Dosis de responsabilidad personal

Cada uno de nosotros, desde nuestro metro cuadrado, debemos poner de nuestra parte para que El Salvador sea una sociedad mejor, en la que todos podamos convivir. Asumamos nuestra dosis de responsabilidad personal en los entornos que nos manejamos, mejoremos nuestro comportamiento y actitudes hacia los demás y demos el ejemplo.

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La cantante Thalía muestra sus dotes como trapecista. Foto/Instagram

Por Erika Saldaña

2019-08-04 8:29:52

Todos queremos que el país cambie, que las cosas mejoren. Pero a la hora de poner manos a la obra, son pocas las personas que están dispuestas a asumir la dosis de responsabilidad personal que todos tenemos para hacer de este país un lugar más vivible. Estamos en el deber moral de exigir el mejor comportamiento de nuestros funcionarios, vecinos y familiares. Pero también estamos en la obligación de dar el ejemplo en nuestro día a día para que El Salvador sea un lugar donde todos tengamos una mejor calidad de vida.

Nuestra familia es siempre la comunidad más pequeña con las que nos toca convivir. Hay que tener en cuenta que, aunque compartamos lazo de sangre y de vida, cada uno de los miembros de la familia son personas individuales con sus propios pensamientos, ideas, gustos o aficiones. Desde ese núcleo es de donde debemos aprender a respetar esa diversidad, apoyarnos mutuamente y aprender a convivir en tolerancia.

Uno de los retos más grandes que actualmente tenemos los salvadoreños es aprender a convivir en sociedad. Vivimos juntos o a la par, pero no convivimos. Nadie nace aislado y en un país tan pequeño como El Salvador, sobrepoblado de casi todo, es cuando más debemos poner de nuestra parte para que la vida en comunidad no se convierta en una tortura. Basta salir cada día al tráfico para darnos cuenta de lo incivilizados, violentos, poco corteses, irrespetuosos de las leyes, indiferentes al prójimo, etc., que podemos llegar a ser.

A todos nos gusta admirar y disfrutar de paisajes, parques y calles limpias. Pero hay muchas personas que cuando tienen la necesidad de deshacerse de la basura, lo primero que se les ocurre es tirarla por la ventana del transporte que utiliza o dejarla “en un ladito” si va pasando por la calle. Luego nos quejamos de lo sucia que está la ciudad y los lugares turísticos; nos preocupamos cuando en la época lluviosa las calles se inundan y exigimos el rápido trabajo de las autoridades, pero no recordamos que la misma basura que tiramos sin mayor pena es la que está contribuyendo a que las alcantarillas estén atascadas de basura.

También todos queremos llegar a tiempo a nuestro destino diario. Sin embargo, el tráfico se ha convertido en el dolor de cabeza diaria de muchos. Uno propone pero el tráfico, imprevisible y a veces caótico de San Salvador, dispone. Ese desorden no solo es consecuencia de la cantidad de vehículos que ahora transitan en San Salvador.

En buena parte, el tráfico es culpa del pésimo comportamiento que los conductores demostramos en las calles, lo cual es causa de accidentes; vemos normal cruzarnos los semáforos en rojo, sin pensar en las consecuencias o que nos quedaremos atravesados a media calle; la doble línea amarilla se vuelve invisible si nos evita ir a dar una vuelta adicional; aceleramos, en vez de ceder el paso, cuando otro conductor está intentando pasar. Somos irrespetuosos y descorteses. Los motociclistas son un grupo que merece especial atención, no solo por lo vulnerables que pueden volverse, sino también por lo atrevidos y temerarios que muchos son.

Cada uno de nosotros, desde nuestro metro cuadrado, debemos poner de nuestra parte para que El Salvador sea una sociedad mejor, en la que todos podamos convivir. Asumamos nuestra dosis de responsabilidad personal en los entornos que nos manejamos, mejoremos nuestro comportamiento y actitudes hacia los demás y demos el ejemplo. Poco a poco el ambiente irá cambiando y todos viviremos mejor en comunidad. No hay que rendirse en ser mejores personas. Feliz descanso de la rutina en las fiestas en honor del Divino Salvador del Mundo.

Abogada