21 años sin terremotos en El Salvador: ¿estamos preparados para el próximo?

Profesionales de la docencia, psicología y rescate de personas opinaron sobre cómo una generación completa no ha vivido jamás la dura experiencia de un sismo de grandes magnitudes, como el que ocurrió el 13 de enero de 2001

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El Salvador fue remecido por un fuerte terremoto el 13 de enero de 2001, de 7.6 en la escala de Richter, duró 45 segundos. Hubo entre 900 y 1200 muertos. / Foto EDH Archivo / Foto Por Archivo

Por Carlos López Vides

2022-01-12 10:00:12

Miles de niños y jóvenes en El Salvador no han vivido en carne propia la dura experiencia de un terremoto: la última cicatriz en la memoria colectiva por un fuerte sismo data del 13 de enero de 2001, ya 21 años para una joven generación que solo ha escuchado de duras experiencias y dolorosas anécdotas.

Durante 45 segundos desde las 11:33 a.m. de aquel sábado, ese terremoto de 7.6 en escala de Richter impactó en 11 de los 14 departamentos del país. Con epicentro a 18 Kms. de la costa de Usulután y una profundidad de 60 Kms., fue tan intenso que liberó energía equivalente a 360 bombas atómicas, según información del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN).

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De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), los daños y pérdidas se estimaron en 1,255.4 millones de dólares.

Voluntarios de Cruz Roja trabajando entre los escombros de la colonia Las Colinas tras el terremoto en 2001. Foto/ Archivo

Fuentes gubernamentales de la época reportaron 944 muertes, 1,155 edificios públicos y 19 hospitales dañados, más 108,261 viviendas destruidas. Pero otros organismos institucionales determinaron que hubo cerca de 1,500 muertos así como un millón y medio de damnificados, de acuerdo con agencia EFE. Solo en la colonia Las Colinas murieron cerca de 600 personas, debido al deslave ocurrido en el lugar.

En el momento del terremoto, el Centro de Investigaciones Geotécnicas (CIG) del Ministerio de Obras Públicas estaba en proceso de cierre. Solo siete estaciones sísmicas estaban funcionando.

En la actualidad, según el MARN, el país cuenta con 60 estaciones sísmicas en todo el territorio, para llevar información precisa a un Sistema Nacional de Protección Civil más fortalecido y con más herramientas que en aquel entonces.

Poca preparación

Ante este panorama y después de 21 años sin un terremoto en El Salvador, ¿está preparada la actual generación de jóvenes y niños de 20 años hacia abajo, para reaccionar adecuadamente ante un evento así de intenso?

Para Franklin Hernández, licenciado en Psicología y miembro de la Fundación Catarsis, "el nivel de preparación quizá está bastante básico, sobre todo porque es una generación bastante afín con la tecnología y no se han visto campañas educativas, a todos los niveles, en las escuelas e instituciones de Gobierno. No hay suficiente información para los jóvenes para tomar medidas preventivas en caso de un terremoto".

Terremoto 2001
El fuerte sismo de 2001 dejó daños en carreteras, puentes, hospitales y otras obras públicas en todo el territorio. / Foto EDH Archivo

Esta falta de preparación impactará cuando vuelva a ocurrir un sismo así de intenso, advierte Hernández, porque al enfrentarse a algo desconocido la persona "entra en estado de ansiedad; el cerebro nos manda mensajes de temor, de emociones negativas. Vamos a esperar niveles de ansiedad altos en los primeros segundos del sismo".

Para el profesional de la psicología, es importante que los adultos y encargados de estos chicos sepan cómo manejar la situación, y recomienda en primer lugar que "debemos dejar que las personas expresen sus emociones. Si quiere gritar, que grite, que llore; incluso hay personas que a nivel emocional lo manifiestan a través de la huida: se van sin decir una palabra y empiezan a caminar, y recorren hasta kilómetros. Es su manera de expresar su temor".

