Falta más análisis antes de pensar en una nueva cuarentena para frenar el COVID-19, advierte médico intensivista

Antes de establecer cercos sanitarios o una nueva cuarentena, las autoridades deben hacer un análisis profundo que va más allá del porcentaje de pruebas positivas y las tasas de contagio, advierte el intensivista José Gonzalo Batres Baires.

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Por Lilian Martínez

2020-10-14 9:30:03

No basta con una sola medida para frenar la propagación del COVID-19. Así lo considera el médico intensivista José Gonzalo Batres Baires, desde la experiencia de luchar contra el virus en Alemania, advierte que la tasa de contagio y el porcentaje de pruebas positivas son insuficientes para decidir establecer o no un cerco sanitario y menos una nueva cuarentena.

EDH: ¿Son realmente eficaces los resultados de las pruebas PCR para decidir o no establecer un cerco sanitario?
Batres Baires: En junio pasado la FDA emitió una advertencia sobre la posibilidad de resultados falsos positivos. La prueba es altamente específica, en condiciones ideales tiene una sensibilidad muy alta, capaz de detectar cantidades mínimas de material genético del virus. Sin embargo, el desempeño en condiciones clínicas reales es muy variable y depende de muchos factores.

El análisis y valoración de pruebas al azar en población asintomática es muy distinto al de pacientes con síntomas. Si hay síntomas debemos saber en qué momento de la infección se encuentra la persona. En la primera ola de la pandemia hubo un problema: los pacientes pasaban semanas y hasta meses dando positivo a la prueba a pesar que ya se habían curado y no eran más infecciosos. Esto es porque el material genético del virus muerto sigue presente en las secreciones y la PCR-RT lo detecta.

Una posición razonable es considerar a un paciente sano si han transcurrido 14 días de enfermedad y/o tiene 5 días libre de síntomas. Las pruebas que resultaren positivas fuera de este periodo no tendrían valor epidemiológico para tomar decisiones de salud pública.

¿Tiene sentido haber establecido un cerco sanitario en Chalchuapa?

Ciento diez casos positivos en un día es definitivamente alarmante. Si calculamos la incidencia para el municipio según las proyecciones poblacionales de la Digestyc para 2020 (86,702 habitantes) resulta una tasa de 126.8 casos por 100,000 habitantes. Sin embargo este no es el único parámetro necesario, sino otros más que ya mencionados: número reproductivo básico (R0 y Rt), tasas de duplicación, cantidad de camas disponibles.

La tasa de incidencia nos sirve entre otras cosas para comparar distintas regiones y catalogar su estado de alerta. También sería relevante conocer la capacidad actual del Hospital San Juan de Dios de Santa Ana. ¿Qué edad tienen estos pacientes? Pero más importante aún ¿hay algún nexo epidemiológico entre todos estos casos? ¿Se relacionan a algún evento reciente o aglomeración en un lugar y momento específicos?

Las autoridades de Salud están obligadas en el corto plazo a determinar el límite mayor de incidencia poblacional que le permite al sistema de salud absorber enfermos. Este dato debe ser  público para que la población se comprometa. Es muy probable que otros municipios del país estén con tasas mayores a las de Chalchuapa y aún no se les ha declarado un cerco epidemiológico ¿por qué? El análisis es complejo y debe llegar hasta el más mínimo detalle antes de tomar decisiones drásticas como la paralización de las actividades cotidianas.

Algunos temen que se implante una segunda cuarentena ¿cómo podemos evitarla?

En el transcurso del año la comunidad médica y científica ha entendido muchas cosas que al principio eran inciertas. La evidencia científica sigue siendo preliminar, porque el virus SARS-CoV-2 es una novedad para todos. Sin embargo, hay algunas decisiones que en retrospectiva pueden mejorarse, sobretodo en el ámbito político. La cuarentena total como la vivieron muchos países es algo que probablemente no debiera repetirse y no encontraría base científica.

Al contrario, decisiones políticas como las de los “centros de contención” son una mala estrategia para evitar la propagación del virus, según la evidencia. En Alemania nos hemos dado cuenta que la estrategia de cerrar en bloque escuelas, kindergarten y guarderías quizás no sea de mucho beneficio. La propagación del virus entre niños es muchísimo más baja que en ancianos. Por esto, la protección y aislamiento de asilos sí hace sentido.

Para evitar que los políticos se sientan tentados a declarar estados de emergencias y cuarentenas totales, debemos informarnos y demostrar con disciplina que el ciudadano de la calle se comporta de forma ejemplar. En cualquier caso, a pesar que los ciudadanos hicieran bien las cosas, El Salvador está en una situación muy vulnerable ya que la falta de credibilidad en las estadísticas no permite entender el comportamiento del virus en el país. El monopolio de la información es escandaloso. Sin información fidedigna, no se pueden hacer buenos planes de acción. La alteración de la información epidemiológica para justificar otra cuarentena es un peligro inminente en El Salvador.

¿Qué indicadores podrían ayudarnos a explicar que una segunda cuarentena no es necesaria?

