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El arrogante confía en que todos creerán sus mentiras

Las falacias también son usadas por personas arrogantes o que tienen exceso de confianza. Son individuos que no sienten la necesidad de fundamentar sus argumentos y usan las falacias como única argumentación. Saben que los demás les creerán, aunque no estén presentando pruebas o razonamientos. Su arrogancia les hace sentir confiados en que los demás les creen, aunque estén mintiendo abiertamente o estén evadiendo responder a los señalamientos que se les hacen. Confían en que no hay peor ciego que el que no quiere ver

Por Mario Vega

Las falacias son engaños que se construyen para sacar ventajas en debates o intercambios de ideas. Aunque dan la impresión de ser lógicas, en el fondo, se trata de distorsiones, exageraciones, desvíos o tergiversaciones del argumento contrario para hacerlo más fácil de atacar. En lugar de responder al argumento real, se desvía la atención hacia un razonamiento falso para dar la impresión de tener la razón.

Además de las falacias que mencioné la semana anterior, existen otras que también son de uso común. Entre ellas se encuentra la falacia de la pregunta compleja. Esta consiste en que evade por completo el argumento de la otra persona y plantea una pregunta que da por sentado algo no probado. Por ejemplo, una persona puede afirmar: «Nadie debe estar por encima de las leyes». El manipulador respondería: «¿Ya dejaste de mentirle a la gente?». Como puede verse, el verdadero argumento ha sido dejado totalmente de lado, en su lugar se ha planteado una pregunta que asume que la persona ha estado mintiendo antes. Con eso, la falacia logra su cometido de desviar por completo la atención del tema verdadero.

Otra falacia es la de la apelación a la mayoría, también llamada «ad populum». Esta determina lo que es cierto o correcto basándose en que muchas personas lo apoyan. Por ejemplo: «No importa lo que diga la constitución porque la mayoría está de acuerdo». Cualquier inconstitucionalidad se quiere justificar bajo el argumento de que la mayoría así lo quiere. La falacia consiste en que en lugar de demostrar con argumento serios la posición que se defiende, se va por el lado de que es popular; sin tampoco explicar ni demostrar que se trate de una verdadera mayoría. La historia está llena de ejemplos que demuestran el grave peligro que hay en confiarse de que lo popular es lo correcto.

Otra falacia es la de la distracción. Esta consiste en que cuando una persona no puede responder a un argumento evidente, introduce un tema irrelevante para desviar la atención del argumento en cuestión. Por ejemplo, ante la afirmación: «El endeudamiento ha alcanzado niveles nunca vistos en la historia reciente», el engañador responde: «Puede que tengamos algunas deudas, pero ¿qué pasa con los escándalos en otros países?». Se ha introducido una pregunta que no tiene nada que ver con el tema, pero que tampoco tiene ninguna relevancia para lo que se discute. No obstante, el manipulador puede crear con ella la impresión de que está ganando un debate.

¿Quiénes utilizan las falacias? Pueden ser usadas por todo tipo de personas, de manera consciente o inconsciente, pero con más frecuencia son usadas por quienes buscan manipular a los demás. Las falacias son herramientas para influir emocionalmente y para desviar la atención de los puntos débiles y, así, persuadir a las personas. Son usadas para ganar apoyo apelando a las emociones en lugar de presentar soluciones reales. También son utilizadas por personas mal informadas o con poca capacidad para los ejercicios lógicos. Al no contar con suficientes conocimientos o habilidades para estructurar un argumento sólido, recurren a las falacias.

También las usan con frecuencia las personas emocionalmente involucradas. Las emociones pueden nublar la capacidad de razonar objetivamente, haciendo que se recurra a ofensas o a ataques personales. Las apelaciones a la emoción pueden llegar a ser tan intensas que ya no se necesitan argumentos o razones. La subjetividad de las personas se impone.

Las falacias también pueden ser utilizadas por personas deshonestas. Las usan de manera deliberada con la intención consciente de confundir, engañar o desviar la atención. A través de las falacias logran engañar y manipular, que es justamente lo que buscan.

Finalmente, las falacias también son usadas por personas arrogantes o que tienen exceso de confianza. Son individuos que no sienten la necesidad de fundamentar sus argumentos y usan las falacias como única argumentación. Saben que los demás les creerán, aunque no estén presentando pruebas o razonamientos. Su arrogancia les hace sentir confiados en que los demás les creen, aunque estén mintiendo abiertamente o estén evadiendo responder a los señalamientos que se les hacen. Confían en que no hay peor ciego que el que no quiere ver y así conceptúan a quienes los escuchan y les creen.

Pastor General de la Misión Cristiana Elim.

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Lucha Contra La Corrupción Opinión

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