformación, frecuentemente guiadas por la pasión en lugar de la razón. Esto puede llevar a fenómenos como el populismo, en que los líderes políticos aprovechan el descontento popular, ofreciendo soluciones simplistas a problemas complejos. Las decisiones tomadas en un entorno oclocrático pueden ser volátiles y a menudo pasan por alto las necesidades de las minorías y el bienestar de la sociedad en su conjunto. 

El creciente descontento social, fomentado por factores como la desigualdad económica y la falta de oportunidades, ha permitido que políticos inescrupulosos prosperen usando la desinformación como una herramienta de encantamiento.

Sin embargo, la pregunta crucial es si este sistema, que parece despojar a la razón y a la moralidad del proceso político, puede considerarse diabólico. 

Desde una perspectiva bíblica, existen fundamentos que nos llevan a cuestionar la oclocracia.

El entendimiento de lo diabólico, en el contexto bíblico, se traduce en todo aquello que se aparta de la voluntad de Dios y que socava el orden moral establecido y que conduce al ser humano a poner a un político con encima de Dios. 

La Biblia subraya la importancia de la sabiduría y el entendimiento en la toma de decisiones. Proverbios 4:7 dice: "Sabiduría, ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia".

Los principios oclocráticos tienden a ignorar esta búsqueda de sabiduría, optando en cambio por decisiones tomadas bajo impulso, que no consideran las bases racionales y el conocimiento necesario para un gobierno justo. 

En muchas ocasiones, la multitud puede tomar decisiones que ignoren las necesidades de la minoría. En Miqueas 6:8 se nos recuerda: “Oh,  hombre, él te ha declarado lo que es bueno; y qué pide Jehová de ti sino hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”.

Esta práctica de justicia y compasión hacia los demás, especialmente hacia aquellos que son más vulnerables, como el caso de los miles de salvadoreños que han sido detenidos de forma injusta y a quienes no se les brinda la oportunidad de defenderse, ni son escuchados. Es así como  la oclocracia favorece la tiranía de la mayoría y poner en peligro el principio de la justicia. 

En Jeremías 17:9 se nos advierte que “engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Este versículo nos recuerda que la naturaleza humana puede ser impulsiva y susceptible a las emociones y manipulable. 

De modo que la oclocracia, al depender drásticamente de un sentimiento colectivo, puede facilitar a los políticos decisiones que son moralmente cuestionables y contrarias a la voluntad de Dios. 

La Escritura también enfatiza la importancia del liderazgo y del consejo sabio. Proverbios 11:14 dice: “Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; más en la multitud de consejeros hay seguridad”.

La oclocracia tiende a desestimar la experiencia y la sabiduría de la pluralidad de ideas en el liderazgo, lo que puede conducir a decisiones perjudiciales y a un desmantelamiento de la democracia. 

La falta de liderazgo sabio, aunada a una oposición torpe y retrograda, puede facilitar la entrada a un sistema caótico que no representa los intereses de toda una nación. 

Al considerar toda la perspectiva bíblica podemos comenzar a entender que la oclocracia puede ser considerada como un sistema que, en última instancia, se distancia de la voluntad de Dios y se venera la voz de la multitud y su caudillo, por encima de la verdad y la justicia, lo que puede llevar a un camino de destrucción en lugar de paz y armonía.

En este sentido, la oclocracia se aproxima a lo que podría ser descrito como diabólico. Es decir, un sistema que arrastra a la sociedad hacia un abismo irracional, de odio al prójimo y de una práctica sistemática de injusticias. 

Aunque el término “diabólico” puede parecer extremo, su uso permite llamar la atención sobre las consecuencias potencialmente devastadoras de un sistema que recompensa la pasión sin fundamento y frena la razón y la justicia.

La oclocracia pone en riesgo la estabilidad y el bienestar de una sociedad, desviándose de los principios bíblicos que exaltan la sabiduría, la justicia y el amor al prójimo.

Para contrarrestar sus efectos, es necesario cultivar un entorno en el que prevalezcan el diálogo respetuoso, la educación cívica y, sobre todo, el liderazgo sabio y justo. En última instancia, construir sociedades que reflejen principios de justicia, amor y la compasión frente a los que sufren, como los detenidos de forma injusta, lo cual es fundamental para evitar que el caos de la multitud devore el bien supremo de la convivencia pacífica. Todo lo anterior nos permitirá vislumbrar un futuro más esperanzador y alineado con los principios de nuestro Glorioso Señor Jesucristo.

Abogado y teólogo.

💡
¿Qué deseas ver ahora?