“El padre Cosme tiene el don de hacer milagros” así expresó Maura Elizabeth Palacios de Cerna, una feligrés que llegó desde Zacatecoluca a San Juan Nonualco, en La Paz, para ser parte del recibimiento de las reliquias del beato.
Maura da testimonio con mucha emoción, de cuando hace veinte años su hija Judith a los ocho, luego de sufrir fuertes dolores en el abdomen y diagnosticada con apendicitis, visitó la tumba del franciscano, donde previo a la operación oraron y la niña hizo una promesa.
Lee también: Papa Francisco destaca heroísmo de beatos salvadoreños
“Al día siguiente que visite a mi hija no tenia síntomas y los médicos dijeron que no hubo necesidad de operar”, comentó.
Palacios asegura que su hija en ese entonces prometió ir a enflorar la tumba del padre, por lo que cumplieron su promesa, su hija hoy ya tiene 28 años.
La feligrés de 63 años asegura que su fe fue inculcada por su madre, quien sí lo conoció y lamentó la muerte del sacerdote, ocurrida el 14 de junio de 1977.
Ayer a la parroquia Franciscana San Juan Bautista, del municipio de San Juan Nonualco, llegaron personas de distintos puntos del país y del mundo, guatemaltecos, hondureños, nicaragüenses, sacerdotes italianos, incluyendo los sobrinos del padre Cosme estuvieron presentes en la procesión y en la misa de acción de gracias.
Una de las sobrinas, que conformaban la delegación de familiares que vinieron desde Mansuè, en el Véneto de Italia, contó durante el acto de beatificación, en el Salvador del Mundo, el momento emotivo que vivieron hace algunos meses como familia.
“La noticia de que el padre Cosme iba a ser beatificado nos la dio nuestro párroco de nuestro publo. Cuando nos contó nosotros nos hemos empezado a maravillar. Mi papá rompió en llanto, bien emocionado”, declaró María Rita Spessotto, sobrina del beato.
Otro de los asistentes, la tardedel domingo, fue Gerardo Zelaya, que llegó desde Acajutla, en Sonsonate, con su familia para venerar al beato, “el padre Cosme fue capaz de ofrecer su sangre sabiendo con quien, solo entendiendo que en cada ser humano ahí está Dios, la chispa divina”
Zelaya asegura que conoció la historia del padre Cosme por medio del fray Mauricio Menéndez quien en su parroquia promovía la vida y obra del ahora beato.
El feligrés afirma que reconoce que Spessotto enseñó más a través de sus acciones que por sus palabras, por lo que cree que las enseñanzas serán relevantes siempre a través del tiempo. “Serán recordados al igual que Jesús, su vida la seguimos luego de más de dos mil años”, afirma el creyente.
Las reliquias del beato, la sábana con que limpiaron su sangre cuando su vida fue arrebatada, recorrieron por varias calles del municipio de San Juan Nonualco. Las vías de la ciudad estaban repletas de feligreses que acompañaron el acto, durante la tarde del domingo.
“¡Viva el padre Cosme! ¡Que viva!”, eran las consignas de júbilo que constantemente salía de los labios de los fieles, aderezado con globos rojos, amarillos y blancos junto a la irónica imagen de Spessotto que adornaba las puertas y ventanas de los hogares.