Tres años después de la desaparición y brutal asesinato de los soldados en Vista al Lago, sus cadáveres fueron entregados a sus familias. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
“¿De dónde son ustedes?, no son de acá verdad, ¿porqué no se bajaron?”, los cuestionó “Adicrimen”.
Los mareros les exigieron que tiraran sus mochilas al suelo. Luego obligaron a los militares a bajar por el lado de atrás con las manos en el cuello y los introdujeron en la casa comunal que está abandonada.
En el lugar los delincuentes hincaron a los soldados con los pies cruzados y otros revisaban sus mochilas. Les robaron cadenas, relojes, sus billeteras, teléfonos, anillos y pulseras. En ese momento, uno de los militares expresó que “eran soldados y que andaban perdidos en el bus”.
Uno de los mareros ordenó que mataran a los soldados
Los pandilleros llevaron a los soldados al sector del molino. En ese último lugar los introdujeron por veredas. Después de caminar y al llegar a una barranca conde pasan las aguas lluvias, se detuvieron y les quitaron las cintas de los zapatos, los amarraron de las manos y los golpearon mientras otros mareros llevaran piochas, palas y corvos.
Después de varios minutos, “El Maligno” mató con lujo de barbarie con un corvo a uno de los soldados. Así los demás hicieron lo mismo con los otros tres soldados.
Luego cavaron tres fosas clandestinas donde enterraron a los militares y luego destruyeron sus celulares y los lanzaron al fondo de la barranca.
El pasado 28 de mayo, los acusados de la desaparición de soldados fueron enviados a prisión por el Juzgado Especializado de Instrucción A de San Salvador.
Las detenciones de los mareros se hicieron efectivas en el marco de un operativo que realizó la División Central de Investigaciones (DCI) en distintas colonias y comunidades de Ilopango. Según Fiscalía, todos los acusados pertenecen a la pandilla MS, específicamente a la clica Tecolotes Locos Salvatruchos.