Pretenden poner un impuesto a las ONG que sirven a las comunidades

Un impuesto del 30 por ciento a los "agentes extranjeros", las organizaciones que sostienen programas de servicio a las comunidades, donan dinero para construir escuelas o clínicas, ayudan a grupos sociales vulnerables, es la última y lustrosa ocurrencia del régimen bukelista, que haciendo gala de humor negro dice que servirá para "pagar la deuda" de una cooperativa cuyos miembros salieron a protestar porque los quieren desalojar de sus tierras y fueron reprimidos.

La ocurrencia no es nueva. Hace un par de años se propuso lo mismo, pero no se materializó por el temor a que programas de ayuda, asistenciales, se cancelaran, pues no tiene ningún sentido para un donante, para poner un ejemplo, construir hogares para ancianos desamparados y que tenga que dar casi la tercera parte para un gobierno cuestionado, como ha sucedido con los fondos que el gobierno alemán donó para una escuela, pero el régimen los usó para otra cosa, lo que hará que tanto los alemanes como futuros y pasados donantes cambien de país y envíen esas ayudas a grupos necesitados de otros lugares.

Ahora parece que la nueva disposición sale de un hígado en represalia por la protesta que hicieron los miembros de la comunidad El Bosque en Santa Tecla para que no los desalojen.

En Nicaragua cesaron los envíos después que la dictadura comenzó a cerrar las ONG y quedarse con sus propiedades, sobre todo las de la Iglesia Católica. No se puede dejar de recordar que al no más llegar Trump a la Casa Blanca también desmanteló la histórica Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional (USAID), lo cual dejó en el aire innumerables programas de asistencia humanitaria alrededor del mundo.

En una medida similar a la última ocurrencia del bukelismo, los congresistas republicanos --partido que cayó bajo control de Trump después de una larga trayectoria por sus posturas a favor el crecimiento, bajos impuestos, etcétera-- quieren gravar con un cinco por ciento las remesas que reciben familiares de centroamericanos, indios, armenios o lo que sea, fondos sobre los que alguien ya pagó impuestos y van a familias necesitadas, como es la experiencia de tantos en nuestro país.

La propuesta ha sido objetada de inmediato por la presidenta de México, Claudia Scheinbaum, que viene enfrentando con mucha sensatez las ocurrencias del presidente Trump, que de la noche a la mañana está generando conflictos donde antes había cordiales y muy constructivas relaciones, como es el caso de la pretensión de anexionar Canadá como el Estado número 51, lo que dio lugar a la respuesta del primer ministro Mark Carney: "No estamos en venta".

La gente tiembla pensando cuál será la próxima ocurrencia

De las últimas ocurrencias en El Salvador la más macabra fue ofrecer los "servicios carcelarios", con todo y torturas y vejámenes diversos, para "alojar" inmigrantes, en su mayoría venezolanos, acusándolos sin prueba alguna de ser miembros del grupo delincuencial Tren de Aragua, lo que incluye poner dificultades para que puedan comunicarse con sus familiares ni menos visitas y hasta para desobedecer órdenes de los tribunales estadounidenses de llevarlos de regreso a EE.UU.

Como una anotación al margen, México produce entre otros bienes, partes de automóviles que se ensamblan en Estados Unidos, aguacates, tomates y tequila que luego se envasa en el norte.

Un viejo refrán dice que no hay arte que un burócrata aprenda con más rapidez, que el de desplumar a sus connacionales y a quienes tienen la desgracia de caer en su órbita.

La gente en este suelo tiembla pensando cuáles serán las nuevas y diabólicas ocurrencias que en parte son cortinas de humo para esconder el desastre que se vive...