Foto EFE
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Una familia finlandesa, que tuvo que interrumpir su viaje por California, aprovechó y tomó una foto del lugar desde lejos antes de partir al aeropuerto.
“Tendremos que volver después de que pase el virus”, dice Eevi Virtanen, de 23 años. “Nos gustó mucho”.
Cerca, Carmen García, 31, vendía fruta en un puesto ambulante cerca del muelle.
“Apenas he vendido un vaso y tuve que darles dos dólares de descuento”, dijo. “Si no vengo no me pagan, pero honestamente prefiero quedarme en casa, no vaya a coger una calentura, una gripe y se la pase a mis niños” de ocho y cuatro años.
Actitud positiva
Newsom dijo que la medida no impide salir a caminar, hacer ejercicio, pasear al perro… además de diligencias esenciales como ir al mercado.
En Venice Beach, vecina con Santa Mónica, el camino que bordea la playa estaba vacío y las tiendas cerradas. Solo se veían patineteros, surfistas, corredores y algún que otro turista.
“Es una forma de despejar la cabeza y tomar aire fresco y hacer ejercicio”, dijo Alfred Santos, de 25 años, al salir de la playa con su tabla de surf.
“Solo tienes que ser positivo, eso es todo”, añadió Santos, que trabaja un mercado –es su día libre y al salir de la playa dijo se va directo a casa.
En otras partes de la ciudad, más de una docena de personas entrevistadas por la AFP se mostraron favorables a acatar la orden de aislamiento.
“Creo que es una decisión inteligente”, dijo Nicole Sotolongo, de 41 años, mientras caminaba por su barrio de Los Feliz con sus dos hijos pequeños. “Es difícil bajar el ritmo y decir que vas a hacer algo diferente… pero mucho de esto es una especie de juego mental también y tienes que mantenerte positivo”.
Autoridades locales ya habían impuesto esta medida de permanecer en casa en sus ciudades hasta que Newsom la extendió por todo el estado.
“Es una buena idea porque queremos contener el virus”, dijo Stella Dermenjian, empleada de un banco en Los Ángeles. “Creo que si paramos todo por un tiempo y esperamos que no se vuelva demasiado contagioso, creo que es lo correcto”.
Un punto positivo del cierre en el que todos parecían estar de acuerdo era la falta de atascos en el tránsito que normalmente representan a Los Ángeles.
“Nunca había visto las autopistas tan libres”, dijo un conductor de Uber. “Es genial aunque también un poco espeluznante”.