Retórica de odio del gobierno ya causó las primeras víctimas fatales

A juicio de tres expertos en derechos humanos, el atentado contra militantes del FMLN es el salto de la agresividad verbal del gobierno a una agresión física y violencia política.

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Muchos atribuyen el ataque a militantes del FMLN a la retórica de odio del presidente y sus funcionarios. Foto EDH / Archivo

Por Ricardo Avelar

2021-02-02 7:33:03

No han sido pocas las ocasiones en las que el discurso del presidente de la República, Nayib Bukele, ha invocado el odio a sus adversarios, a quienes ha tratado como enemigos a destruir. 

El 15 de septiembre de 2020, en el marco de la independencia de los países de Centroamérica, el mandatario incluso hizo una alusión al “enemigo interno”, un término que en la historia de la región ha sido utilizado para defender graves atentados y violaciones contra los críticos del poder, quienes reciben todo el peso del Estado.

 

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Por ello, ante el atentado contra una caravana de militantes del FMLN, muchos han responsabilizado al presidente y su círculo cercano, por su retórica agresiva y polarizante, de propiciar el salto de violencia verbal en redes a un ataque que ya causó la vida de algunas personas.

Celia Medrano, periodista e investigadora de derechos humanos, considera que este atentado “define la concreción ya advertida por muchos analistas de que el discurso de odio desbordado por redes sociales tarde o temprano llegaría a la agresión física y costaría vidas”.

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Y, de hecho, ante el atentado, lejos de mostrar solidaridad con las víctimas, Bukele optó por inventar una teoría de conspiración y utilizar las muertes como un nuevo capítulo de su campaña de desprestigio a sus opositores.

“Lejos de rectificar las voces oficiales, (el presidente y su círculo) continúan azuzando al odio y repitiendo sin fundamento posibles autoatentados para beneficio propio”, criticó Medrano.

Manuel Escalante Saracais, abogado y miembro del Instituto de Derechos Humanos de la UCA, considera que “los discursos promovidos por personas populares o funcionarios públicos, y sistemáticamente reproducidos, en contra de personas o grupos sociales específicos, atentan contra la dignidad de ellas y pueden generar las condiciones suficientes para motivar a que sus seguidores o fanáticos realicen acciones en contra de tales personas o grupos”, como los ataques de la noche del domingo. 

A su juicio, los fanáticos más radicales pueden interpretar como órdenes las palabras más agresivas de sus “líderes”.

Para Arnau Baulenas, “el discurso de odio, la beligerancia verbal que los funcionarios y el propio presidente han mostrado o practicado en redes sociales y conferencias provoca un clima hostil, clima de violencia verbal que muchas veces acaba transgrediendo y se convierte en violencia física y política”.

Baulenas comparó lo sucedido a la reciente toma violenta del Congreso estadounidense el 6 de enero. En este caso, y en el atentado a militantes del FMLN, ve cómo la retórica agresiva y las acusaciones infundadas se tradujeron en la movilización de fanáticos que tomaron acciones violentas y que han dejado muertos.

Este jurista del Idhuca añadió “a pesar de que no han sido los que han organizado o dieron la orden de que esto sucediera, el mandatario a través de un discurso beligerante reiterado propicia un clima de hostilidades y para que se dé este tipo de eventos”.

Las declaraciones de Medrano, Escalante y Baulenas coinciden con un estudio de 2011 de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, que dio cuenta de cómo la “retórica política violenta puede inflamar actitudes violentas”. Su autor, Nathan Kalmoe, añadió que “los resultados presentados aquí rechazan claramente la afirmación de que la retórica política violenta no tiene consecuencias negativas”. 

Este estudio mostró que si bien una mayoría de personas rechazaba la retórica violenta, individuos con predisposición a adoptar conductas violentas dentro o fuera de las redes fueron más receptivas a ese tipo de mensajes políticos y están en riesgo de tomar acciones.