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El llamado “e-waste” sigue creciendo, mientras gran parte termina contaminando ríos y suelos por falta de un sistema formal de reciclaje.

¿Qué pasa con la basura electrónica en El Salvador y por qué casi nadie la recicla?

Cada salvadoreño genera al año unas 14 libras de basura electrónica, pero menos del 2% se recicla. El resto termina en vertederos, ríos o bodegas improvisadas.

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Por elsalvador.com
Publicado el 27 de diciembre de 2025

 

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El Salvador enfrenta un creciente problema de basura electrónica. Cada salvadoreño genera unas 14 libras de residuos electrónicos al año, pero solo el 1.22% se recicla formalmente. La mayoría de celulares, computadoras y otros aparatos termina en vertederos, ríos o bodegas improvisadas, contaminando suelo y agua por sus componentes tóxicos. El alto consumo y la rápida obsolescencia tecnológica impulsan esta tendencia, reflejada en la fuerte importación de teléfonos. Expertos advierten sobre los riesgos ambientales y de salud, y llaman a un consumo responsable y a mejorar los sistemas de recolección y reciclaje.

Cada vez que cambiás de celular, impresora o computadora, hay una historia ambiental que pocas veces se cuenta. En El Salvador, la rápida renovación de dispositivos electrónicos está dejando una huella silenciosa: toneladas de basura de aparatos eléctricos y electrónicos, conocidos como RAEE o e-waste, que en su mayoría no reciben un tratamiento adecuado.

Las cifras lo confirman. Según el Observatorio Internacional sobre Residuos Electrónicos 2024, elaborado por el Instituto de las Naciones Unidas para la Formación Profesional e Investigaciones (UNITAR) y la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), El Salvador generó unas 41,000 toneladas de basura electrónica en un año. De ese total, apenas 500 toneladas fueron recolectadas y recicladas de forma oficial, lo que equivale a alrededor del 1.22%.

En términos simples, cada salvadoreño produce anualmente unas 14 libras de este tipo de residuos. Una cantidad que, acumulada, alcanzaría para llenar más de una vez y media el Estadio Jorge “Mágico” González solo con aparatos en desuso.

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Del uso cotidiano al abandono tecnológico

La acumulación de dispositivos electrónicos se nota incluso a pequeña escala. En un cibercafé de Ahuachapán, más de cien celulares y partes de estos han quedado almacenados en el último año. Sus dueños, al no encontrar reparación, optaron por dejarlos como chatarra.

“El dato sorprende porque la actividad principal es la reparación de computadoras, tabletas e impresoras”, comentó su propietario, Nery Monrroy. Para él, la variedad de teléfonos, desde modelos antiguos hasta inteligentes, refleja la obsolescencia tecnológica y el aumento del consumo.

Monrroy explicó que si se dedicara exclusivamente a la reparación de celulares, probablemente tendría muchos más aparatos acumulados. A diario, asegura, recibe al menos cuatro impresoras y dos computadoras para diagnóstico. Algunas tienen solución, otras no, y en seis meses ha tenido que almacenar cerca de cien dispositivos.

Esta experiencia coincide con una tendencia nacional. Solo entre enero y octubre de un año reciente, El Salvador importó 345.1 millones de dólares en teléfonos, incluidos celulares, según datos del Banco Central de Reserva (BCR). Se trata del quinto producto más importado del país, una señal clara del ritmo de consumo tecnológico.

El impacto ambiental que casi no se ve

Desechar celulares, microondas, computadoras, cámaras de video o cigarrillos electrónicos junto a la basura común puede parecer un gesto menor. Sin embargo, los expertos advierten que el daño ambiental y a la salud es significativo.

El Proyecto de Residuos Electrónicos en América Latina (PREAL), impulsado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y ejecutado por la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), recordó que estos equipos contienen materiales valiosos como oro, cobre y hierro, pero también sustancias peligrosas.

“Si estos dispositivos se desechan incorrectamente y terminan en vertederos o incineradoras, pueden liberar estas sustancias al medio ambiente, contaminando el agua, el suelo y el aire, y causando daños a la salud humana y la biodiversidad”, advirtió PREAL.

Paola Romero, coordinadora del programa de Cambio Climático del Fondo de Inversión Ambiental de El Salvador (FIAES), explicó que cuando un RAEE se tira con la basura común se produce contaminación del suelo y, por escorrentía, del agua. A su juicio, el problema seguirá creciendo mientras predomine el consumismo.

“Nuestro llamado, en primer lugar, es tener conciencia en un consumo responsable, darle utilidad a nuestros productos hasta que terminen su vida útil”, señaló Romero. También recomendó buscar puntos de recolección especializados antes de desechar estos aparatos.

Miles de aparatos electrónicos terminan en la basura cada año, pese a contener materiales valiosos como oro, cobre y litio.
Miles de aparatos electrónicos terminan en la basura cada año, pese a contener materiales valiosos como oro, cobre y litio. Foto: Freepik

Una tendencia global que también afecta al país

El problema no es exclusivo de El Salvador. A nivel mundial, la generación de residuos electrónicos pasó de 34 millones de toneladas en 2010 a 62 millones en poco más de una década. Para 2030, se prevé que la cifra alcance las 82 millones de toneladas, impulsada por la rápida obsolescencia tecnológica.

El Observatorio Internacional sobre Residuos Electrónicos detalló que los e-waste generados en 2022 contenían 31 millones de toneladas de metal, 17 millones de plástico y 14 millones de otros materiales como vidrio y minerales. El valor económico de los metales contenidos en esos residuos se estimó en 91,000 millones de dólares.

Un reciclaje adecuado permitiría avanzar hacia una economía circular, con cadenas de valor más seguras y sostenibles, algo que sigue siendo un desafío pendiente en muchos países de la región.

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Celulares, el residuo más común

Entre todos los aparatos eléctricos y electrónicos, los teléfonos móviles son los que se desechan con mayor facilidad. El informe de Indicadores de Telecomunicaciones de la Superintendencia General de Electricidad y Telecomunicaciones (SIGET) mostró que el número de líneas móviles activas en el país se redujo en casi 300,000 en un trimestre, lo que sugiere que miles de teléfonos quedaron fuera de uso.

En El Salvador, nueve de cada diez hogares tienen celulares. Además, más de 745,000 cuentan con computadoras y cientos de miles con tabletas, microondas y lavadoras, según el VII Censo de Población y VI Censo de Vivienda 2024 del BCR.

A pesar de esta alta penetración tecnológica, la recolección formal sigue siendo limitada. En cinco años, el Ministerio de Medio Ambiente apenas recolectó 79.37 toneladas de e-waste, una cifra mínima frente al volumen que se genera.

Con reportes de El Diario de Hoy.

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