Santa Ana 28oC   51% H San Salvador 28oC   58% H San Miguel 28oC   58% H Surf City 33oC   49% H
  mapa
EDH

Shakira en El Salvador Calendario Mundial 2026 Temporada de Navidad Conciertos en El Salvador Festivales Turismo en El Salvador Noticias

Banner versión desktop Banner versión móvil
   CONTENIDO DE ARCHIVO: ¡Estás navegando en el pasado! 🚀 Da el salto a la nueva versión de elsalvador.com. Te invitamos a visitar el nuevo portal país donde coincidimos todos.

Popularidad…

“La popularidad es como la juventud: una vez ida, no vuelve…”. (Auguste Louis Petiet)

Avatar del autor

Por Oscar Picardo Joao
Publicado el 11 de agosto de 2024


La popularidad es emocional, volátil, contagiosa y efímera…; el diccionario de la RAE define el concepto del siguiente modo: “Cualidad de popular, o conocido y apreciado por mucha gente”; y lo popular, según el mismo diccionario es: “Del pueblo (…) conocido y apreciado por mucha gente (…) que está al alcance de la gente con menos recursos económicos o con menos desarrollo cultural”.

La popularidad es un “reconocimiento colectivo” asociado individualmente con la “dopamina”, un neurotransmisor relacionado con el estado de ánimo y con recompensas, que te hace sentir bien cuando vives una experiencia agradable; y justamente el estado de ánimo es versátil, y se mueve emocionalmente desde un polo al otro a través de percepciones de la realidad, desde la efusiva alegría a la tristeza, desde la afabilidad al odio, algo bastante bipolar. Hoy eres popular, mañana quizá no.

En el mundo político la popularidad es un territorio de batalla…; los líderes partidarios o gubernamentales buscan enviar mensajes o generar decisiones o acciones para impactar emocionalmente en las creencias y en el comportamiento de los ciudadanos. Utilizan las frustraciones de la gente para sustituirlas con ideas o proyectos redentores (Satisfacción Vicariante).

Pero el lugar por excelencia de la popularidad en Latinoamérica está en las masas, en las mayorías de excluidos y pobres, “en dónde lo mínimo puede significar mucho…”; en el pasado, una gorra, un llavero, una porción de alimentos, podía inclinar la balanza electoral de mucha gente. Hoy, con las redes sociales, ha cambiado un poco la percepción y además de lo material inciden otros sesgos de confirmación que reafirman mis hipótesis y sistemas de ideas, a través de imágenes, post y videos.

La popularidad se construye, y se necesita una maquinaria de propaganda y comunicación, para estar de modo omnipresente, en todo lugar y en todo tiempo; una alta exposición comienza a transformar lo inusual o rutinario en algo excepcional. Pero al parecer hay un ciclo, que se podría visualizar en una curva o campana, con un proceso ascendente, luego un momento de estabilidad y al final un proceso de descenso.

Entonces ¿por qué razón se logra ascender y luego descender…?; el ascenso inicia cuando se comienza a superar una crisis, así, aparece un estado emocional de optimismo y de salida de esa situación problemática; la sostenibilidad en el tiempo de las acciones y decisiones serán la medida y rapidez del ascenso. La estabilidad aparece cuando las opciones se agotan, y cuando nada nuevo genera cambios antes las expectativas; y el descenso puede comenzar por varias razones: a) Desencanto, todo fue un espejismo…; b) Errores, el poder puede hacer perder el sentido de la realidad; c) Frustración, la gente descubre engaños o mentiras; d) Una nueva opción, aparece en el horizonte algo mejor que supera lo anterior; entre otras circunstancias.

