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“La democracia ha muerto” denuncian tras reforma de Nuevas Ideas

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Por El Diario de Hoy
Publicado el 04 de agosto de 2025


De forma exprés, en cuestión de cinco horas, bajo las sombras de la noche, a las puertas de una vacación alargada para que todo se diluya “convenientemente”, el partido oficial Nuevas Ideas, que controla la Asamblea, se garantizó la perpetuación presidencial.

El oficialismo extendió a seis años el periodo presidencial y que pueda haber reelecciones continuas cada vez que se les antoje, lo que equivale a un mandato ininterrumpido "hasta que San Juan baje el dedo".

Por si fuera poco, unifican la fecha de la elección presidencial con las de diputados y alcaldes para asegurarse de que el mismo partido oficial no reciba un inminente voto de castigo que lo lleve a la debacle en las elecciones legislativas y municipales.

“La democracia ha muerto” se denunció en la Asamblea tras la votación.

Evidentemente todo es parte de una jugada para mantenerse en el poder a toda costa, aprovechando que, con tal de tener una relativa “seguridad”, mucha gente prefiere sacrificar a su país, que la mantengan regimentada y que le roben su dinero de los ahorros de pensiones o de los impuestos que pagan para el mantenimiento y mejoras de hospitales, escuelas, carreteras.

Pero esa gente no son las familias de los 430 detenidos bajo el estado de excepción y muertos bajo custodia penitenciaria; tampoco son los ocho mil inocentes que fueron capturados “porque iban pasando” o para llenar cuotas de arrestos y que estuvieron hasta varios meses tras las rejas, perdiendo sus trabajos y reputación. Esas personas no son los salvadoreños que tienen miedo de protestar o expresarse con libertad, que viven —o sobreviven— precariamente al día, sin hospitales, sin escuelas, sin alimentos para ellos y los suyos. Tampoco son los salvadoreños de corazón que sufren al ver a su país convertido en un feudo o una finca, donde una sola persona decide vida y muerte de pobladores y donde nada pasa a los corruptos y saqueadores de los bienes y dineros públicos. 

La “reforma” quita el candado que los constituyentes de 1983 pusieron para que no se entronizaran las dictaduras: el primer inciso del artículo 152 de la Constitución, que prohíbe ser candidatos a quienes hayan gobernado en periodo inmediato anterior y ordena que un presidente no puede quedarse un día más allá de su periodo.

El escritor e historiador Héctor Lindo cita cómo en 1939 el oficialismo de entonces hizo cambios a la Constitución para facilitar la reelección del sanguinario dictador Maximiliano Hernández Martínez, montando toda una trama para que pareciera una respuesta al "clamor popular".

“Los diputados serviles del partido oficial facilitaron la tarea”, evoca el intelectual, aunque hace la salvedad de que “varios funcionarios dignos renunciaron en disgusto”, algo que no se espera que pase en este momento dado el grado de servilismo y despersonalización que privan.

Al contrario: al solo aprobarse el engendro del jueves, los encargados electorales salieron a proclamar que “harían los cambios necesarios”.

Es notoria la disposición sin límites a cumplir los antojos del oficialismo, comenzando por todas las argucias que hicieron para derrocar a la Sala de lo Constitucional en 2021 y romper los candados constitucionales, las “normas pétreas”, a fin de poder prostituir la Constitución a su gusto, como ahora hemos visto.

Lo mismo hicieron cuando con subterfugios judiciales posibilitaron la reelección presidencial, expresamente prohibida por la Constitución.

Es la misma historia de Fujimori en Perú, Chávez en Venezuela, Ortega en Nicaragua: llegan al poder posicionándose como paladines populistas y antisistema, contra el autoritarismo y la corrupción, y terminan imponiendo un esquema peor de opresión, miseria y muerte.

Pero los ocurrentes olvidan que los constituyentes de 1983 garantizaron la alternancia en el poder en la Constitución, con lo cual esta nueva infamia viola la misma Carta Magna.

“Pan y circo” para distraer a las masas y robarles su libertad

Este engendro muestra además un temor de perder el poder eventualmente y la “urgencia” de consolidar más al oficialismo, garantizar su permanencia ilimitada, pues será la única manera de asegurarse de que nadie investigará sus abusos y tropelías ni les pedirá cuentas.

Por todo esto intentarán mantener distraída a la gente con el “pan y circo” —más luces de Bengala que pan— en la feria agostina.

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