Familias desesperadas claman a la Policía intensificar la búsqueda de obreros desaparecidos en El Boquerón

Los parientes de los desaparecidos aseguran que los avances de búsqueda de parte de las autoridades son lentos y poco productivos.

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Foto EDH / Cortesía

Por Diana Escalante / Óscar Iraheta

2019-05-27 9:50:35

Hace menos de un año, Neftalí Castro se convenció de que debía dejar el empobrecido cantón de la zona costera de La Libertad, de donde es originario, para radicarse en San Salvador en busca de mejores oportunidades para su hijas gemelas, de 2 años, y su esposa.

Esta familia subsistía de los dos oficios que el joven, de 24 años, aprendió de su padre: la pesca y la agricultura. Pero los ingresos económicos que él obtenía no eran suficientes y le pidió a su hermano mayor que le ayudara a encontrar un trabajo en la capital.

El pariente de Neftalí no solo le consiguió empleo en una empresa dedicada a la construcción de piscinas, sino que también le abrió las puertas de su casa para que se instalara con su familia.

Los trabajadores fueron vistos por última vez en la zona de un restaurante café en el km 25 de la carretera El Boquerón-Quezaltepeque, hacia el mediodía del viernes.
Foto EDH/ Oscar Iraheta

Desde el viernes, Castro y sus compañeros, Jorge Cisneros, de 24 años, y Matías Palacios, de 40, están desaparecidos. La última vez que los vieron fue antes del mediodía, tras realizar trabajos en una residencial de Santa Tecla, en la carretera a El Boquerón, La Libertad.

El camión de la empresa en el que salieron a botar tierra fue hallado abandonado por las autoridades ese mismo día, por la noche, en el kilómetro 25 y medio de la referida arteria, en el cantón San Juan Los Planes, de Quezaltepeque, a cinco cuadras del puesto policial.

Jorge Cisneros tiene 24 años de edad y tenía 8 años trabajando en la empresa de Piscinas Oscar.
Foto EDH/ cortesía

“Yo por ayudarle a mi hermano me lo traje (a la capital), pero nunca me imaginé que esto iba a pasar. Si uno fuera sabio…”, se lamenta el familiar de Neftalí.

El joven no logra contener las lágrimas cuando relata que su madre, una sexagenaria, está destrozada por no saber el paradero de su hijo menor y se resiste a creer que algo malo le ha pasado. Con tristeza cuenta que sus sobrinas no paran de preguntar por su papá.

La misma angustia y tristeza sienten los familiares de Cisneros y Palacios. Desde el viernes estas personas no han parado de visitar hospitales, morgues y sedes policiales en busca de los obreros.

Todos coinciden en que la lentitud con la que avanzan las investigaciones de las autoridades, pero sobre todo la búsqueda de las víctimas, los ha hecho pensar en la posibilidad de armar un grupo grande para internarse entre las veredas y cafetales de El Boquerón para buscar a sus desaparecidos.

Algunos de los allegados han debido pedir permiso en sus trabajos o adelantar sus vacaciones para dedicarse por completo a encontrar a los obreros.

Los zapatos y la billetera de Jorge Cisneros fue lo único que se encontró en el interior del camión.
Foto EDH/ cortesía

“A mí me rompe el corazón ver a mis padres llorar por no saber nada de Jorge…Queremos encontrar aunque sea el cadáver para enterrarlo”, expresa con voz cortada y con la vista al cielo un pariente de Jorge.

Víctimas no fueron amenazadas

Los allegados de las víctimas aseguran que nunca les contaron que los hubieran amenazado, pese a que visitaban zonas asediadas por maras. Las veces en que eran interceptados por delincuentes solo les pedían que se identificaran y les preguntaban qué andaban haciendo.

Empleados de la empresa cuentan que esta es la primera vez que enfrentan un problema de este tipo. El único incidente que tuvieron fue la semana pasada. El jueves, los trabajadores llegaron a la residencial de Santa Tecla para hacer unos trabajos. Hubo necesidad de salir a botar tierra en un camión y lo hicieron en un vivero cercano.

Fuentes cercanas a la investigación señalan que el propietario del establecimiento los autorizó, pero su esposa se molestó por ello.

Al día siguiente, los obreros regresaron a descargar la tierra y la pareja discutió otra vez. El dueño del terreno se impuso y dio permiso a los obreros. Ellos retornaron a la residencial y antes del mediodía salieron con el mismo objetivo. Dijeron que volverían, pero no fue así.

Las alarmas se encendieron entre sus parientes a las 9:00 p.m. del viernes, porque no llegaron a casa ni respondían las llamadas. Por eso acudieron a distintos puestos de la Policía para reportarlos como desaparecidos. Así se enteraron de que el camión estaba abandonado en una zona desolada de El Boquerón.

Al amanecer, compañeros y familiares llegaron al lugar. Dentro de la cabina del vehículo estaba una billetera y un par de zapatos. Eran de Jorge. Sobre el timón y la palanca habían dos camisetas sucias con logos de la empresa. Esas son la únicas pistas que, por ahora, se tienen de las víctimas.