Siguen las muertes en las prisiones del régimen
Un joven fue encarcelado en Mariona por traer unos cosméticos de Guatemala y acusado de contrabando, hecho que lo llevó a la muerte dentro de uno de los sórdidos gulags salvadoreños
"Cuando la aplicación de una ley se lleva a sus extremos, pueden perpetuarse peores injusticias", dice un aforismo de la obra De officiis de Cicerón ( “Summum ius, summa iniuria”), una vieja advertencia aplicable al caso del joven que fue encarcelado en Mariona por traer unos cosméticos de Guatemala y que fue acusado de contrabando, hecho que lo llevó a la muerte dentro de uno de los sórdidos gulags salvadoreños, según denunció el Socorro Jurídico Humanitario.
Cuando se impuso el “estado de excepción” —el mismo estado de sitio de las viejas dictaduras— se alegó que era para combatir la ola de asesinatos de las pandillas, pero resulta que ahora se le aplica a medio mundo, hasta por delitos de tránsito.
El caso mencionado nada tiene que ver con pandillas, pero el joven pasó 45 días en la cárcel antes de morir. En un país con pleno Estado de Derecho se debe presentar al acusado ante un tribunal a las 72 horas de la captura y un juez decide si puede salir bajo fianza o palabra, quedar en arresto domiciliar o en detención solo si hay peligro de fuga. Pero lo que están haciendo es refundir en la cárcel a diestra y siniestra, llevarlos ante un juez a las dos semanas —como hicieron con los abogados Ruth López y Enrique Anaya, el pastor de la iglesia Elim y otros prisioneros de conciencia— y dejar que cualquier cosa ocurra tras las rejas.
Vamos a considerar que el joven cometió una falta menor, no robó, no mató, no cometió actos de corrupción ni abusos de autoridad por los que no se castiga a nadie en esta tierra; no traía cargamentos de sustancias prohibidas, cigarrillos o drogas.
Este drama camina a quedar por el momento sin esclarecer, como los de otros 429 detenidos bajo el “estado de excepción” que han muerto bajo custodia penitenciaria, según el Movimiento de Víctimas del Régimen (Movir).
Los familiares del desdichado joven es posible que prefieran quedarse callados bajo riesgo de que también los acosen si presentan una demanda.
El Movir denunció además que dos adultos mayores murieron en el penal de Izalco presuntamente por deshidratación al fallar el sistema de ventilación, agravado por el hacinamiento. Otros 25 reos fueron llevados al hospital de Sonsonate por la misma dolencia, agregó.
Da la impresión que con hechos como estos se pretende mantener atemorizada a la población, pues no solo no se hace nada para frenar los horrores en las cárceles sino que las cosas se mantienen, los reos políticos continúan sufriendo maltratos y amenazas pues inclusive les presentan "nuevas acusaciones" para justificar no concederles libertad bajo fianza, arresto domiciliario u otra “medida sustitutiva” a la detención, como se dice en la jerga judicial.
La muerte del joven y los otros casos son hechos tremendamente repulsivos, una tragedia más en nuestro suelo...
Los regímenes se transforman
Una vez disciplinada la sociedad a través del miedo, comienzan otros procesos absurdos contra los ciudadanos decentes y contra cualquier persona o visitante.
Es natural que la mayoría de personas que viajan al exterior compran cosas para personas queridas, novias, amigos, desde lociones hasta joyas, pero el caso que más recordamos es cuando, en tiempos de la dictadura de Allende en Chile, al preguntar a amigos qué les gustaría que les llevara, su respuesta dijo muchísimo sobre la situación: queremos pasta de dientes, jarabe para la tos, gotas de ojos, crema para el rostro, un drama que se repitió en Nicaragua con los sandinistas en los años 80, cuando faltaba de todo, hasta el papel higiénico…

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