El “Lanza Puñales” que asesinó su risa
Antes de relatar la historia del último “Mascarada” -célebre actor del legendario “Circo Orión”- empezaré hablando de sus otras máscaras ancestrales. Aquellas que le antecedieron en el arte de la magia, el drama y la comedia. Vivientes caretas que nunca -quizá- llegaron a reír en la soledad circular del proscenio, como aparentaban hacerlo. Se dice que el primer Mascarada de la dinastía fue Damus, domador de fieras y lanza-puñales. Un asesino pasional que -por cosas del azar- huía de su propio pasado, yendo de pueblo en pueblo y de feria en feria. Escapando de sus captores se refugiaba en una máscara de bufón, a fin de no ser descubierto por el ayer. Aquel lanza-dagas había asesinado a Sirius -malabarista del circo- en una riña pasional. El malabar -que llevaba el nombre de una estrella, conocida también como la “Estrella Perro”- había seducido a Casiopea -la virgen y hermosa novia del lanzador. Y digo virgen, porque en verdad lo era, ya que había crecido entre los circenses al quedar huérfana de sus padres saltimbanquis. Además de ser parte de su espectáculo Casio -como también le llamaban- era también parte del alma de Damus, el apuñalador de sombras. El mismo que pensaba hacerla suya un día y celebrar el esperado connubio. (VIII) de: “La Máscara que Reía.” ©

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