* Julia lleva seis días en cuarentena en un albergue en La Libertad. Desde que el presidente ordenó cuarentena para todos los salvadoreños que venían de cualquier parte del mundo, ella no ha visto a su hija tanto como quisiera.
Al inicio de su encierro estuvo en Jiquilisco y, aunque luego fue trasladada a otro lugar con la esperanza de que hubiese mejores condiciones para ella, sabe que no es igual como amanecer en su casa.
Al principio Julia hablaba más, reía más y contaba cómo funciona su trabajo. Ella trabaja con encomiendas. Trae artículos desde cualquier parte del mundo, y si no viaja no gana.
Hace dos meses inició su trabajo. Pero desde que el COVID-19 se expandió con más rapidez en el mundo, supo que ganar dinero sería más difícil y hoy, la posibilidad, parece que se ha extinguido al menos durante 24 días que le restan de confinamiento.
Julia cuenta las horas y de a ratos nos pregunta cuantos días faltan. Aunque puede salir de su habitación y hablar con los demás, su estado de ánimo no mejora. Este lunes, mientras tomaba el desayuno rompió a llorar. “Llevo dos días sin poder dormir. Lo más difícil es cuando me llaman mis hijos”, dice.
La posibilidad de ayuda psicológica no la tranquiliza. El Ministerio de Salud tampoco ha coordinado para este albergue atención en esa área.
Mientras que a Julia el miedo y la incertidumbre le impiden afrontar la crisis con calma, asume con cierta valentía su confinamiento. “Me duele que afuera no reconozcan el sacrificio de estar en estas condiciones. Veo gente que insulta o se burla, no saben lo que significa el encierro”.
En el albergue donde permanece Julia hay siete personas más. La mayoría busca animar a quienes flaquean.
Hasta el lunes por la mañana, había un estimado de 1,500 personas que cumplen cuarentena en 30 centros de contención, según el viceministro de Operaciones de Salud, Francisco Alabi.
El estrés de las personas en cuarentena es similar al de guerra, dice psicólogo
Un especialista consultado por El Diario de Hoy días atrás manifestó que la situación de estrés de las personas en cuarentena en los albergues es más alto que los niveles emocionales del resto de la población.
“Cuando salgan estas personas van quedar con estrés post trauma. El estrés de hacinamiento (porque) hay movilización de personas, carencia de recursos como comida, sin un lugar seguro para dormir … No es muy distinto a lo que pasa en una guerra, hay estados emocionales alterados y hasta cierto punto esto crea condiciones para tener un trastorno de estrés post trauma. La propia condición de cuarentena genera tanto estrés que la persona empieza a desarrollar pensamientos, comportamientos y emociones que las desbordan en sus recursos emocionales, en sus recursos mentales”, explicó José Rodolfo Pérez, máster en Psicología Clínica y de la Salud, del Instituto de Investigaciones para el Aprendizaje .
El especialista hizo un llamado a las autoridades de Salud a prestar atención en estado emocional de las personas para garantizar su salud mental mientras cumplen la cuarentena.
* La salvadoreña pidió resguardo de su identidad, por lo que se cambió su nombre para este relato.