“Puede ser todo lo que se dice de él pero no pandillero; aquí no era nada de eso”; “Se decían cosas de él, pero eran cosas de cipotes, nada que ver con cosas de pandillas”. Así respondieron dos adultos (un hombre y una mujer), residentes en la urbanización Los Nogales, al sur de San Salvador, al preguntarles cómo recordaban a Kilmar Armando Ábrego García, el joven salvadoreño que está en medio de una disputa que mantiene enfrentados al poder Ejecutivo y Judicial de Estados Unidos, en la cual también está involucrado el presidente salvadoreño, Nayib Bukele.
Kilmar fue deportado y encarcelado en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), el pasado 15 de marzo, por un error administrativo, según admitieron ante una corte, funcionarios del presidente Donald Trump, quienes luego de admitir su error han señalado mediáticamente al salvadoreño de pertenecer a la Mara Salvatrucha (MS-13).
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No obstante, la jueza federal que lleva el caso de Kilmar, Paula Xinis, ha sido clara en advertir que el salvadoreño no tiene antecedentes penales en Estados Unidos ni en El Salvador y que los señalamientos de pertenecer a pandillas no tienen fundamento.
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Lo que hasta hoy no se había dicho es que Kilmar pasó parte de su niñez y adolescencia en una colonia donde, si bien no había presencia de pandilleros o marcación de territorio con grafitis, sí era una zona de influencia de la facción Sureña de la pandilla 18, por ser un sector inmediato a colonias donde sí había un marcado control de esa agrupación criminal.
Fuentes de este periódico afirman que Los Nogales quedaba en una franja de territorio de la 18 Sureños que comenzaba en la colonia San Patricio, pasando por las urbanizaciones La Cima II, III y IV, las comunidades Modelo, comunidades Aragón, La Loma o Lomita y colonia California. En todos esos vecindarios era notorio el control que ejercía esa pandilla.

De hecho, uno de los episodios de violencia más fuertes ocurrió a principios de febrero de 2018, donde murió un agente policial y dos miembros de la pandilla 18 y resultaron heridos seis policías y otros dos pandilleros, según informó la Policía Nacional Civil (PNC).
El memorando policial número DG/SDG 5341, de fecha 9 de agosto de 2018, confirma los datos recabados por El Diario de Hoy, sobre el control que la Pandilla 18 tenía en el referido sector. El documento es un mapeo minucioso sobre la presencia de pandillas en todo el territorio salvadoreño.
En el documento policial se indica que la agrupación (hengla, equivalente a clica en la MS-13) con presencia en los vecindarios antes mencionados, era la Dolores Locotes Revolucionarios, un dato erróneo, según las fuentes, pues en esos lugares la presencia era de la 18 Sureños.
En el mismo informe policial se indica que cruzando la Autopista a Comalapa, en el lado oriente, el control territorial cambiaba a la MS-13, específicamente en el tramo entre el paso a desnivel de la carretera hacia los Planes de Renderos hasta la Terminal del Sur.
Fuentes de este diario ubican el control territorial de la MS-13 en San Marcos desde una conocida embotelladora de agua llegando hasta la comunidad 10 de Octubre, un bastión de esa agrupación criminal donde por algún tiempo vivió Élmer Canales Rivera, alias Crook, con su familia.
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Canales Rivera, según investigaciones del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, fue sacado de una prisión salvadoreña, en la cual pagaba abultadas condenas, por un funcionario del gobierno de Bukele, quien le proveyó de un arma de fuego, y lo alojó en un lujoso departamento de San Salvador, antes de sacarlo hacia Guatemala.
El memorando policial indica que en la zona sur de San Salvador, la MS-13 tenía presencia en las colonias Cruz Roja, Jardines de San Marcos (incluyendo el mercado municipal), Santa Paula, Valle de San Marcos y muchas otras ubicadas entre la autopista a Comalapa y la falda oriental del cerro San Jacinto hasta llegar a Santo Tomás.
Diversas personas que hablaron con este periódico, a condición de preservar su anonimato, afirmaron que en Los Nogales, la madre de Kilmar tenía un pequeño negocio de tortillas, además vendía artesanías en un puesto del mercado de San Marcos.
De la urbanización Los Nogales al mercado de San Marcos sólo hay entre 800 a mil metros de distancia. Por esa razón, a Kilmar lo recuerdan muy poco en el referido mercado. Las fuentes suponen que por vivir en un vecindario que la MS-13 tomaba como territorio de pandilleros rivales, no llegaba mucho al puesto de venta de la madre, para evitar cualquier problema, incluyendo ser asesinado.
Hasta antes de marzo de 2022, cuando las pandillas controlaban la mayor parte del territorio salvadoreño, muchas personas fueron asesinadas por esos grupos, por la sencilla razón de cruzar, tal vez sin saberlo, las fronteras territoriales entre grupos criminales rivales.

