Oficial de la Policía es investigado por intentar favorecer a hija que arrolló a un anciano

La tragedia ocurrió el 12 de septiembre. El papá de la victimaria quiso arreglar económicamente en el momento. El hijo de la víctima lo ha denunciado ante Inspectoría y Fiscalía.

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El cuerpo de don Eusebio quedó tendido en la calle Guadalcanal, y tras ello no se ha investigado a la conductora. Foto EDH/ Cortesía

Por Mirella Cáceres

2018-11-13 9:00:58

“Seño, seño, lleva a un señor abajo… lleva a un señor abajo…”. Así gritaban los niños de un microbús escolar a la conductora, una joven de unos 23 años, quien arrastraba el cuerpo de Eusebio Raúl Palacios Arévalo, de 90 años, sin advertirlo, aparentemente, desde una calle del Reparto Santa Alegría hasta la calle Guadalcanal, de Ciudad Delgado.

La tragedia ocurrió la mañana del pasado 12 de septiembre. Los gritos de los escolares alteraron la silenciosa vida del vecindario. Así lo comentaban algunos vecinos mientras contemplaban el cadáver, según cuenta María Teresa Zavala de Palacios, la mujer que compartió 64 años de su vida con Eusebio y con quien procreó seis hijos.

Eusebio estaba a punto de cumplir los 90 años pero aún tenía fuerzas para caminar a diario una manzana a la redonda en la colonia Santa Alegría, de Ciudad Delgado. Foto EDH/ Cortesía

Como lo había hecho por casi 40 años, Eusebio había salido a las 6:00 de la mañana a su caminata habitual que comprendía una manzana a la redonda. Pero ese día, su vieja rutina de ejercitarse para aliviar la artritis en las piernas, antes de tomar el desayuno, llegó a su fin de una manera trágica.

 

Apenas había caminado sobre la cuneta unos metros desde la salida del pasaje LL de la Santa Alegría, donde residía, cuando un microbús escolar, conducido por Karen A., se lo llevó de encuentro y lo arrastró unos cien metros, desde la calle conocida como L-A hasta la Calle Guadalcanal.

Pese a los gritos de los niños, la conductora tardó en detener el automotor. Lo hizo varios metros adelante de dónde se había desprendido el cuerpo, según se aprecia en las imágenes fotográficas y de vídeo tomadas el día de la tragedia por Joaquín Palacios, el hijo de la víctima.

A Joaquín le parece increíble que hasta los vecinos escucharan las advertencias de los escolares que transportaba y no la conductora. Tampoco se cree que ella no sintiera que arrastraba el cuerpo.

“Si con un bote de plástico que uno de conductor pase aplastando, lo siente, mucho más va a sentir el cuerpo de una persona”, compara Joaquín, quien llegó una hora después al lugar de la tragedia.

La conducta de la joven, que Joaquín tilda de “irresponsable”, no hace más que sospechar dos cosas: que iba distraída o con audífonos puestos en aquel momento o que trataba de huir del lugar pero a lo mejor recordó o le recordaron que si se quedaba en el lugar eso le favorecía en un proceso judicial.

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Cifra corresponde del 1 de enero al 5 de noviembre. Invadir el carril contrario, distraerse al volante y no guardar distancia siguen siendo principales causas.

Hija de un policía

La conductora es hija de un investigador de la Policía Nacional Civil y que es propietario de microbuses escolares, según las indagaciones de la familia.

De hecho, Joaquín cuenta que en el lugar del accidente, mientras trataba de digerir lo ocurrido y tratar de consolar a su madre cerca del cadáver, el investigador se le acercó y le expresó: “soy el papá de Karen, quien arrolló a su papá. Siento mucho por lo que están pasando, pero, ¿cuánto quiere?”.

Joaquín dice que la actitud arrogante con que le habló el policía, quien vestía de civil y era acuerpado por otro policía con un fusil en mano, fue irrespetuosa. Además, dice, abogaba por una hija que prefirió quedarse sentada a varios metros del cadáver de Eusebio que presentar las disculpas personalmente, pese a que es mayor de edad y no necesita que la representen.

Joaquín recuerda haberle respondido que “si así arreglaba las cosas qué tipo de educación le estaba dando a su hija, que le estaba faltando el respeto a mi mamá como a mí y que eso no era correcto”. Luego se marchó diciéndole que debía encargarse del funeral de su progenitor.

Denuncia el caso en Fiscalía y en la Inspectoría de la Policía

Después de aquel breve intercambio entre el investigador de la Policía y el hijo de Eusebio, este último dice que no hubo más contacto.

