Niños salvadoreños entonan por primera vez el Himno Nacional en náhuat
La entonación del himno en náhuat no solo fue un acto artístico y simbólico, sino también un gesto de justicia cultural. Lo más tierno que verás hoy.
Las voces tiernas de los estudiantes de parvularia del Centro Escolar Dr. Mario Calvo Marroquín, de Izalco, llenaron de fervor cívico el Salón Azul de la Asamblea Legislativa, al entonar el Himno Nacional de El Salvador en idioma náhuat, lengua originaria de los pueblos nahua-pipiles. El acontecimiento marcó un hecho sin precedentes en la historia del parlamento salvadoreño y se convirtió en un símbolo poderoso de reconocimiento a nuestras raíces culturales.
Un momento histórico en la Asamblea Legislativa
Nunca antes se había interpretado el Himno Nacional en una lengua indígena dentro del recinto legislativo. El eco de las voces infantiles resonó entre las paredes cargadas de historia del Salón Azul, lugar donde se discuten y aprueban las leyes de la República. La solemnidad del acto fue reforzada por el contexto: en el marco de las celebraciones cívicas de septiembre, que recuerdan la independencia de Centroamérica.
La entonación del himno en náhuat no solo fue un acto artístico y simbólico, sino también un gesto de justicia cultural. El reconocimiento público de las lenguas originarias en espacios oficiales reafirma la diversidad que forma parte de la identidad salvadoreña.
El náhuat: una lengua que resiste
El náhuat es la única lengua indígena que aún sobrevive en El Salvador, hablada principalmente en comunidades de Sonsonate, Nahuizalco, Izalco y Santo Domingo de Guzmán. Durante siglos, este idioma fue perseguido y relegado al silencio, especialmente después de la masacre de 1932, cuando miles de indígenas fueron asesinados y se instauró un clima de miedo que llevó a muchas familias a ocultar su identidad y su lengua.
Hoy, los esfuerzos de revitalización han cobrado fuerza gracias a organizaciones comunitarias, académicas y centros escolares que promueven el aprendizaje del náhuat en nuevas generaciones. Que niños de parvularia lo utilicen para cantar el Himno Nacional representa esperanza: la lengua no solo resiste, sino que empieza a florecer en espacios de gran relevancia nacional.

La educación como pilar de la revitalización cultural
El papel de las escuelas es fundamental en la transmisión del idioma. El Centro Escolar Dr. Mario Calvo Marroquín, al involucrar a sus estudiantes en esta actividad, se convierte en un ejemplo del compromiso de la educación pública con la preservación cultural. Desde las aulas, los niños aprenden que el náhuat no es un vestigio del pasado, sino una herencia viva que enriquece la identidad salvadoreña.
Además, cantar el Himno Nacional en náhuat fortalece el sentido de pertenencia y orgullo de los pueblos originarios, a la vez que abre un espacio para que todos los salvadoreños valoren su diversidad cultural.
El Himno Nacional: símbolo de unidad en diversidad
El Himno Nacional de El Salvador, compuesto por Juan José Cañas y con música de Juan Aberle, ha sido desde su oficialización en 1879 un símbolo de unidad nacional. Sin embargo, hasta ahora se había interpretado exclusivamente en español. Su versión en náhuat recuerda que la nación no es homogénea, sino que está formada por múltiples identidades que deben ser reconocidas.
La inclusión de una lengua originaria en la interpretación de nuestro himno envía un mensaje de integración: no existe contradicción entre ser salvadoreño y pertenecer a un pueblo originario. Por el contrario, se trata de dos dimensiones inseparables que juntas fortalecen el sentido de patria.
Implicaciones políticas y culturales
Que este hecho ocurra en la Asamblea Legislativa tiene una carga simbólica enorme. No se trata únicamente de un gesto cultural, sino también político: el Estado, a través de uno de sus tres órganos fundamentales, reconoce públicamente a los pueblos indígenas y su aporte histórico.
Este reconocimiento abre la puerta a reflexionar sobre políticas de inclusión, protección y promoción de las lenguas originarias, que hasta ahora han estado en riesgo de extinción. También envía un mensaje hacia la sociedad en general: valorar y respetar el náhuat y las tradiciones indígenas es una responsabilidad colectiva.
Reacciones y emociones
Quienes presenciaron el acto no pudieron ocultar su emoción. El contraste entre la solemnidad del Salón Azul y la dulzura de las voces infantiles en un idioma ancestral generó un ambiente único. Varios asistentes destacaron que escuchar el Himno Nacional en náhuat fue conmovedor, porque evidenció que la patria no solo se construye desde las instituciones políticas, sino también desde la memoria y la cultura de los pueblos que han habitado estas tierras por siglos.
El momento también fue visto como una oportunidad para visibilizar la importancia de seguir apoyando proyectos de revitalización lingüística. Si los niños aprenden náhuat desde temprana edad, la lengua tendrá mayores posibilidades de sobrevivir y crecer.
Un legado para las futuras generaciones
El canto del Himno Nacional en náhuat por parte de los estudiantes de Izalco no debe verse como un hecho aislado, sino como un precedente. A partir de este acontecimiento, es posible imaginar más iniciativas que integren las lenguas y culturas originarias en actos oficiales, en la educación y en los medios de comunicación.
Así, El Salvador avanzaría hacia un país más inclusivo, que no solo reconoce su pasado indígena, sino que lo asume como parte de su presente y su futuro. Las voces de los niños, inocentes y llenas de esperanza, abrieron una puerta hacia esa posibilidad.
El acto protagonizado por los estudiantes de parvularia del Centro Escolar Dr. Mario Calvo Marroquín pasará a la historia como la primera vez que se entonó el Himno Nacional en náhuat dentro de la Asamblea Legislativa. Más que un hecho simbólico, representa un paso firme hacia la recuperación de nuestras raíces y la construcción de un país que abraza su diversidad.
El sonido del náhuat en el Salón Azul fue un recordatorio de que la patria se canta y se vive en muchas voces, y que todas ellas son necesarias para comprender quiénes somos como nación.
