En los pasillos del centro escolar Cantón Victoria, en Santa Tecla, juegan los niños que hace once meses fueron evacuados de sus casas luego de la llegada de la tormenta Amanda.
Ellos y sus familias viven en los cuartos que antes de la pandemia sirvieron como salones de clase, donde en lugar de pupitres, ahora hay camarotes. De los polines cuelgan ropa y algunos mosquiteros.
Yesenia Hernández, de 30 años, relata cómo Protección Civil los evacuó de sus casas en junio del año pasado, pero nunca los retornó. Aunque la vida allá tampoco era segura, cuenta.
La Tormenta Amanda obligó no solo a la familia de Yesenia a salir su hogar sino también a unos 5,000 salvadoreños que habitaban en zonas de alto riesgo.
Vivir por casi un año en esta escuela ya les ha traído algunos problemas: la joven cuenta que el Ministerio de Salud ya les pidió desalojar el lugar ahora que los alumnos iniciaron las clases semipresenciales. “Ya nos pidieron irnos, pero como no tenemos una solución, por el momento, debemos seguir aquí”.
PUEDES LEER: Congresista a Bukele: “En lugar de gastar millones en cabildeo, que los use para los niños en El Salvador”
Personal del Fondo Nacional de Vivienda Popular (Fonavipo) los llevó a ver algunas casas, pero cuando quisieron tramitarlas ya estaban apartadas. Ahora, tienen la esperanza de que el Gobierno les construya una casa en unos terrenos cerca del Puerto de La Libertad.
En la familia de Yesenia hay cinco personas, tres menores de edad de 5, 12 y 15 años. Además, dos adultos de 30 y 45 años. La madre de Yesenia tiene 60 años y también está en el albergue.
“Yo no trabajo, mi esposo sí”, agrega Yesenia. Abel Martínez labora por la noche en una empresa constructora. “Yo me preocupo porque a veces la niña me pregunta por la casa y yo le digo que, primero Dios, más adelante vamos a tener una vivienda”.
Los albergues habilitados por el Gobierno durante esos meses de lluvia (mayo y junio) del año pasado fueron 144. De los que 25 eran centros escolares.
Abel cree que desde que fueron trasladados a la escuela, su vida ha desmejorado mucho. Durante varios meses durmieron en el suelo. Luego, les regalaron unos camarotes. En los últimos meses llegaron instituciones a donarles ropa y alimentos, pero de no ser porque algunas mujeres que habitan en esta escuela venden de forma ambulante, sus ingresos serían nulos.
“No tenemos cocina, no tenemos nada”
Ana Vilma Crespín, de 49 años, también salió de su vivienda en el cantón Victoria, Santa Tecla, hace once meses. Lo que menos imaginó es que no regresaría. Su casa quedó inhabilitada y las posibilidades de tener, sin ayuda, son pocas.
“Perdimos nuestras viviendas, perdimos todo. Primeramente Dios, saliera que nos lleven de aquí, que nos alquilen. Hace unos meses vinieron a donarnos ciertas cosas, pero ya no han regresado”.
Ana vende de a ratos también. Expresa que el gobierno ha buscado gestionar viviendas para las familias de esta zona, pero aún no se ha concretado la reubicación.
En diciembre del año pasado, El Diario de Hoy hizo un reportaje sobre una familia que quedó sola en el Instituto Técnico Industrial (INTI), luego que el resto fueran reubicadas o se fueran por decisión propia.
Al Centro Escolar Cantón Victoria, Protección Civil llevó a doce familias; con el tiempo solo han quedado cuatro sin posibilidades de reubicarse por sus propios medios.