El domingo, Chile eligió a quien desde marzo será el presidente más joven de su historia, Gabriel Boric, de solo 35 años.
Y es lógico que al ser un millennial y enarbolar un discurso antiélites, algunos observadores tanto en Chile como fuera del país lo comparen con el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, quien es solo cinco años mayor que Boric y quien también ha construido una plataforma retórica sobre el rompimiento con la política usual.
Pero fue el mismo Boric quien se desmarcó del mandatario salvadoreño. En un perfil que elaboró el medio digital chileno La Cuarta en junio de este año, el ahora presidente electo dijo sentirse “muy lejos de Nayib Bukele” y consideró su estilo “un autoritarismo populista que destruye instituciones”.
Enormes contrastes
Este perfil fue publicado el 1 de junio. En ese momento, el chileno afirmó que la política no era blanco y negro, y dijo querer aprender de aquellos que habían tenido un cargo público antes de él.
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Ese mismo día, el presidente Bukele celebraba en El Salvador su segundo año de gobierno, marcado por abusos de poder e intolerancia a las críticas.
En su discurso ante la Asamblea Legislativa que ahora controla, el mandatario anunció un “quinto paso” en el que incluye la derrota del “aparato ideológico”.
“Que los poderes fácticos estén dando la cara, a plena luz y con poderosos apoyos nacionales e internacionales, demuestra la importancia de nuestro quinto paso, la batalla del pueblo salvadoreño contra el aparato ideológico de los mismos de siempre”, dijo en ese momento el mandatario.
El contraste continúa
Seis meses y medio después, Bukele sigue abusando del poder y sus críticos siguen vulnerables a persecución, acoso y violencia.
Mientras que en su discurso de aceptación, Boric manifestó que “desestabilizar las instituciones democráticas conduce directamente al reino del abuso, la ley de la selva, y el sufrimiento y desamparo de los más débiles. Vamos a cuidar la democracia, cada día, todos los días”.
Además, ante el resultado legislativo, que dejará un Congreso dividido, el joven izquierdista chileno considera esta situación "una invitación y una obligación de dialogar. Yo honestamente lo veo como una oportunidad para volver a encontrarnos, para unirnos en grandes gestas por el bienestar de nuestra patria, para lograr amplios y duraderos acuerdos que mejoren la calidad de vida de nuestros compatriotas".
Finalmente, el chileno rechazó la violencia en la política, algo que los críticos, opositores y hasta los periodistas salvadoreños se enfrentan día con día solo por hacer comentarios o preguntas que disgustan al oficialismo.
Aún no se sabe cómo gobernará el joven presidente chileno. No se tiene más que sus promesas y sus llamados a la unidad. Pero desde junio parece haber sentado una postura clara ante su par salvadoreño, aquel que a su juicio “destruye instituciones” al tiempo que él se compromete con fortalecerlas. El tiempo dirá si realmente se desmarca del autoritarismo de Bukele o si lo emula a pesar de sus promesas de cambio y renovación.