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Grandes economistas: David Ricardo

¿Es el proteccionismo estadounidense necesario para enfrentarse a la competencia desleal de China que lleva subsidiando sus industrias desde hace décadas para inundar el comercio mundial? ¿Deberíamos seguir apostando por el libre comercio y la optimización de costos pese a que eso pueda exponer la seguridad de tu estado como le pasó a Alemania por basar su modelo en el gas ruso barato? ¿Esta ola de proteccionismo es una amenaza política contra la democracia?

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Por Rommel Campos
Publicado el 07 de mayo de 2025


David Ricardo (1772 – 1823), economista y parlamentario inglés, es uno de los economistas más influyentes en la historia. Sin duda no es de los más famosos, pero su legado resuena hoy con fuerza en un mundo construido, en parte, a la imagen de su pensamiento y sus consecuencias.

Siendo hijo de un empresario, desde niño estuvo inmerso en los entresijos del comercio, así como del pensamiento económico. La ya establecida supremacía del pensamiento clásico gracias a la obra de Adam Smith rondaba en toda Europa y los recién fundados Estados Unidos de América.

Como siempre, es importante entender el contexto. Para inicios del siglo XIX el mundo europeo se encontraba convulsionado. La revolución industrial no era ya una novedad, era la realidad misma, la transición al capitalismo había acabado. Y mientras una nueva y rica burguesía empezaba a tomar cada vez más poder, los viejos aristócratas estaban en pánico ante la revolución francesa, la mayor expresión de la burguesía y la ilustración. Estos últimos habían tomado a su rey y lo habían decapitado.

Un par de años después se encontraban en ofensiva contra el resto de Europa para exportar su revolución a manos de un tal Napoleón Bonaparte que se encontraba en plena escalada hacia el poder absoluto. Es normal por tanto decir que el mundo estaba en crisis, y lo estaría más. Sin embargo, las crisis traen la posibilidad de replantear las cosas, y el comercio era una de ellas.

Así, un maduro David Ricardo retomó la obra de su inspirador (Smith) y la expandió a diversos horizontes, siendo referente de todos ellos hasta el día de hoy. Veamos sus aportes.

Primero. Llevó más allá la teoría económica. Expandió la teoría del valor – trabajo de Smith con sus propiedades y el concepto de escasez, estableció los rendimientos decrecientes, cuna del pensamiento marginalista, y así un larguísimo etcétera. Sin embargo, hubo algo que llamó demasiado su atención, la eficiencia.

Ricardo consideraba que el valor de las cosas, creado en el proceso de producción, debía suceder en condiciones tecnológicas promedio, para estipular un valor socialmente aceptado. Oséase, que el valor de un bien no solo depende de cuánto trabajo se imprima para crearlo, sino también de si este es comparable al trabajo que en promedio e igualdad de condiciones imprime el resto de la sociedad (si es competitivo) y así llegar a precios coherentes.

De forma simple, si tú para crear una camisa necesitaste 40 horas, cuando otros 9 vecinos necesitaron en promedio solo 6, eso no significa que tu camisa valga más. El trabajo por definición debe ser lo más eficiente posible para estar acorde al valor a crear. Esto en específico sería la raíz teórica de la teoría del valor de Marx, y por tanto una de las piedras angulares de una visión del sistema capitalista que cambiaría el mundo. Su importancia a posterior es máxima y vertebral de la historia contemporánea.

Este último hallazgo encarriló el trabajo de Ricardo a la esfera del comercio, de la que ya no se despegaría jamás. Su fijación con la eficiencia en la producción para optimizar costos y obtener ventaja sobre competidores (a nivel de países) lo llevó a desarrollar la “ventaja comparativa” donde cada país debía especializarse en aquello que se le da bien producir y llegar a tal refinamiento en sus economías de escala, que ningún otro competidor (por grande que fuera) pudiera igualarlos y así democratizar incluso en estados pequeños la prosperidad del comercio. Esto también son los primeros acercamientos a lo que hoy conocemos como economía internacional.

Cierro mencionando que hoy más que nunca, momentos en los que el proteccionismo (que nunca viene solo sino acompañado de nacionalismo) está ganando terreno en la esfera internacional, empezando por los mismos Estados Unidos, el legado de la apertura y libertad económica que dejó Ricardo está más vivo que nunca planteando nuevas preguntas.

¿Es el proteccionismo estadounidense necesario para enfrentarse a la competencia desleal de China que lleva subsidiando sus industrias desde hace décadas para inundar el comercio mundial? ¿Deberíamos seguir apostando por el libre comercio y la optimización de costos pese a que eso pueda exponer la seguridad de tu estado como le pasó a Alemania por basar su modelo en el gas ruso barato? ¿Esta ola de proteccionismo es una amenaza política contra la democracia? Muy interesantes preguntas que no pueden pretenderse responder sin dar una zambullida en el océano ricardiano y lo que este provocó.

Analista de temas internacionales.

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