Foto EDH/ Lissette Lemus
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El 25 de febrero, el subinspector Osmar García Hernández, de la delegación de San Francisco Gotera, departamento de Morazán, solicitó al Juzgado Especializado de Instrucción para una vida libre de violencia y discriminación para la mujer, de San Miguel, que a Víctor se le practicara un chequeo psiquiátrico y, de ser necesario, se le internara en el hospital Psiquiátrico, ya que era evidente su trastorno mental y la Policía no tenía condiciones adecuadas para tener en resguardo a un reo con tales condiciones.
El oficial consignó en la solicitud, que en sus episodios de demencia, Víctor había destruido por completo el inodoro de las bartolinas donde estaba y que por el grado de agresividad, los otros reclusos lo mantenían amarrado.
El 4 de marzo, el mismo juzgado recibió un escrito del defensor público, Jorge Alberto García Argueta, quien manifestaba que el estado de salud de Víctor había empeorado y que, por ello, era urgente hacerle un peritaje psiquiátrico.
Ese mismo 4 de marzo, es decir, ocho días después de haber recibido la solicitud del jefe policial, el juzgado ordenó a la Fiscalía que realizara de manera urgente, las diligencias con Medicina Legal para que a Víctor se le hiciera el peritaje psicológico y, de ser necesario, un peritaje psiquiátrico.
Pero a la vez, en la misma resolución, el juzgado escribió: “… dadas las circunstancias y urgencia de dicha petición, se procedió a coordinar con el Instituto de Medicina Legal para que se realice evaluación psiquiátrica, quienes proporcionaron como fecha para la práctica de la misma, las ocho horas con treinta minutos del día seis de marzo del presente año…”.
Víctor murió en el Hospital Psiquiátrico un día antes de que le realizaran el examen que determinaría que sufría problemas mentales.
En el mismo documento donde el juzgado consigna lo anterior, en el primer párrafo, da una explicación sobre el porqué de su resolución tardía a la petición presentada por García Hernández.
“Se hace constar que la presente se resuelve hasta esta fecha, tal situación obedece a la carga laboral que ostenta esta sede especializada, a la demanda de procesos de violencia intrafamiliar, diligencias de protección y procesos penales, procedentes de los cuatro departamentos que conforman la zona oriental, lo que imposibilitó realizarla en una fecha anterior a la presente;…”, reza el documento.
En el documento que dio el Instituto de Medicina Legal se indica que Víctor murió por edema pulmonar; no obstante, algunos de los familiares consideran que murió por negligencia.
A pesar de sus sospechas, tanto los padres como la mujer de Víctor dicen que no quieren más problemas. “Se lo dejamos todo a Dios, aunque sabemos que él no merecía morir en esas condiciones”, afirman.
Víctor fue sepultado ayer en el cementerio público de Joateca, 200 kilómetros al oriente de San Salvador.