Hever Portillo, el migueleño que abrió el primer restaurante salvadoreño en Baltimore
Hever Portillo fundó en 1993 El Salvador Restaurant, tres décadas después, su emprendimiento se ha convertido en un emporio con supermercado, panadería y lavandería. Te contamos su inspiradora historia
Por
Leidy Puente
Publicado el 16 de octubre de 2025
La historia de Hever Portillo inspira a la diáspora salvadoreña. Nacido en San Miguel, emigró a Estados Unidos en los años 80 y, movido por la nostalgia, fundó en 1993 El Salvador Restaurant, el primer restaurante salvadoreño en Baltimore. Su éxito lo llevó a crear nuevos negocios como Variedades Portillo, una panadería y una lavandería que hoy generan más de 50 empleos. Fiel a sus raíces, Hever promueve la cultura y los sabores salvadoreños mientras impulsa a su comunidad latina. Su ejemplo demuestra que el trabajo constante y la identidad pueden transformar sueños en legado.
La historia de Hever Portillo comenzó en el distrito de Sesori, en San Miguel, donde nació y pasó parte de su infancia entre Estanzuelas y Jucuapa. A finales de 1984, siendo apenas un adolescente, emigró a Estados Unidos con el anhelo de construir un futuro mejor. Primero se estableció en Dallas, Texas, luego en Virginia —donde completó la secundaria en 1991— y finalmente llegó a Baltimore, Maryland, ciudad en la que echaría raíces y cumpliría uno de sus grandes sueños: emprender.
“Tenía sueños, quería tener un negocio y vi que en Baltimore no había comida salvadoreña. En esa época, cuando queríamos probar nuestros platillos teníamos que viajar hasta Washington D.C.”, recuerda Hever, en una entrevista destacada recientemente por la embajadora de El Salvador en Estados Unidos, Milena Mayorga.
Esa necesidad de sentirse cerca de su tierra lo impulsó a abrir, en 1993, El Salvador Restaurant, el primer restaurante salvadoreño en la ciudad. Su menú, que incluye guisados, tamales, pupusas y desayunos típicos, se convirtió rápidamente en un punto de encuentro para la comunidad salvadoreña y un puente directo con la gastronomía nacional.

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Sin embargo, el espíritu emprendedor de Hever no se detuvo con el restaurante. Con constancia, trabajo y una visión clara de servicio a su comunidad, amplió sus horizontes y diversificó sus negocios. En 2004 inauguró Variedades Portillo, un supermercado que no solo ofrece productos salvadoreños como frijoles, quesos, horchata y medicinas tradicionales, sino que también funciona como centro de envío de remesas y lugar de encuentro para personas de toda Latinoamérica e incluso de África y Medio Oriente.
“Fue un reto porque el manejo de un supermercado es completamente diferente al de un restaurante. Aprendí sobre proveedores y logística sobre la marcha”, explica. Hoy, veinte años después, el supermercado es uno de los comercios más concurridos por la comunidad latina en Baltimore.

A la lista de emprendimientos se suman también una lavandería —instalada en un edificio que compró hace 25 años y remodeló con maquinaria industrial— y una cafetería-panadería inaugurada en 2009. Este último negocio abre sus puertas desde las 5:00 de la mañana y se ha convertido en un punto clave para trabajadores que buscan desayunos típicos antes de iniciar su jornada.
Además, ofrece repostería salvadoreña y mexicana elaborada por panaderos certificados, con pedidos personalizados y panes tradicionales como quesadillas, marquesotes y dobladas.

Orgullo para la diáspora
Más allá del crecimiento de sus negocios, Hever se ha consolidado como un importante generador de empleo. Actualmente, alrededor de 55 personas trabajan en sus diferentes establecimientos, entre salvadoreños, hondureños, colombianos y ecuatorianos. “Es fundamental rodearse de gente de confianza y capacitada. Delegar es clave para que todo funcione”, asegura.
Su compromiso con la comunidad no se limita al ámbito empresarial. También ha participado activamente en procesos cívicos, como en las recientes elecciones, cuando colaboró como voluntario revisando documentos de identidad en los centros de votación en Maryland. “Fue una experiencia muy bonita. Como buen salvadoreño, hay que aportar un poco a la patria”, afirma con orgullo.

Aunque lleva más de cuatro décadas viviendo en Estados Unidos, Portillo mantiene un lazo profundo con su país. Viaja dos o tres veces al año a El Salvador, disfruta visitar San Salvador, el volcán y las playas de La Libertad, y no descarta abrir un negocio en su tierra natal.
Su esposa, originaria de Colombia, comparte ese cariño por El Salvador, y sus hijos también han aprendido a valorar sus raíces durante los viajes familiares.

Un legado de perseverancia, identidad y comunidad
Y es que, la historia de Hever es un reflejo del espíritu emprendedor de la diáspora salvadoreña, personas que, pese a los desafíos de emigrar, logran construir oportunidades sin perder el vínculo con su país.
Su trayectoria, que comenzó con un restaurante impulsado por la nostalgia de los sabores de su tierra, hoy representa un emporio que fortalece a la comunidad latina en Baltimore y mantiene viva la cultura salvadoreña lejos de casa.
“Mi consejo a otros salvadoreños emprendedores es que trabajen duro, que sean consistentes y perseverantes. Así se alcanza el éxito”, concluye.
De esta manera, la embajadora de El Salvador en Estados Unidos realza el aporte del migueleño a la comunidad y lo reconoce como un ejemplo del esfuerzo y la dedicación de los salvadoreños en el exterior.
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