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Bukele reunido con Milei en Argentina.

"El error que cometimos los periodistas es que nos metimos al ring a pelear con los gobernantes": Omar Rincón

El profesor colombiano de periodismo señala en esta entrevista que uno de los principales problemas de los periodistas en la actualidad es que no son autocríticos y que es necesario pensar en una nueva agenda, más allá de la política.

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Por Jessica Ávalos
Publicado el 28 de julio de 2025


Omar Rincón es investigador y profesor de Comunicación y Periodismo de la Universidad de los Andes, en Colombia. Estuvo recientemente en El Salvador, para una cátedra de la maestría de Comunicación de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, y habló con El Diario de Hoy. En esta entrevista señala que uno de los problemas principales para el periodismo en El Salvador y en la región es que los periodistas no son autocríticos, y que están demasiado ocupados siguiendo la agenda de los políticos, sin armar una agenda ciudadana. Pese a la crisis, piensa que el periodismo es el futuro, pero para evitar que muera, es necesario que los periodistas se reinventen.

¿Podrías resumir tu ponencia "Nuevas narrativas y discursos en Latinoamérica"?

El argumento de todo es que la ciencia política, los estudiosos críticos logran diagnosticar perfectamente qué pasa con los nuevos poderes en América Latina, hablando de Milei, Bukele, Trump, Petro, de todas las ideologías. Y hay interpretaciones de todo tipo, los llaman autoritarios, fascistas, antidemocráticos. Hay una cantidad de adjetivos, pero lo que nosotros creemos, desde la comunicación, es que esos diagnósticos son hechos desde el pasado, desde una democracia definida teóricamente del pasado; y que cuando se va al tiempo presente, eso no explica porqué el éxito de estos muchachos, si son tan antidemocráticos, antiderechos, antitodo.

La pregunta que todo el mundo se hace es por qué son tan exitosos. Yo creo que la comunicación explica mucho más que la ciencia política y que todas estas disciplinas. ¿Qué explica la comunicación? Que en el fondo lo que hay que analizar es la forma de narrar de estos sujetos, la puesta en público y las maneras de conectarse con la ciudadanía.

Si uno explica a AMLO lo puede explicar desde una lógica de la narrativa de la telenovela, por ejemplo, es un héroe amoroso que ama a su pueblo y que lo defiende de los políticos extraños. 

Si uno ve a Bukele o Trump son más liderazgos del superhéroe: dos tipos que guían a su pueblo, independiente si el pueblo quiere, para salvarlo al futuro, sin preguntar por nada. Si hablamos de Milei es como un cantante en show de recitales. Se la pasa insultando a todo el mundo, vive como un rock star, como un influencer o un rockero para ese tipo de cosas.

En el libro "Las narrativas del yo" intentamos mirar cómo es la narrativa de Elon Musk, de Petro, de Novoa, o sea, explicar cómo estos gobernantes de América Latina se narran, qué tipo de heroísmo tienen, qué tipo de villanos, qué género narrativo representan. 

¿Todos estos gobernantes construyen la figura de héroe, pero con matices?

No, ahí cada cual construye una figura narrativa desde algún lado. Por ejemplo, Petro es una épica, que se hace a sí mismo, y Él dice: "Yo soy revolucionario, pero mi gobierno no." Es una tragedia. "Yo quiero gobernar, pero mi gobierno no me ayuda" y termina siendo una comedia.

El joven Trump es mucho más una lógica de superhéroe estilo reality.

El joven Milei es como un outsider, entonces ya no es ni épica porque él no ha hecho nada en la vida, así como especial, sino que es como un héroe de terror que llega a atacar a una cantidad de villanos extraños que él ve ahí en los zurdos. Cada uno tiene un modelo narrativo que conecta con su pueblo.

El de Bukele es totalmente un superhéroe, pero un superhéroe con matrices religiosas, como un elegido para salvar a un pueblo de los políticos tradicionales, de los medios de comunicación y de las herencias clásicas.

De hecho, cuando Bukele se tomó la Asamblea invocó a Dios.

Y además en la Asamblea dijo que habló con Dios y que Dios le dijo que tenía que esperar. Entonces él es un mesías que tiene una misión que cumplir, que es salvar a El Salvador y El Salvador es una tierra muy religiosa. 

