Menos del 1 % de estudiantes con discapacidad llega a la universidad

En El Salvador, las personas con discapacidad siguen enfrentando serias dificultades para acceder a la educación superior. Así lo reflejan los datos oficiales del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología (MINEDUCYT), que en su informe de Estadísticas de Educación Superior 2024 indican que, de una matrícula nacional de 195,949 estudiantes distribuidos en 41 instituciones, solo 1,028 tienen algún tipo de discapacidad. Esto representa el 0.52 % del total.

La cifra adquiere aún más relevancia si se compara con el universo total de personas con discapacidad en el país. El VII Censo de Población y VI Censo de Vivienda 2024, realizado por el Banco Central de Reserva (BCR), reporta que 281,456 salvadoreños de tres años o más dijeron tener alguna discapacidad. Bajo esta perspectiva, apenas el 0.36 % de esta población está cursando una carrera en el sistema de educación superior.

Los datos del MINEDUCYT muestran además una ligera mayoría femenina entre los estudiantes con discapacidad: 548 mujeres frente a 480 hombres. En cuanto a las principales condiciones reportadas por esta población estudiantil, destacan la discapacidad visual y la motora, que en conjunto suman 772 personas, es decir, más de la mitad del total. Otras condiciones presentes son la ceguera, discapacidad auditiva, discapacidad múltiple, psicosocial y trastornos del espectro autista.

Factores que explican la baja inclusión en el sistema universitario

De acuerdo con el sociólogo Walter Fagoaga, existen múltiples factores que limitan el acceso de las personas con discapacidad a la educación superior. Entre ellos, destacó la falta de un enfoque integral sobre la discapacidad desde etapas tempranas del sistema educativo. “El sistema educativo mismo, en términos generales, no se prepara para esto”, afirmó, señalando que muchas condiciones no logran una atención adecuada desde la infancia.

A esto se suma la situación económica de muchas familias salvadoreñas. Fagoaga explicó que la pobreza es una barrera determinante, especialmente en casos donde el estudiante requiere movilidad asistida o traslados especiales. El temor de los padres a que sus hijos sean víctimas de estigmatización o acoso escolar también es un factor mencionado como limitante.

La infraestructura de los centros de estudio representa otro desafío. Según el sociólogo, muchas universidades no están preparadas para atender de forma adecuada a estudiantes con distintas condiciones, lo que refuerza la exclusión. “Los diseños urbanísticos de la ciudad no están hechos para las personas con discapacidad”, añadió, subrayando que esa misma lógica se replica dentro de muchas instituciones de educación superior.

Te puede interesar: Educación renovará currícula y libros en todos los niveles en 2026

La UES y el panorama institucional

La Universidad de El Salvador (UES), la principal institución pública del país, también presenta cifras similares. Para 2024, reportó una matrícula de 162 estudiantes con discapacidad, entre un total de 56,397 alumnos. En el proceso de admisión 2026, solo 25 aspirantes con discapacidad realizaron la prueba de conocimientos, lo que equivale al 0.18 % de los más de 13,600 examinados.

Durante esa jornada, el rector Juan Rosa Quintanilla expresó la necesidad de coordinar esfuerzos con los vicedecanos para asegurar que estos jóvenes tengan acceso a los cupos que están solicitando. Esta preocupación se enmarca dentro de los esfuerzos institucionales por garantizar condiciones mínimas de acceso y permanencia en la universidad.

Cifras nacionales confirman la exclusión educativa

La Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) 2024, publicada en septiembre de 2025, identificó que en el país hay más de 4.5 millones de personas mayores de cuatro años que no asisten a la escuela. De ese grupo, 65,552 salvadoreños declararon que su condición de discapacidad es la razón por la cual no estudian en ningún nivel.

Por su parte, el Censo de Población 2024 proporciona detalles sobre la distribución etaria de las personas con discapacidad. En el caso de los hombres, el 52.2 % tiene 60 años o más; el 27.7 % está entre los 35 y 59 años; el 13.7 % entre 15 y 34; y solo el 6.4 % entre 3 y 14 años. Para las mujeres, el 62.1 % supera los 60 años; el 26.2 % está entre 35 y 59; el 8.5 % entre 15 y 34; y un 3.2 % entre 3 y 14 años.

Propuestas en discusión y llamados a la equidad

Fagoaga subrayó la existencia de normativas en educación superior que promueven la inclusión, pero reconoció que aún no se logra canalizar adecuadamente a esta población. Una de sus propuestas es la creación de becas específicas que no solo cubran matrícula, sino que incluyan incentivos adicionales para facilitar el acceso y permanencia en las instituciones.

La representante del Frente Magisterial Salvadoreño (FMS), Idalia Zúniga, también expresó que el Ministerio de Educación debe estimular activamente la participación de niños y adolescentes con discapacidad en el sistema educativo. Cuestionó la falta de políticas específicas que aseguren la inclusión efectiva de este sector, y advirtió que la reducción de centros escolares podría agravar la exclusión de las poblaciones más vulnerables.