Ordene, Presidente

se debe haber avanzado significativamente en identificar las zonas en las que se requiere mayor apoyo gubernamental para solventar y, de ser posible, evitar las crisis. Este año se entiende: recién se asumía el control del Ejecutivo

descripción de la imagen
Milton Molina de Isidro Metapán, se barre ante la llegada de Nicolás Muñoz de CD El Vencedor en partido de la fecha 14 del Apertura 2019 en el Estadio Sergio Torres Rivera de Usulután. Foto EDH / Jorge Reyes

Por Jorge Alejandro Castrillo

2019-10-18 6:39:34

La semana pasada, cuando no asomaban las lluvias aún, recordaba las profundas diferencias económicas, educativas, culturales y arquitectónicas, entre otras, que todavía persisten en la sociedad salvadoreña. Las vinculaba entonces con los resultados de la PAES que habrán de ser parecidos a los de años anteriores. Los bajos promedios no deben llamar a error: hay quienes obtienen excelentes resultados en el examen y muchos otros resultados muy buenos. Los promedios resultan de lo mal que les va a muchos y el pésimo desempeño de otros. Habrá que focalizar. Las mencionadas diferencias, aunque ayudan a explicar los resultados, no los justifican. Mantengo viva mi esperanza en el trabajo tesonero de algunos profesores y alumnos que sí creen que una mejor educación los hará mejores personas y aprovechan el tiempo en las aulas. Como el sol que para todos sale, las lluvias tampoco hacen diferencia a quienes mojan, pero no todos las sufrimos igual. Nuevamente, se han evidenciado aquellas odiosas diferencias.
Las lluvias y la orden de suspensión de clases lo dejaron claro: mientras a algunos alumnos de centros de estudio (públicos y privados) en zonas de alto riesgo la suspensión de clases les puede haber salvado la vida, a otros muchos (públicos y privados), cuyas clases se ofrecen en ambientes seguros y protegidos, simplemente les dieron vacación. Con el incordio que las vacaciones inesperadas ocasionan en la rutina de los padres y el efecto que tienen en el aprendizaje. Por otra parte, la suspensión solucionó el cotidiano problema del tráfico al Viceministerio de Transporte. No faltará quien sugiera que como la asistencia a clases no hace diferencia (los promedios de la PAES no han mejorado en años) y como cuando los alumnos no van a la escuela el tráfico mejora; por lo tanto, la mejor solución es cerrar las escuelas.
Por eso respetuosamente solicito: dé usted la orden, Presidente. Que la orden sea clara y lacónica, como acostumbra. Envíela por correo electrónico sólo a su gabinete ampliado. No la tuitee, estas son las cosas de trabajo que no debemos saber todos. Ordene que, en cada ministerio, secretaría y dependencia del Estado en contacto con la población, se formen equipos de dos personas (uno que conozca y otro nuevo) por zona geográfica (occidental, central, paracentral y oriental), que serán responsables de identificar puntualmente aquellos caseríos o asentamientos, escuelas y puestos de salud, caminos y laderas que presentan riesgos inminentes para la seguridad de los habitantes. He escuchado decir que los fondos no son suficientes, pero que el dinero alcanza si se administra bien. La necesidad de focalizar es urgente. No sólo los subsidios, también las actividades en las emergencias. Como las lluvias de invierno.
No soy meteorólogo ni versado en los efectos del cambio climático, pero puedo apostar, barba contra cabellera, que lloverá el próximo año. Seguramente para entonces no se habrán eliminado las injustas diferencias que aún caracterizan a nuestro país. Pero se debe haber avanzado significativamente en identificar las zonas en las que se requiere mayor apoyo gubernamental para solventar y, de ser posible, evitar las crisis. Este año se entiende: recién se asumía el control del Ejecutivo. Habrá que coordinar mejor con las alcaldías, los gobiernos locales. No se puede parar a todo el país, a menos que sea estrictamente necesario. El año lectivo consta de 200 días. Hemos constatado que, no obstante las herramientas tecnológicas, la asistencia a clases es todavía imprescindible. Los centros escolares, públicos y privados, no estuvieron listos para enviar a sus alumnos trabajos que compensaran las clases de los días que no asistieron. Con algunas contadas excepciones.
Y lo que aplica a los centros de enseñanza, imagino que aplica también para colonias, caseríos y asentamientos, para carreteras y caminos vecinales, para puestos de salud y hospitales. No todos son igualmente vulnerables. Si lo ordena ya, y su orden se cumple, el próximo invierno puede que sean menos los que sufran estas calamidades y quizás se necesite invertir menos para solventar la crisis. Escriba por favor el correo y apriete la tecla “enviar”.

Psicólogo.