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Los Chorros: No le vamos a ganar a la naturaleza

Derrumbes obligaron a cerrar la transitada vía e imponer un calvario en la población pudiéndolo evitar. La gente debió dormir poco y caminar largas distancias. No es el hecho de que una megaobra luche con la naturaleza; es que la ingeniería se vuelva un arte, adaptable a la geografía reduciendo los riesgos y más pérdidas. 

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Por Carlos Francisco Imendia
Publicado el 14 de mayo de 2025


Los que se atrevieron a construir una vía para comunicar la capital con el occidente del país debieron  entender que se enfrentarían contra la misma madre naturaleza y que eso no iba a ser fácil, desde la ocupación del llano de Santa Tecla, a mediados del S. XIX, cuando se vio la necesidad de tener una vía de comunicación más rápida con el occidente del país.

Era una acción riesgosa y de oportuna ingeniería --quizás de técnicas muy limitadas por la misma época-- porque lucharían con la madre naturaleza y prácticamente con dos montañas, una milenaria formación geológica del mismo edificio volcánico. Una cobertura vegetal milenaria dominada por frondosos y fuertes guarumos. En esa formación geológica paradisiaca entre la Cordillera del Bálsamo y el Volcán de San Salvador, en cuyas laderas laderas brotaba agua cristalina de sus manantiales profundos y en algunos puntos gruesos chorros o cascadas (lo que da su nombre actualmente) y las mujeres de la zona llenaban sus cántaros de barro para sus comunidades.

Cuando evoco recuerdos de infancia en los paseos familiares sobre todo de paseos al occidente del país a visitar sitios arqueológicos, al cerro Verde, lago de Coatepeque, Sonsonate o a visitar a Nuestra Señora de Santa Ana, la famosa bajada de Los Chorros, el Callejón del Guarumal era una experiencia turística única, no era percibida como peligrosa o riesgosa, más bien era de ir disfrutando el paisaje, aquellos paredones de lajas, donde se extraída grava, era un paraje no tan cotidiano y se convertía en algo curioso, incluso llegar a una gasolinera en Colón, donde había dos monos araña de los que decían los aldeanos eran los únicos primates vivos sobrevivientes de aquellos bosques de guarumos. 

De Monseñor Cortés y Larraz podemos extraer una cita publicada en el libro de Pueblos, Villas y Ciudades de don Jorge Lardé: "Es de caminos muy escabrosos (Callejón del Guarumal) solamente no son malos los que hay para el pueblo de Cuzcatlan y hacienda de Santa Tecla pero para lo restante de la administración son de mucha asperezas y montaña".

Apunta también don Jorge Lardé en su libro de Descubrimiento y Conquista qué: "Ignoramos el itinerario seguido por Pedro de Alvarado (S. XVI) entre Atehuan (Ateos) y la gran Metrópoli náhua, Cuzcatlan, pero solo había dos posibles vías, una, el filo de la cadena accidentada costera y a través del desfiladero nombrado más tarde Callejón del Guarumal, que por razones obvias militares no podía tomar el jefe español; y otra, por la llanura que se extiende al norte del hoy Volcán de San Salvador por Quezaltepeque y Apopa".

Dos antecedentes históricos expuestos por una gran referencia histórica en nuestro país, personajes qué trataron de no confrontar a la naturaleza: Alvarado y Cortés y Larraz. 

Ante el crecimiento poblacional de las últimas décadas, la centralización de los puestos laborales, estudios y demás oportunidades, todo concentrado en la capital, San Salvador, el paso de los Chorros se volvió complicado y peligroso, al ser la vía principal de comunicación entre la capital, Nueva San Salvador y el Occidente del país , durante los últimos años ha sido el escenario de miles de accidentes y otras tragedias. 

Dicha problemática—De lo que antes era un paseo turístico y recreativo—surgen propuestas, incluso por parte de los políticos, entre ellas planes y modelos ambiciosos como el famoso viaducto , una obra de ingeniería monumental en medio de una infinidad de amenazas y debilidades , siendo también la única opción y alternativa versus la inclemente geografía milenaria de dicho paso. No es nueva nuestra postura en la que las ciudades encaran a la modernidad y el desarrollo con una visión un tanto simple y refrita de otros planes, con un modelo de transporte público obsoleto y viciado, ante estos tiempos con el agravante de sobrellevar las problemáticas junto al cambio climático, lo más saludable es el aporte técnico y la esencia de la ingeniería en dicho magno proyecto y también de planificación. 

Es evidente que existen problemas técnicos, humanos y administrativos, en un proyecto de 15 kilómetros que busca mejorar la conectividad entre San Salvador y el Occidente del país, con una ampliación estratégica de 8 carriles para garantizar la fluidez del tramo y la construcción de un puente elevado de aproximadamente 1 km de longitud y 36 metros de altura. No todo es miel sobre hojuelas. El pasado 13 de diciembre una estructura de hierro colapsó matando a tres trabajadores, y en el mismo mes volvió a ocurrir un similar accidente en los que cuatro trabajadores resultaron lesionados. También es evidente que existen problemas en la supervisión técnica del proyecto y la muy poca transparencia que existe lo que genera desconocimiento y como siempre el tema comunicacional es confuso.

Derrumbes obligaron a cerrar la transitada vía e imponer un calvario en la población pudiéndolo evitar. La gente debió dormir poco y caminar largas distancias. No es el hecho de que una megaobra luche con la naturaleza; es que la ingeniería se vuelva un arte, adaptable a la geografía reduciendo los riesgos y más pérdidas. 

Consultor ambiental

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