“De esto vivimos y sabemos que debemos revisarlos”: Dueños de juegos mecánicos dicen que se autorregulan

Ellos señalan que dan mantenimiento diario a las ruedas para evitar desgracias y problemas legales. Cuando son contratados centros educativos "extreman medidas de seguridad".

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Algunos de los "requisitos" que deben cumplir los empresarios de los juegos mecánicos es advertir a los usuarios sobre los riesgos que se corren al subirse a alguna rueda. Foto EDH

Por Diana Escalante

2019-04-11 9:45:09

“Uno cómo va a querer golpear o matar a alguien. Damos un servicio de diversión y a la vez queremos ganar. Sabemos las consecuencias de que haya un accidente y por eso estamos al cuidado de esto (de los juegos mecánicos). De aquí vivimos y sabemos que debemos revisarlos”. Así resume el propietario de unas ruedas, instaladas en un municipio de San Salvador, la responsabilidad que tiene el gremio de dar mantenimiento a las máquinas para evitar desgracias y líos legales. Por seguridad, el sexagenario pide no ser identificado.

El martes, Camila Salguero, alumna de tercer grado de la escuela Corazón de María, murió al caer de una Chicago colocada en la institución como parte de una jornada deportiva. Otra niña salió lesionada.

A tres días de la tragedia, las autoridades no han revelado cómo sucedió el hecho. Los dolientes han cuestionado quién autorizó que los juegos funcionaran en la escuela; quién permitió que los alumnos subieran sin el consentimiento de sus padres y si tuvo responsabilidad el operario de los juegos mecánicos.

La muerte de Camila, de 8 años de edad, al caer de un juego mecánico de 15 metros de altura, deja la interrogante sobre quién debiera regular el uso de estos juegos por menores de edad.

 

Compañeros del dueño de la rueda de donde cayó Salguero relataron que él ha dicho que el accidente no fue por una falla en el aparato sino que presuntamente por imprudencia de la niña. Otra versión es que algunos alumnos pidieron “que le diera con mas fuerza” a la máquina y el operario habría accedido.

“Él está muy afectado por lo que ha pasado. Cómo vamos a querer que haya víctimas si la gente le viene a dar de comer a uno. Hemos tenido accidentes, con golpeados, pero casi siempre es por imprudencia de los usuarios”, cuenta el propietario de las máquinas, quien aprendió el oficio a los 10 años.

El señor dice que la Chicago en la que ocurrió el percance tiene 14 metros de altura y opina que la tragedia pudo evitarse si un adulto hubiera ido acompañando a las víctimas.

Ángel López tiene 13 años laborando como operario de juegos para una empresa y asegura que cuando dan servicio a las escuelas o colegios se les exige cumplir varios requisitos, entre ellos colocar barandas alrededor de las ruedas para evitar que las personas se acerquen mientras las ruedas están en movimiento y proteger las conexiones eléctricas.

“Trabajar con ellos es muy delicado por la seguridad de los niños. Tratamos de ser más precavidos”, apunta López.

Ambos hombres coinciden en que a diario revisan los juegos para verificar que no tengan ninguna falla. Las municipalidades les otorgan los permisos para colocar los juegos mecánicos a cambio del pago de un impuesto.

Las exigencias que les hacen es que garanticen la seguridad de los usuarios y que mantengan limpio el predio. Agrega que personal de Protección Civil es quien supervisa las normas de seguridad y el Cuerpo de Bomberos revisa las instalaciones eléctricas y se cercioran de que tengan extintores.

“No necesitamos una ley que nos regule: la ley de nosotros es revisar bien las ruedas y garantizar que estén en buenas condiciones”, dice el empresario.