Joaquín tomó un vídeo con el que intentó dejar constancia del recorrido que hizo la joven con el cuerpo de su papá entre las llantas. En la grabación se aprecia un hilo de sangre en el pavimento. Pero dice que ya no pudo tomar fotografías cerca de donde quedó el cuerpo ni del microbús involucrado porque un agente se lo prohibió.

Cerca del cuerpo se ve estacionada una patrulla policial y al fondo dos mujeres, una de las cuales Joaquín asegura que se trata de Karen, la conductora responsable del hecho.

Pasado el funeral, Joaquín se presentó el 18 de septiembre a la Fiscalía General de la República para que se investigue el homicidio de su padre. A casi dos meses de presentada la denuncia, dice que el fiscal del caso le ha informado que ya ha hecho las peticiones correspondientes a la Policía y que en los próximos 15 días esperaba que le remitan unos oficios de la División de Tránsito.

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La Fiscalía General, a través de la oficina de prensa, confirmó que hay un expediente abierto sobre el homicidio de Eusebio Palacios, pero declinó hablar de cuán avanzadas están las indagaciones para no perjudicar el proceso.

Pero Joaquín también se abocó a la Inspectoría General de la Policía, hoy adscrita al Ministerio de Justicia y Seguridad, para pedir que se investigue al padre de la conductora, dada la conducta mostrada el día del atropellamiento de Eusebio.

Joaquín dice que ha denunciado ante la Inspectoría la conducta “antiética” del investigador por ofrecerle dinero para arreglar el delito cometido por su hija, y por la falta de respeto a ellos como dolientes.

La denuncia en la Inspectoría de la Policía la presentó el 12 de octubre y, según Joaquín, a un mes de haber presentado la denuncia en la Inspectoría, el inspector del caso le ha informado que ya está en investigacion por la Seccion Disciplinaria de la DCI y que está realizándose con base en un artículo relacionado con la falta de respeto y cortesía de un oficial policial. También le ha dicho que de ser comprobada la falta, habrá una sanción disciplinaria contra el agente.

“He llamado varias veces. Una vez me dijeron que el inspector estaba incapacitado, y la última vez pidieron que les dejara mi número telefónico, que el inspector me llamaría, pero hasta ahora no lo ha hecho”, afirma Joaquín.

Sobre ese proceso, cuya referencia es IGSS-419-20-18, se consultó a la oficina de prensa del Ministerio de Justicia y Seguridad a mediados de la semana pasada, pero hasta el cierre de esta nota no habían respondido.

El Diario de Hoy intentó contactar con el investigador denunciado para conocer su versión o reacción sobre la denuncia y sobre el homicidio que involucra a su hija, pero en la oficina de prensa de la Policía dijeron que si el caso está en manos de la Fiscalía o un juez, serían ellos los que lo autoricen.

Con estas denuncias, Joaquín dice que ni él ni sus hermanos buscan indemnización alguna, sino que se condene a la joven responsable. “He pedido a la Fiscalía que se abra juicio y que la joven sea condenada por homicidio culposo. Yo no quiero dinero, yo quiero justicia y que ella ya no maneje”, expresa.

Pero también tiene otra pretensión: que se indague la salud mental de los niños que Karen transportaba esa mañana del 12 de septiembre y que le gritaban que llevaba a Eusebio entre las llantas.

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“Esta fue una agresión a los niños, una agresión a la ley LEPINA. Habrá que indagar si ella está autorizada para transportar niños porque yo no vi ningún rótulo o autorización visible en el microbús. Y si está autorizada, queremos saber si después de lo sucedido, ella está apta para ello, si sigue conduciendo”, dice el doliente.

Eusebio, un hombre disciplinado 

Estaba a punto de cumplir los 90 años pero aún tenía fuerzas para cumplir su rutina diaria que mantuvo por décadas: caminar una manzana a la redonda en la colonia Santa Alegría, de Ciudad Delgado, donde residía.

Salía de su casa a las 6:00 de la mañana, apoyado en su bastón y con su sombrero de ala corta sobre su cabeza. También llevaba consigo una bolsa para aprovechar de comprar el pan francés antes de regresar a su casa, donde lo esperaba su esposa, María, con el desayuno. Así fue su rutina por 40 años, desde que se jubiló luego de 49 largos años en la Dirección General de Estadística y Censos.

A decir de su familia, Eusebio era un hombre disciplinado, tan así que nunca faltó a su trabajo. Por eso cuando se jubiló le dieron un diploma donde se deja constancia de su grado de responsabilidad laboral.