Una vía cantada

Lo que ya está escrito en la pared es que los que se eduquen adecuadamente verán sus ingresos aumentar, mientras que los que no lo hagan y sigan con la poca o mala educación que ahora tienen, los verán disminuir

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Por Manuel Hinds

2019-05-16 5:51:00

La agencia Reuters informó recientemente que un camión eléctrico sin conductor fabricado por la empresa sueca Einride ha comenzado a hacer entregas de mercadería para la empresa de transporte DB Schenker en una carretera pública en Suecia. Los fabricantes y su cliente estiman que el hecho de que el camión de 26 toneladas, llamado TPod, no tenga chofer ni cabina para él reduce los costos de operación en las entregas en alrededor de 60 por ciento con respecto a un camión diesel de la misma capacidad.

Un operador, ubicado a kilómetros de distancia, supervisa la operación de 10 vehículos al mismo tiempo. Varias empresas suecas y alemanas han ordenado ya 200 vehículos de este tipo. Einride planea expandirse a Estados Unidos en el futuro próximo y aumentar las capacidades de sus vehículos.

Esto parece un comienzo muy modesto para una nueva operación comercial. Pero las cosas se mueven rapidísimo en nuestros tiempos. Hay muchas otras empresas que están invirtiendo en camiones eléctricos sin conductores y otros medios de transporte sin conductores como los drones de Amazon, que próximamente van a entregar paquetes por aire. En Australia, los drones ya han hecho más de 3,000 entregas en 18 meses. En Ghana hay 30 drones que entregan suministros médicos a 2,000 centros de salud. Los drones para entregas no sólo son más rápidos, baratos y eficientes sino también tienen una huella de carbono menor que sus alternativas.

Estas y muchas otras tecnologías prometen un mundo más eficiente y más limpio en el largo plazo. Sin embargo, como pasó con la Revolución Industrial, en el mediano plazo causarán graves problemas de adaptación porque su introducción causará la obsolescencia de mucho capital humano y físico. Esto no pasará en uno o dos días, pero con el tiempo ya no habrá demanda por los camiones con conductores, ni para los conductores mismos —igual como pasó con los carruajes de caballos cuando entraron los carros y camiones motorizados—. En Estados Unidos solamente este proceso dejará sin empleo a 3.5 millones de choferes. Igual pasará proporcionalmente en El Salvador y otros países subdesarrollados. Pero los robots no van a sustituir solo a los choferes. También sustituirán a muchos obreros que realizan labores repetitivas, tales como las costureras, e incluso a muchos trabajos de cuello blanco, como los analistas de rayos X.

Pero la revolución tecnológica no está eliminando todos los trabajos. En realidad hay una categoría de trabajos que ha aumentado en número y en salarios desde hace décadas, aun durante la Gran Recesión y su recuperación. Esta categoría comprende personas que tienen una educación sofisticada que les permite aprender continuamente para realizar actividades creativas, con un pensamiento crítico que les dé solidez en sus acciones y con capacidad de coordinarse con otros en el proceso creativo.

De esta forma, lo que ya está escrito en la pared es que los que se eduquen adecuadamente verán sus ingresos aumentar, mientras que los que no lo hagan y sigan con la poca o mala educación que ahora tienen, los verán disminuir. Esto es una vía cantada, algo que ya está anunciado que va a pasar y por qué camino. Por eso, los que se preocupan por la distribución de los ingresos, y por la pobreza —que debemos ser todos—, no deben esperar a que esto pase para entonces protestar por lo que ha pasado sino deben comenzar a actuar para que nuestra población reciba esta educación adecuada, en todos los niveles. Deben actuar ya y con fuerza porque en términos históricos ya estamos en una emergencia. Educar a una generación y a los maestros que la eduquen requiere más de 20 años y el impacto de la nuevas tecnologías en el trabajo ya se está dando y se dará aceleradamente durante esos años.

La falta de atención a este problema cuando todos los países desarrollados lo tienen como uno de altísima prioridad es un síntoma de la poca sofisticación que tenemos como país. En nuestro tiempo, la falta de sofisticación se pagará con creciente desigualdad y pobreza, y con los conflictos que esto generará cuando los que no entienden piensen que éstas son el resultado de que alguien está explotando al pueblo.

Y volveremos a matarnos, en vez de educarnos.

Máster en Economía Northwestern University