Romance de “la luna cara de gato”
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La luna es cómplice de enamorados, juglares, bohemios, gatos del tejado y de los hombres del mar. Suele alumbrar con el celaje de plata de su luz los barrios que duermen la siesta de los años. Tanto en cuarto creciente, menguante y plenilunio. Su nombre deriva del latín “Luna”, contracción de “Lucina” que significa “brillar”, “iluminar” la noche. Leamos “La Luna Cara de Gato”, un romance en versos dodecasílabos que escribiera a la “luna lunera” de bardos y amantes: “Va amaneciendo la luna sobre la ciudad dormida/ Es cuando empieza la vida de un azul juglar de bruma/ Cuando los gatos en celo sobre el tejado del cielo/ quieren cazar un lucero, como a una rata de hielo/ Y un perro negro le ladra al gato cara de luna/ A una mujer sin fortuna que va sin rumbo y de rumba/ Va amaneciendo Selene con su cabellera verde/ Y el perro negro se pierde en callejones que ladran/ Los gatos vuelven al techo de aquella noche estrellada/ Va amaneciendo la luna, redonda y enamorada/ Alumbrando la barriada que se duerme ilusionada/ de algún amor a escondidas de Dios ¡Tal vez de la vida!/ Después la noche acechando un sueño de amor se duerme/ Va amaneciendo Selene sobre la ciudad dormida/ Y el perro negro se pierde quizá, ladrando a la vida.” (Libros Balaguer: Librería UCA y La Ceiba)

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