En la vida democrática de las naciones hemos presenciado los ciclos de popularidad desde diversas ideologías o sistemas políticos: derecha, neoliberales, centro, bienestar, socialistas y comunistas; también hemos sido testigos de los ciclos de los regímenes autoritarios, de corta y larga duración. En casi todos los casos, los líderes -de la ideología que fuere- son impulsados y elevados por el apoyo popular; y también muchos caen por el desencanto o por la insurrección popular. Pero hay casos en dónde se quedan en el poder y “compran popularidad” con subsidios, paternalismo, miedo o terror…

En la teoría política también se habla de “desgaste” político; como que los gobernantes son frágiles y luego de un periodo o dos de gobierno pierden sus habilidades o capacidades, cometen errores o se rodean de gente incompetente o corrupta que daña la imagen y afecta la percepción de la gente.

La popularidad política suele ser muy costosa; y hay dos caminos, invertir en obras o en proyectos que respondan a las necesidades de la gente -lo menos usual- o en la imagen propia a través de comunicación y propaganda, para crear un arquetipo -lo más común-; se necesitan cientos de millones de dólares para alcanzar el espectro de las mayorías y construir una atmósfera de popularidad. 

La popularidad se diseña con frases cortas y potentes, primero con slogans y luego con narrativas, pero también con imágenes simbólicas. Activar la dopamina de los ciudadanos es un arte de marketing político que implica descubrir necesidades, frustraciones y miedos para luego diseñar respuestas. En una segunda fase se necesitan hechos fácticos, generalmente visibles, que permitan confirmar la coherencia con las frases e imágenes, pero a veces sucede y otras veces no…

Paréntesis: Casi ningún político o gobernante apuesta a la calidad de la educación porque es un intangible, prefieren un puente, una carretera, un hospital; algo que se vea y se pueda apreciar…; y los intangibles no generan votos.

En materia política, y desde un punto de vista tradicional, la popularidad es el arte de conectar las necesidades de la gente con la “escenografía pública…”; efectivamente, los ciudadanos poseen demandas y necesidades reales de seguridad, economía, salud, vivienda, educación, etcétera y los gobiernos intentan ofertar ciertas soluciones, pero hay un desequilibrio fiscal enorme entre las oferta y la demanda, entonces los gobiernos tienen que recurrir a lo escenográfico, es decir crear espejismos, soluciones artificiales o desviar la atención hacia otras posibilidades.

Pero hablar de popularidad nos lleva inexorablemente al concepto de “populismo”, es decir, medidas destinadas a ganarse la simpatía del pueblo a través de la demagogia, la mentira y el engaño (Ralf Dahrendorf). Desde las diferentes teorías estructuralistas o discursivas, el populismo posee una connotación peyorativa, de tal modo que la popularidad y el populismo tocan la arista de una debilidad política; por un lado, lo efímero y por otro lado el arte del engaño. El axioma sería entonces: hacer populismo para lograr popularidad.

La popularidad y el populismo funcionan bien en escenarios de baja escolaridad y limitada cultura; la gente es susceptible a ser engañada, a creer lo inverosímil y a repetir mentiras y medias verdades. Eventualmente, la paciencia se agota o los políticos cometen errores garrafales, pero en estos escenarios socio-económicos la gente es propensa a volver a caer en la trampa del populismo y la popularidad. Como diría Georg. C. Lichtenberg: “A la gloria de los más famosos se adscribe siempre algo de la miopía de los admiradores”.

En síntesis, la popularidad llega y se va, se crea y se destruye, aparece y desaparece, y en no pocos casos la principal tarea política es forzar lazos de popularidad para lograr una supuesta gobernabilidad o equilibrio entre la oferta y la demanda. Hacer política sobre la base de la popularidad como principal argumento o excusa es demasiado riesgoso y suele ser demasiado común en nuestro continente.

Efectivamente, no hay que olvidar que la popularidad es pasajera; hay una suerte de desencanto, un sentimiento de infidelidad irreversible, que sólo se resuelve en política con un nuevo mentiroso…

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.

Investigador Educativo/opicardo@uoc.edu

💡
¿Qué deseas ver ahora?