Psicólogos en peligro de extinción
Al paso que vamos, los psicólogos deberían estar en la lista roja de la UNESCO de especies en peligro de extinción, junto al rinoceronte blanco, el jaguar y el oso polar. Es irónico porque, aunque hay miles de psicólogos egresando de las universidades cada año, cada vez menos personas creen que los necesitan para cuidar su salud mental.
La Organización Panamericana de la Salud indica que en América Latina un 80% de las personas con trastornos mentales moderados o severos no reciben tratamiento. En El Salvador solo el 1% de la población general accede a consultas en hospitales públicos y la mayor parte de ese acceso ocurre en la capital o zonas urbanas, mientras que en áreas rurales es aún menor. 1 de cada 2 personas jóvenes padecen ansiedad y 1 de cada 4 depresión, esto evidencia una emergencia en salud mental.
A nivel global los servicios psíquicos en línea representan un negocio valorado en $2 mil millones de dólares en 2024. El 40% de la población mundial ha interactuado con el tarot alguna vez y en América Latina hay una profunda conexión con prácticas y creencias esotéricas, cerca del 70% de la población cree en lo sobrenatural. Por otro lado, el mercado de desarrollo personal en Latinoamérica generó $3,388 millones de dólares en 2024, siendo el segmento más grande el coaching y formación personal. Todo esto significa que una porción significativa de la población está recurriendo a este tipo de apoyo.
Por un lado, seguimos viviendo en una sociedad que estigmatiza la terapia, los psicólogos y hasta los psiquiatras, recluyéndolos como ayuda para personas “locas” o como algo “exagerado”. Por otro lado, cada vez hay más personas que, sin estudiar un solo semestre de psicología, se autoproclaman expertos en salud mental desde el sofá de su sala, el micrófono de un podcast o el feed de Instagram.
¿Por qué ir a terapia cuando tienes a tu tía la positiva, al coach cuántico, y a esa influencer de voz suave que te dice que el universo te está “poniendo a prueba”? ¿Para qué un profesional si puedes resolver una depresión con journaling, una playlist, y repetir “yo soy abundancia” frente al espejo?
Mientras hay profesionales que se forman durante años para entender la mente humana, los nuevos “gurús” solo invierten una somera leída a un libro de autoayuda quedándose con una frase pegajosa que luego repiten con un filtro bonito. Y mientras más aumenta el sufrimiento por un padecimiento en salud mental, más se repiten consejos mediocres.
El problema es cuando estos “gurús” se infiltran en nuestras casas o en nuestra vida cotidiana y de pronto son nuestros padres, hermanos, amigos, pareja, compañeros o cualquier otra persona que tenga contacto directo con nosotros. Estos gurús personales que luego tenemos viviendo con nosotros se creen todo lo que las redes sociales y algunos blogs de “autoayuda” ofrecen como soluciones para algo que llaman depresión y ansiedad que no tiene nada que ver con la depresión y la ansiedad.
La terapia exprés embotellada como “elixir mágico” realmente no sabe cómo abordar crisis de ansiedad, no sabe, ni guía, cómo vivir con trastorno límite de la personalidad, no tendrá las herramientas adecuadas para ofrecer ayuda a una persona con ideación suicida. El positivismo tóxico se llena de frases como: “tú puedes”, “es solo que no has encontrado algo que te guste”, “te estás auto compadeciendo”, “tienes todo para ser feliz”.
La salud mental se ha vuelto el buffet libre de la autoayuda. Y si todo falla, pues claro: “échale ganas”, que para algunos sigue siendo la aspirina emocional universal. Pero nada de esto contempla los diagnósticos de enfermedades en salud mental. No contemplan un cerebro que no trabaja de la misma forma que un cerebro sano, no contemplan los traumas que alteraron la estructura de la personalidad, no contemplan un centenar de cosas que hacen que las personas con diagnósticos sean inmunes a su “elixir mágico”. No es que no haya ganas, es que no sirve de nada. Los años de estudio, la supervisión clínica y la formación continua nunca podrán ser reemplazados por discursos de 30 segundos y soluciones mágicas para problemas estructurales.
Miss Universo El Salvador, consultora política

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