VIDEO: Nelson, el lustrador de Tonacatepeque que pone a leer a sus clientes

El único lustrabotas del parque de dicho municipio fomenta el hábito de la lectura como una manera de que se entretengan mientras realiza su labor.

Por Wilfredo Cruz Argueta

2019-05-28 6:32:38

Desde hace 33 años, Nelson Edgardo Gómez llega religiosamente a lustrar zapatos al parque José María Villafañe, de Tonacatepeque, pero su mente está en otro mundo, hacia donde se transporta por la lectura de un puñado de desgastados libros que posee y una afición que quiere inculcar a otras personas.

Nació hace 46 años y desde pequeño le tocó recorrer calle para ofrecer poleadas que hacía su mamá. Así lograba llevar el pan a la mesa.

Parte de su clientela la conformaba un grupo de lustrabotas, oficio del que se enganchó, y en 1986 se decidió aprender con el apoyo de un amigo.

Al tercer día de haber llegado, apareció su primer cliente y le saltaron las dudas sobre si haría bien el trabajo, pero no había tiempo de más consideraciones y lo invitó a que se sentara.

Ese primer lustre lo dejaría marcado y nunca olvidaría el rostro de su cliente.

“El primer lustre le manché los calcetines a un cliente que iba a casarse, él no se había fijado porque estaba leyendo el periódico”, recuerda Nelson.

Al terminar le dice al cliente que el lustre le saldría gratis, lo que le sorprendió y le cuestionó la razón, por lo que no tuvo más que explicarle lo ocurrido.

En lugar de molestarse, lo aconsejó porque él también había sido lustrabotas, luego le pidió que fuera a comprar otros calcetines al mercado porque la novia y los invitados ya esperaban en la entrada de la iglesia.

Dice que lustrar zapatos todos los días pagó sus estudios. “Puedo decir con orgullo que yo me pagué los estudios hasta noveno grado”, dice Nelson.

En sus años de estudiante adquirió el interés por la lectura, algo que lo acompaña hasta hoy y que invita a los demás a adquirir ese hábito.

Los libros que Nelson tiene en su puesto de lustrabotas en el parque de Tonacatepeque son variados. Foto EDH/ Mauricio Cáceres

“Yo soy amante de la lectura y una noche, estando acostado en la cama, me puse a pensar qué debería de hacer con estos libros. Al día siguiente hablé con un concejal, le explique que yo tenía la idea de poner libros, para que la gente no solo tuviera la oportunidad de leer el periódico”, explica Gómez.

Su objetivo no era hacer negocio con los libros, era aportar algo a su pueblo sin importar sus limitantes económicas.

“Mi intención no era vender libros, sino que la gente lea, que nos culturicemos”, remarca.

El poeta André Cruchaga y una maestra fueron sus primeros donantes que ampliaron su pequeña colección.

Luego, un amigo le proporcionó una pequeña mesa en la que muestra sus tesoros y que cada día saca para motivar a la lectura.

$0.75 centavos vale el lustre de los zapatos negros. El par de botas cuesta $1.25 y los de color a $1.00. Foto EDH/ Mauricio Cáceres

“Don Óscar Moreno me regaló la mesita y me dijo: poné tus libros y soñá con tu proyecto; también me da dónde guardar los libros, de esa forma no se mojan cuando llueve”, comenta Nelson en forma de agradecimiento.

Su iniciativa ha tenido sus frutos. “Ha sido tanta la ganancia que leen rápido el periódico y luego agarran un libro, lo que más toman es la Biblia”, dice Nelson.

Los niños también se enganchan con los libros

“También hay libros de cuentos para niños. A veces niños de tres y cinco años vienen y me piden que les lea los libros. A veces ellos piden a sus papás que les permitan tomar un libro para leer”, dice con satisfacción.

Su próximo paso es poner un estante en el que se puedan ver las portadas de los libros y así se motive la gente a seguir leyendo.

Foto EDH/ Mauricio Cáceres

“Cuando leo un libro me transporto como si estuviera en ese lugar”, dice Nelson. Un viaje al que invita a muchas personas.

Nelson es hoy el único lustrabotas del parque Villafañe, un Quijote que no ve monstruos en lugar de molinos de viento, tan solo ve gente alegre leyendo sus desgastados libros.