Una pasión difícil de explicar

Países como el nuestro, atormentados por la crisis económica, el desempleo, la delincuencia y la violencia, cuando todos se visten de azul, pareciera que es un regalo del cielo, que nos trae esperanza, ilusión y alegría, porque a pesar de que después de escuchar el silbatazo final todo seguirá igual, esos minutos de fútbol te regalaron algo nuevo y especial.

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Sergio Peñate al momento de inscribirse en el proceso interno como candidato a la Secretaría General del partido FMLN. Foto EDH / Cortesía

Por Jonathan Navarro

2019-05-25 6:47:13

Para millones de personas, hay un pequeño instante en sus vidas que hace olvidar todo lo que existe, como si en noventa minutos el mundo fuera plano y rectangular y el sol esférico y caprichoso, el centro de todo el universo. Porque con deudas, enfermedades, dificultades y contratiempos, durante noventa minutos el fútbol aparta todo eso de tu mente y te envuelve en su pasión incontrolable.

Esa pasión difícil de explicar es capaz de mover al mundo, así como de paralizarlo; vuelve a un amigo, tu hermano, y a un hermano, tu mejor amigo; te lleva a expresarte a niveles sublimes, porque solo quien ha gritado un gol sabe qué es un abrazo sincero y sin complejos, como los que dabas cuando eras un niño.
Quien ha vivido el fútbol sabe qué es llorar de tristeza como de alegría, porque el fútbol es tan generoso que brinda más de un sentimiento, como de oportunidades, porque siempre hay un mañana, una segunda oportunidad, porque mientras algo acaba, algo está por empezar.

Esos locos incomprendidos que han sentido en sus pies un balón, que han dado un pase o marcado un gol, saben que ya sea jugando en la cancha de tu barrio o en el mejor estadio del mundo, en ese universo rectangular no existen clases sociales, profesiones, o méritos; solo existe el respeto por tu rival y por tus compañeros.

Y países como el nuestro, atormentados por la crisis económica, el desempleo, la delincuencia y la violencia, cuando todos se visten de azul, pareciera que es un regalo del cielo, que nos trae esperanza, ilusión y alegría, porque a pesar de que después de escuchar el silbatazo final todo seguirá igual, esos minutos de fútbol te regalaron algo nuevo y especial.

Y lo más especial que tiene el fútbol es que, pese a que haya quienes que les gusta verlo en poesía y otros en epopeya, los primeros convirtiéndose en más que un club, y los segundos en algo muy parecido a un sentimiento, sin importar tus gustos, colores o preferencias, una vez rueda el balón, esa pasión que es difícil de explicar, es la misma para todos, porque como compañeros o rivales, el fútbol es unión.

Pero el fútbol, como todo en la vida, tiene ese lado gris, esa parte que es manipulada por los mezquinos y ambiciosos, que en ocasiones empañan lo especial que tiene ese deporte. Ojalá entendieran que no es un simple deporte, que desde una cancha y con un balón, se pueden formar niños y jóvenes capaces de creer en otros, con espíritu de entrega y compañerismo, luchadores y ambiciosos, mejores personas vestidos de corto o de falda y pantalón.

Y es cierto que ya tenemos suficientes problemas con la salud, la seguridad, el servicio de agua potable o la corrupción, pero no debemos dejar de lado la educación, no una educación básica, sino una educación integral, y una educación integral implica una formación académica y deportiva, pues esa educación es la que formará mejores personas, con valores impregnados en su esencia, hombres y mujeres capaces de hacer mejor a El Salvador.

El fútbol no es solo un deporte, como tampoco el deporte es solo recreación. Y aunque haya muchas necesidades por cubrir, no permitamos que eso sea el humo que oculte el abuso y la corrupción en la administración del deporte, y exijamos de quien nos dirige integridad en sus acciones, pues no fueron electos para dirigir tres o cuatro ministerios, sino para gobernar y sacar adelante a todo en nuestro país.

AbogadoInstagram: jnavarro_abogado