Como ejemplo, narra que "hay personas que (para el terremoto de 2001) salieron caminando asustados de sus casas, y llegaron hasta Apaneca o al Puerto de la Libertad caminando".

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También indica Hernández que la persona puede desarrollar un trastorno de estrés postraumático incluso meses después del terremoto, "sobre todo si sufrieron una lesión grave, o la pérdida de un familiar, si tuvieron una pérdida económica, si vieron derrumbarse su casa, si vieron que un puente se derrumbó enfrente de su propiedad, en fin, hay muchos factores que pueden desencadenar este tipo de trastorno, como también depresión".

Las Colina
La colonia Las Colonias fue la más afectada por un deslave que provocó el terremoto de 2001. / Foto EDH Archivo

Muchas de estas personas no pueden controlarse a la hora de un intenso sismo, y tienden a salir corriendo. Hernández explica que "en todos los países del mundo tratan de educar para que la persona no corra en un siniestro, pero eso no lo podemos evitar. Está el principio de supervivencia, que es 'me voy a poner a salvo yo'. Es como cuando vemos un siniestro en un avión: ¿qué recomienda la tripulación? 'Sálvese usted primero'. O sea, primero póngase usted la máscara, y después auxilie a los demás. Lo mismo recomendaría para un terremoto: primero protéjase usted. Claro, si hay niños y ancianos, vamos a tratar de ayudarles".

Tarea pendiente en escuelas

"En mi opinión, no están preparados" los niños y jóvenes por debajo de los 21 años para un sismo intenso, respondió el pofesor Jorge Alberto Villegas, secretario general de Bases Magisteriales, una de las principales gremiales de docentes del país.

Villegas ilustra que "en las escuelas (del sector público), cada año el 10 de octubre hacemos simulacros. Pero deben hacerse mucho más seguido. El Salvador, y especialmente los jóvenes, no están preparados para un terremoto. Mucho menos los adolescentes. En los simulacros... hay que entender a los niños y las niñas, que para ellos todo es juego, todo es broma", por lo que no necesariamente están asimilando la información de qué hacer y cómo reaccionar ante un terremoto.

Aparte de esos simulacros, Villegas asegura que los docentes no han recibido ningún otro tipo de capacitación extra sobre cómo manejar estas emergencias sísmicas en cuanto a sus estudiantes, de ninguna institución como Ministerio de Educación, Bomberos, Protección Civil, Cruz Roja, Cruz Verde o Comandos de Salvamento.

Simulacro en caso de terremoto con personal del ISSS, en 2018. Foto EDH/Archivo

Durante dichos simulacros, "sí nos dicen que hay que sacar a los alumnos a lugares seguros, que no corran, que pongan las manos sobre la cabeza, que guarden la calma, etc.", sostiene Villegas, pero luego añade que "le puedo afirmar con propiedad, pues yo comencé en el siglo pasado a ejercer la docencia y he trabajado en Escuela República de Japón, en la República Oriental del Uruguay, por ejemplo, ambas urbanas: En ningún momento de mi vida profesional hemos sido capacitados por alguna institución de las que hemos mencionado, sobre prevención de desastres en momento de un terremoto".

Sin embargo, trae a cuenta el maestro Villegas otro factor importante: la experiencia del docente.

"El magisterio de El Salvador ha envejecido: los maestros del país, quizá en un 20 a 25% es de maestros jóvenes, que ya pasan de los 30 o más años. Pero muchos de más edad sí vivimos los terremotos, algunos incluso el de 1965 y también el de 1986, más los de 2001. Entre más edad, más sensata es la persona, sale corriendo menos, actúa de manera más calmada", argumenta el secretario general.

En cuanto a la señalización en los centros escolares públicos, donde en teoría debe haber indicaciones de rutas de evacuación, puntos de reunión, etc., Villegas considera que se le da importancia cuando se acerca el simulacro anual, pero luego entra en descuido, y a veces los mismos alumnos se encargan de arrancar o dañar dichas señales.

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