¿Y cómo puede penetrar tanto un discurso así, de alguien que se vende como un profeta, en un pueblo tan religioso?

Si tú tienes un villano clásico o un demonio, para ponerlo en términos religiosos, y tú combates ese demonio, el pueblo te quiere. Entonces, el demonio que intenta Trump en Estados Unidos son los migrantes. Los gringos no progresan por culpa de ese demonio.

El demonio de Bukele aquí son las maras. Cuando tú tienes un demonio tan fácil, tan ubicado, yo te apoyo todo. Tú me quitas las maras de por medio, y estoy dispuesto a ceder todos los derechos porque tú me solucionaste un problema que yo tenía.

Entonces, si tú tienes muy claro el demonio y tú tienes la lógica para extirparlo, no tienes problemas porque ahí el pueblo te entrega su voluntad. En estos tres casos todo el mundo dice: "Pero los derechos humanos." A la gente no le importan los derechos humanos. Salga a la calle y pregúntele a la gente qué son los derechos humanos y verá que no tiene mucha idea de eso.

Omar Rincón es catedrático de periodismo de la Universidad de Los Andes, Colombia. Foto: EDH

¿Por qué en la medida que estos personajes se hacen más populares, el periodismo se hace más impopular?

Tenemos ya superhéroes. Entonces, siguiente paso: los superhéroes hacen una batalla que ellos llaman batalla cultural. La batalla cultural contra qué enemigo lo hacen Trump, Milei, Petro y Bukele, ¿Cuáles son los enemigos de ellos? Las mujeres, los ambientalistas, los diversos sexuales. Eso está bien teóricamente, pero el real enemigo son los periodistas y los medios. Ellos, de derecha e izquierda, sienten que el enemigo son los periodistas y los medios. 

Y ahí tenemos que hacer autocrítica a los periodistas. Es muy útil para ellos porque dicen: ¿A quién le puedo pegar que me responda? Los empresarios dicen: "nosotros no salimos a pelear porque queremos hacer negocios y vamos a negociar. Nosotros queremos hacer plata". Nadie le pelea.

Los políticos tampoco. No pelean contra la justicia porque son aliados.

Y los periodistas sí le ponen cuidado. El error que cometimos los periodistas desde el año 2000, no es ahora, es que nos metimos al ring a pelear con los gobernantes. El desprestigio del periodismo viene desde ahí.

Ha pasado en todo el América Latina que los periodistas ya se vienen a dar en la jeta con el gobernante y el gobernante todo el tiempo nos usa, porque nos manda golpes y nosotros lo reproducimos, somos como feedback. Casi que estamos felices de que nos peguen.

¿Pero qué hacemos si nos pegan?

Es que nosotros no somos actores políticos, tendrías que no meterte en el ring. En el momento que te metas en el ring de actor político, pierdes legitimidad, credibilidad y por eso la gente nos está odiando. Sugerencia retonta que yo siempre he hecho: ¿Qué pasa si desbukelizamos la información, despetrizamos la información, destrompizamos la información? 

Los periodistas somos un enemigo muy fácil. Nosotros tenemos un micrófono, un periódico, un medio digital para informar, no tenemos mucho. Ellos tienen Estado, tienen policía, tienen impuestos, autoridad de impuestos, tienen Ejército, tienen secuaces, tienen plata. Van a ganar. 

El periodismo perdió cuando se dejó meter como actor político y no es capaz de salirse de eso.

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¿Qué cambios se necesitan?

¿Qué pasa si ustedes sacan las primeras dos páginas con las noticias de Bukele y ponen un párrafo de cada boletín de prensa que manda el gobierno sin criticar? Y de la página cuatro en adelante hacen agenda propia, por fuera de la agenda de Bukele. ¿Qué pasa si se hacen la agenda de los ciudadanos? El medio ambiente, la salud, la comida, el hambre, la educación, la movilidad, el amor. 

Y en contextos polarizados, ¿No entrar al ring no implica no denunciar abusos?

La polarización para mí es un invento periodístico. En la escuela de periodismo te enseñan que todas las notas tienen que ser polarizadas. Es mucho más difícil narrar lo ambiguo porque no todo es bueno ni malo. 

