Nadie está por encima de la ley

Como abogado, lo menos que puedo hacer es pedirle al Presidente que siga haciendo un buen trabajo, pero respetando la Constitución y las leyes, la separación de poderes y el Estado de derecho mismo, ese que le ha permitido llegar a Presidente. Deje que las instituciones restantes del Estado hagan su trabajo, sin desafiarlas. Ya luego el pueblo, que es sabio, sabrá encontrar las diferencias, y con ello, premiar o castigar

descripción de la imagen
Cifra que mantiene con las cantidades necesarias al centro de donación, sin embargo, no es suficiente. /Foto cortesía de Cruz Roja Salvadoreña

Por Raúl García Mirón

2019-07-31 4:30:52

Estamos en otros tiempos. En el ambiente político salvadoreño, las cosas han cambiado bastante. También lo vemos en medios de comunicación, en analistas y generadores de opinión y hasta en centros de pensamiento y gremiales empresariales. Se ha venido observando una especie de autocensura, silencio oportunista y hasta lo que se podría llamar, un temor reverencial social hacia las acciones no acertadas del actual gobierno, en particular, en lo que se refiere al plan control territorial, y la posición de El Salvador frente a los derechos de nuestros migrantes y el mal trato y vejámenes que sufren por las autoridades migratorias estadounidenses.

El temor a la crítica por la posible afrenta le da al temido mucha más fuerza, especialmente cuando obra en su favor, el enorme poder que le concede una elevada popularidad, lo que produce que muchos opten mejor por callar ante la respuesta temida. Entregamos así nuestro derecho a pensar, disentir, criticar y proponer, a cambio de un poco de engañosa normalidad y tranquilidad. Un “silencio inteligente” a cambio de no colocarnos en la mira, de no ir contra corriente. No queremos ser víctimas de linchamiento virtual.

El presidente Nayib Bukele, hay que reconocerlo, ha dado pasos positivos en los primeros dos meses de su gestión. Superados los errores de las primeras semanas, a causa de los tweet-despidos, su estilo de gobierno, mediático, irreverente y permanente en redes, más la estrategia inmediatista de respuesta que ha exigido a sus funcionarios y la comunicación constante de avances en obras y gestiones, construyen creíblemente el concepto ilusionista de un presidente y su equipo de gobierno, que incluso, “no duermen”. Son un gobierno 24/7, lo cual, sin duda, provoca altas expectativas positivas en la gente.

El presidente Nayib Bukele ha roto el record de popularidad presidencial, superando el 80% de aprobación antes de cumplir los dos meses de gestión. Indudablemente, para el crítico, no es fácil enfrentar tal fuerza. Pero debe comprender el Presidente, y todos los que no encuentran en él ningún defecto, que como todo ser humano es falible, y por supuesto, se equivoca.

Su intención, la aplaudo, y como ciudadano, la comparto: nadie puede estar del lado de los criminales. Ya bastante ha sufrido el pueblo durante largas décadas de abandono, sin que se implementaran medidas concretas y efectivas de combate a la inseguridad y delincuencia. Bukele lo está intentando y, hay que reconocerlo, algo importante está logrando: no hay señales telefónicas en las cárceles; ha enviado un mensaje claro a las pandillas, de que aquí, ahora sí hay Estado, y por ello, es plausible y esperanzador la fase II del plan territorial: oportunidades. Hay menos homicidios, pero siguen siendo a diario, muchos más los casos de desaparecidos. Este tema solo al Fiscal Melara parece haberle empezado a importar.

Debe Nayib Bukele recordar que no es que los jueces no se pongan del lado del pueblo en su lucha contra la delincuencia. Cuando no ratifican las medidas de emergencia aplicadas en algunos centros penales es porque el Juez de Vigilancia Penitenciaria no la encuentra justificada o exceden del plazo legal al aplicarlas. No puede tampoco el Presidente exigir a los diputados —por mucho que la mayoría sea dócil y otros apenas solo sepan leer y escribir— que solamente presionen el botón, para aprobarle los fondos que requiera. Ello nos coloca en la dinámica confrontativa de si no están conmigo están contra el pueblo. Por otro lado, se aplaude que a Estados Unidos ya no le pidamos limosna, sino inversiones, pero exigir un trato humano a los migrantes, es cuestión de dignidad y humanidad, no de conveniencias.

Como abogado, lo menos que puedo hacer es pedirle al Presidente que siga haciendo un buen trabajo, pero respetando la Constitución y las leyes, la separación de poderes y el Estado de derecho mismo, ese que le ha permitido llegar a Presidente. Deje que las instituciones restantes del Estado hagan su trabajo, sin desafiarlas. Ya luego el pueblo, que es sabio, sabrá encontrar las diferencias, y con ello, premiar o castigar. Ni usted ni nadie pueden actuar por encima de la ley. ¡Nadie!

Abogado y Notario

Master en Derecho del Comercio Internacional