La base científica para tomar decisiones de salud respecto a COVID-19 y la declaración de una cuarentena ha crecido. Se necesitan tasas epidemiológicas, número reproductivo básico (R0 y Rt), tasas de duplicación, cantidad de camas disponibles, entre otros. Todo esto en tiempo real a través de centros de monitoreo local. Se necesitan reglas claras para saber en qué momento los enfermos superan la capacidad del sistema. De las tasas mencionadas el Ejecutivo no ha revelado nada, en el sitio web oficial casi toda la información es superficial y no sirve en nada para tomar decisiones de salud pública. No es lo mismo tener 3,000 enfermos en el Gran San Salvador que en San Miguel, conocer la disponibilidad de camas por región es decisivo. Muchos colegas opinan que todos los pacientes COVID-19 deberían ser aislados en un solo centro. Pero esto es inviable en un país donde las vías de comunicación son pésimas. Además usted no le puede pedir al jornalero en Santiago de María con tos y fiebre que vaya a consultar al CIFCO de una vez sin antes pasar por la Unidad de Salud o la Emergencia del Hospital San Pedro en Usulután.

En caso de haber un rebrote, ¿es imperativo un nuevo cierre de actividades? ¿Qué otras medidas se pueden tomar para no recurrir al encierro?

Venimos de vivir unos meses increíblemente duros, sobre todo el personal sanitario a nivel mundial. En especial todos los trabajadores que han realizado sus labores en condiciones de inseguridad biológica, económica y social como es el caso de El Salvador. El abandono y desprecio hacia el empleado de salud ha llegado a límites de irrespeto a los derechos humanos. El golpe a la economía familiar ha sido tan grande que muchos aún no lo sienten, lo peor está por venir.

En el país los ataques a la libertad individual y colectiva han sido concretos. Un cierre totalitario de actividades no podrá justificarse fácilmente a menos que la información estadística sea manipulada a conveniencia. Hay muchas medidas que se pueden tomar antes de someter a la sociedad a un segundo “Lockdown”.

Debemos identificar y proteger a las poblaciones en riesgo, garantizar protocolos sanitarios durante cualquier actividad comercial o social, obligar el uso de mascarilla, fomentar el trabajo domiciliar, regular la entrada a restaurantes o locales según área (metros cuadrados) disponible, etc. Si a pesar de esto el número de casos se incrementa, deberían decretarse cercos epidemiológicos antes de comprometer la capacidad hospitalaria y obligar al encierro masivo.

El Salvador al igual que el resto del mundo debe aprender a convivir con el virus. Adaptarse a esta nueva realidad es el deber de todos, no podemos permitirnos que los gobernantes nos obliguen a encerrarnos nuevamente por semanas. Nuestra libertad depende de nuestra conducta responsable. Ningún gobierno puede hacer mejor lo que los ciudadanos mismos podemos garantizar en contra de la expansión de la pandemia. Distanciamiento social, mascarilla, higiene de manos y evitar aglomeraciones es la receta del éxito.

¿Qué hemos estado haciendo bien los ciudadanos? ¿Qué no debemos descuidar?

La pandemia sigue siendo una prueba del carácter y la responsabilidad social de las personas alrededor del mundo. Sí es cierto que la mayoría de compatriotas hacen lo que está en sus posibilidades para protegerse, pero es difícil decir de forma categórica que los ciudadanos en El Salvador han estado haciendo bien las cosas. A mí me molesta saber que muchos bares y discotecas se llenan de jóvenes sin medidas de protección por las noches, o que se forman largas colas frente algún establecimiento sin respetar el distanciamiento social. Como si la COVID-19 fuera una cosa del pasado. El virus existe y el peligro sigue afuera. El ciudadano que libremente se expone a estas aglomeraciones se comporta como un ignorante y está jugando a la ruleta rusa, no sólo consigo mismo sino también con los demás. Está condenando a sus conciudadanos a un espiral de fracaso sanitario, social y económico. Las medidas básicas no han cambiado: distanciamiento social, mascarilla, alcohol gel y proteger a personas vulnerables. La autoreflexión es un ejercicio que deberían hacer todos en la intimidad de su hogar para evitar conductas de riesgo.

¿Qué debe cambiar El Salvador para mejorar la gestión de la pandemia? 

La experiencia ha demostrado que a pesar de que el virus es altamente contagioso, un 80% de la población no va a tener mayores problemas de salud. Un porcentaje bajo de pacientes fallecen. En Alemania, los pronósticos indican que este año morirán en total menos personas que en comparación con otros años sin pandemia, tal vez como producto del encierro masivo. Esto no lo digo para banalizar la gravedad de la enfermedad, sino para ejemplificar que el análisis es complejo y le corresponde a expertos. Ante todo el presidente Bukele está urgido a delegar el manejo de la información a un profesional, idealmente un médico epidemiólogo que tenga el apoyo de un equipo multidisciplinario. Como ejemplo está Grecia, único país de la Unión Europea que no ha entrado en la lista de países de riesgo por alto índice de COVID-19. El líder que dirige a los griegos en esta pandemia no es el primer ministro o algún político, sino un médico. Grecia sin ser un país rico, es ejemplo de cómo gestionar de manera exitosa una tragedia sanitaria mundial.

El presidente de El Salvador sin tener educación formal en temas de salud pública ordenó los centros de contención, declaró cuarentenas, convirtió la feria en hospital permanente y hasta recetó medicamentos (que no sirven) en cadena nacional. En el futuro, la Asamblea Legislativa debería considerar un decreto para la creación de un Instituto Nacional de Salud autónomo que sea capaz de tomar el control en situaciones de este tipo.