Al periodismo le encanta y contrapunto. De pronto no hay que hacer eso. De pronto narre toda la diversidad de puntos que hay en la mitad. La segunda cosa es que nosotros como medios no podemos competir con la red digital. 

Yo ahora soy fanático de dos periodismos: taste maker y tutorial, que es que todo me lo explique en tres puntos, si usted esta entrevista no me la puede explicar en tres puntos, fracasamos. Porque la gente no tiene por qué leerme.

Taste maker es no me lo diga blanco o negro, dígame, cómo entiendo eso: explíqueme la experiencia, no me diga lo que usted piensa. Dígame tres criterios por qué a Bukele va bien. Es como cuando tú vas a un restaurante. Las entradas pueden ser malas, el plato fuerte puede ser bueno, los postres más o menos, la decoración bonita la otra.

Pero llevamos ratos diciendo que el periodismo se tiene que reinventar. ¿Es todavía posible hablar de eso en 2025?

No, yo creo que lo que tú dices: el periodismo está re en crisis. En el siglo XX, ser periodista era respetable para todo el mundo. En el siglo XXI, uno no tiene que decir que es periodista porque lo mandan al hueco, lo persiguen. Perdimos la legitimidad y la credibilidad. Y seguimos diciendo que lo hacemos bien. Algo mal estamos haciendo, y autocrítica no hay. Un encuentro de periodistas es una quejadera.

No es solamente culpa de internet, ni de Bukele, ni de Trump, ni de Petro, algo mal estamos haciendo. 

¿Qué podríamos estar haciendo mal?

 Yo creo que la falta de autocrítica. Es esto que te digo, que entramos a volvernos activistas. Yo prefiero a los medios que se posicionan y se transparentan: soy defensor de derechos humanos. Bien, eso me parece que es mucho más claro. La gente quiere que le digamos eso, que digamos dónde estamos pensando.

No sé si escuché mal, pero acaba de decir que el periodismo es el futuro. 

Voy a decir dos o tres cosas terribles. Una: evito informarme porque no soporto el mal periodismo que hacemos. Segundo, estoy de acuerdo que no me gusta informarme por lo que dice el informe Reuters: porque todo el tiempo hablan de políticos, y me muestran una realidad que todo es un desastre. 

Y tercero, el futuro del periodismo también está bien porque hay un gran periodismo de investigación, solamente que no tiene incidencia porque nosotros los periodistas estamos demasiado pendientes del breaking news. Hay mucho futuro, si los periodistas hacemos autocrítica y nos reinventamos.

El criterio básico es si hacemos autocrítica y no nos creemos que lo que hacemos es una maravilla. Tenemos futuro porque si tantos presidentes y poderosos del mundo le cascan tan duro a los periodistas, es porque vale la pena.

¿Por qué si dicen que somos tan mediocres, si a nadie le importa, por qué hablan tanto de nosotros? Hay futuro, el periodismo como tal, pero con los periodistas que tenemos no. El oficio no se va a morir, la libertad de expresión seguirá siendo un valor alucinante, pero tenemos que hacerle honor a ese oficio y a ese valor democrático de la libertad de expresión.

¿Por qué parece que el periodismo solo le importa a los periodistas y no a la ciudadanía?

El periodismo está para confirmar todavía. No está de primero, pero si queremos saber realmente qué pasa, vamos al periodismo. Por eso es que hay futuro. Puede que nos odien, pero terminan prendiendo el televisor o comprando el diario. 

Menciona tres cosas que tendríamos que hacer los periodistas para rescatar el oficio

La primera es ser autocrítico. Pensemos qué hacemos mal y por qué razón, sin echarle la culpa a nadie. 

Segundo, tenemos que reinventar formatos y agendas. O sea, los formatos no nos están sirviendo y las agendas clásicas tampoco nos están sirviendo para eso. 

Y tercero, lo que yo haría es educarnos, abrir la cabeza a otros lugares. O sea, salirnos del periodismo: vaya al mundo del arte, vea serie de televisión, escuche música. 

La metáfora o la moraleja es: si a mí me puede reemplazar un bot o algo producido por internet artificial, es que no sirvo. 

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