Religión no debe confundirse con charlatanería

Como hemos relatado un par de veces, cuando un sujeto le propuso al gran pensador e iconoclasta francés Voltaire "formar una nueva religión" la respuesta fue inmediata:

"De acuerdo con usted: lo único que necesita es ponerse a predicar, hacer que lo capturen, lo torturen y lo crucifiquen para que luego usted resucite y sea venerado como un dios...".

Eso era en aquellos tiempos, a diferencia de hoy, cuando cualquier charlatán funda un partido o una secta, manipula la Biblia o se inventa dogmas y obliga a pobres incautos a cumplir al pie de la letra lo que se les ordena.

En este punto vale distinguir entre iglesias reconocidas por su historia y trayectoria en favor de la fe y los más necesitados, y los grupos de oportunistas que dicen “hablar con Dios” y “tener puesta su fe” en Él, al mismo tiempo que facilitan la violacion descarada de la Constitución, los atropellos y encarcelamiento contra inocentes, el saqueo de fondos y bienes públicos y la persecución de críticos y periodistas independientes.

Una de las tales "religiones" obliga a los padres no enviar a sus hijos a la escuela pero sí mandarlos a vender a la calle pese a los peligros que cualquier menor corre; otro grupo impide, "por sus creencias religiosas", recibir transfusiones cuando un paciente grave las necesita, sobre todo tratándose de niños y adolescentes, lo que con frecuencia hace que un juez ordene la transfusión aunque sin ordenar cárcel para sus deshumanizados padres.

Por eso es que hace un tiempo hubo mayoritaria oposición a que se leyera la Biblia en las escuelas: primero, por ser un Estado laico; segundo, porque los maestros no tienen la formación idónea al respecto, y tercero, por las terribles manipulaciones fundamentalistas a las que podría prestarse.

Solo hay que imaginar a un individuo invitando a estudiantes a lapidar a mujeres, sacarse ojos o cortarse manos “si son motivo de pecado”… o la fundación de “guardias de la moral” como los dementes ayatolas iraníes, o los talibanes afganos anclados en el Medioevo, ambos grupos rebajando cada vez más la condición de las mujeres, condenándolas a latigazos o palizas por no cubrirse de pies a cabeza.

La vilipendiada Constitución de nuestro saqueado país reconoce "la libertad de culto", sin diferenciar si se trata de supercherías, de peligrosos fanatismos, de veneno para cuerpo y cerebro, lo que puede llegar a tolerar a enloquecidos como el "reverendo" Jim Jones que en noviembre de 1978, en Guyana, condujo a casi un millar de sus seguidores a ingerir veneno, hacer que sus niños también lo hicieran y en el proceso espantar al mundo civilizado, además de asesinar a un congresista estadounidense y su comitiva.

Hay antecedentes para tales excesos, desde las ciegas creencias de los talibanes que quieren volver más de mil quinientos años en la historia y han esclavizado a la mujer afgana, hasta la secta desbaratada en 1993 en Waco, Texas, con el “pastor” David Koresh armado hasta los dientes enfrentándose al FBI.

Los excesos en que están cayendo estos grupos con respecto a sus niños, negándoles educación y transfusiones cuando las necesitan para seguir vivos, vuelven imperativo que se desmantelen tales las "iglesias" y se impida que los "pastores" se sigan enriqueciendo con la ciega fe o fanatismo de los miembros de la secta.

Falsos mesías que llevan a los pueblos a su ruina

Los incautos suelen salir a luz durante eventos electorales, lo que aprovechan individuos como Juan Domingo Perón en Argentina, Hugo Chávez en Venezuela, los Kirchner de Argentina, los hermanos Castro de Cuba, Correa en Ecuador, Ortega en Nicaragua y los populistas en nuestro suelo, que llegan a creerse “sumos pontífices” con línea directa su “dios” y que fundan partidos que más bien son sectas.