Las pandillas golpeaban, asesinaban o desaparecían a personas que vivían en un territorio controlado por un grupo criminal pero tenía que desplazarse a trabajar o estudiar a lugares donde dominaba otra pandilla.
No obstante, fuentes consultadas por este Periódico afirman que la familia de Kilmar se marchó de Los Nogales (vecindario de influencia de la pandilla 18 Sureña) a la urbanización Jardines de San Marcos (territorio controlado por la MS-13), donde la madre continuó con su negocio de hacer y vender tortillas y pupusas. Pero para cuando eso sucedió, Kilmar ya había emigrado a Estados Unidos, pues no recuerdan haber visto a jóvenes en la pupusería Cecilia.
Notas periodísticas han publicado que en su petición de asilo, Kilmar argumentó que la Pandilla 18 extorsionaba a su madre en su negocio. Sin embargo, vecinos de Los Nogales, donde recuerdan que Cecilia tenía un pequeño negocio de tortillas, aseguran que en ese lugar las pandillas nunca extorsionaron negocios y nunca hubo presencia velada de miembros de ninguna pandilla.
Por otra parte, era imposible que la pandilla 18 extorsionara a la madre en sus negocios en el mercado de San Marcos, pues estaba en un sector dominado por la MS-13.
Propietarios de negocios más grandes que el de la madre de Kilmar en el mercado de San Marcos, consultados por este Diario, dijeron que nunca pagaron extorsión aunque dijeron desconocer si lo hacían otros comerciantes.
En El Salvador, en territorios controlados por pandillas, cuando imponían “renta” o extorsión lo hacían casi de manera general, es decir, todos tenían que pagar; si acaso quedaban exentos quienes eran familiares de los mismos pandilleros.

Así lo recuerdan en Los Nogales
Los Nogales es un vecindario pequeño, de aproximadamente 170 casas construidas entre 2003 y 2005; muchos de sus habitantes son inquilinos. Y Kilmar y su familia vivían en una casa de la senda tres, a pocos metros de una especie de parque dotado de una cancha de baloncesto.
Vecinos de Los Nogales recuerdan a Kilmar como un adolescente buscapleitos, como el niño de la colonia que buscaba imponerse entre los mismos de su edad, a fuerza de golpes, si era necesario, pero rechazan que fuera pandillero o tuviera vínculos con esos grupos.
La gente que tiene muchos años de vivir en esa urbanización asegura que allí nunca hubo pandilleros, al menos de manera declarada, y menos que los negocios (que no son muchos) fueran “renteados” por pandillas.
Uno de los vecinos recordó algunos episodios de Kilmar, como la vez que les quitó la pelota al grupo de niños que jugaban en la cancha del parque.
En Los Nogales muchos saben el lío en que el joven está metido desde hace más de un mes, sobre todo, el señalamiento que le hacen de pertenecer a la MS-13. Pero al menos mientras vivió en ese lugar nunca supieron que se involucrara con pandillas.
En El Salvador, durante el tiempo en que las pandillas sembraron el terror, era impensable que un joven que hubiese vivido en territorio 18 fuera admitido como miembro en la MS-13, o viceversa. Incluso, esos grupos desconfiaban de las personas por el simple hecho de vivir en territorio de una pandilla rival.
El Diario de Hoy buscó la versión de la esposa de Kilmar y la de un hermano; sin embargo, a pesar de la insistencia, ninguno respondió los mensajes.
En el ojo del huracán
Después de más de un mes de que Kilmar fuera deportado al CECOT, a pesar de no tener orden de deportación y tener pendiente un proceso de asilo, judicialmente no se han presentado pruebas contundentes con las que pueda ser procesado judicialmente como terrorista de la MS-13.
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En El Salvador, el presidente Nayib Bukele ha repetido el discurso de funcionarios estadounidenses, referente a que Kilmar es miembro de la MS-13, organización a la cual pertenece como cabecilla de primer nivel, Élmer Canales Rivera, alias Crook, el cabecilla que según las investigaciones estadounidenses fue sacado de la cárcel por un funcionario de Bukele y llevado a Guatemala.
A pesar de los tantos señalamientos contra Kilmar, en El Salvador tampoco ha sido acusado como miembro de la MS-13; por el contrario, hace varios días fue sacado del CECOT y trasladado a una prisión de menor rigurosidad, según él mismo se lo comentó al senador Chris Van Hollen, quien viajó para conocer de cerca la situación en que se encontraba, luego de que tanto la administración Trump como Bukele hayan afirmado que no pueden llevarlo de regreso a Estados Unidos a pesar de que la Suprema Corte ha ordenado facilitar su regreso.
Un documento fechado el 21 de abril y firmado por Michael G. Kozak, funcionario del Departamento de Estado, indica que, para esa fecha, Kilmar estaba en buenas condiciones y en excelente estado de salud, en la Granja Penitenciaria de Santa Ana.
El proceso judicial de Kilmar, en Estados Unidos, ha sido puesto bajo reserva, a petición del Departamento de Justicia que solicitó confidencialidad para las pruebas aportadas en el caso. La jueza Paula Xinis aceptó la solicitud, lo cual implica que algunos documentos del proceso no podrán conocerse públicamente.
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