Cuarto tablero, no hay más oportunidades
Atacar los alimentos, vengan de la fábrica, de la granja o cultivados en el campo, no va eliminar el hecho que es el uso y propósito con los cuales se consumen, lo que los vuelve o no de mayor riesgo.
En nuestro último artículo quedé pendiente de hablar de un cuarto tablero, para lo cual quiero recordar que: "El conocimiento del efecto depende del conocimiento de la causa y lo involucra".
De esto ya hablamos en cuanto al tema de las jugadas de Mr. K. en relación a su propuesta de “Make América Healthy Again” y la manera en que genera una relación entre el grave problema de Enfermedades Crónicas No Transmisibles (E.C.N.T.) con las cuales batalla Estados Unidos y el resto del planeta (de una u otra variante) y toda la cadena que ya vimos en el segundo artículo de esta serie.
No es un planteamiento nuevo, porque también los organismos internacionales señalan la misma aparente relación de causa efecto, lo cual se convierte en la base de la jugada del tercer tablero, que si recordarán es la jugada del pastor. Y si nosotros pensamos, como principiantes o distraídos, podemos caer en la falacia ad populum o quizá ad autoritatem.
La tentación es fuerte, ¡claro que sí! Lo dicen las grandes organizaciones como OMS/OPS, FAO y ahora también Mr. K. Así que debe ser cierto. Pero resulta que ¡NO LO ES!
Se trata de una equivocación por algo que se conoce como sesgo cognitivo: errores sistemáticos en el pensamiento causados por emociones, deseos o creencias previas. O en este caso por lo que Spinoza denominó en su obra como el conocimiento inadecuado.
Desgranemos esta idea poco a poco, para que todos estemos claros de por dónde va todo y qué resultado podremos esperar.
Demos inicio a la disección de las viejas ideas. Tomemos para ello como sujeto de paralelismo con los elementos en estudio, un ejemplo clásico: el caso de la obesidad y sus consecuencias. Se tiene la idea inadecuada, que parte de la imaginación, que es producida por comida que “engorda”. Incluso hoy día quieren vender la idea que esta comida que engorda es la que procede de la industria. Si esto fuese cierto, al eliminar la comida “que engorda”, debería desaparecer la obesidad y sus consecuencias.
Pues bien, el conocimiento empírico (basado en experimentación) ha demostrado que la obesidad y sus consecuencias tienen un origen multifactorial. Ese conocimiento -si fuese la razón la que guiase nuestros pensamientos- debería ser suficiente para sustituir el conocimiento inadecuado por uno adecuado que diga: Hay que educar a la población sobre todos los elementos que pueden llevarlos a la obesidad y cómo manejarse con libertad para poder seguir disfrutando de todos los alimentos con el MENOR riesgo posible.
¿Qué quiere decir lo anterior? Que atacar los alimentos, vengan de la fábrica, de la granja o cultivados en el campo, no va eliminar el hecho que es el uso y propósito con los cuales se consumen, lo que los vuelve o no de mayor riesgo.
Porque hay que retomar las palabras visionarias de Spinoza sobre el tema del disfrute: “Concebimos las cosas que nos gustan como buenas, no porque lo sean, sino porque nos gustan”.
Otro ejemplo, que tiene que ver con la E.C.N.T.: El tabaquismo y sus consecuencias. El conocimiento inadecuado, que manejamos con nuestra imaginación, dice que es la existencia de cigarrillos la que lo provoca. El conocimiento científico nos explica que es un problema conductual, que bien podría inclinarse por el consumo de otro tipo de droga. Porque lo que se pretende obtener es satisfacción, placer. La multifactorialidad también está presente. Entonces, ¿por qué si existe este conocimiento, se sigue blandiendo la espada de la imaginación? Porque la inmensa mayoría de las personas se guían por lo que Spinoza denominó los afectos, que no son otra cosa que emociones; las cuales no están amarradas al pensamiento racional.
Y entonces, que sigue ¿la inacción? No, ya hablamos antes que no se trata de inacción. Hay que llevar a la población al pensamiento racional, a que tengan un conocimiento adecuado de lo que les pasa. Lo que es producto emanado de la mente, no se va a corregir si no es actuando a nivel de la mente. Esto solo se puede realizar a través de la educación, más educación y seguir educando. Primero al personal sanitario y al personal de educadores, para el efecto multiplicador.
Pero aquí subyace un problema que pocos quieren afrontar: ¿A quién corresponde educar? ¿Al Estado? No en exclusiva, también el sector empresarial está obligado, ya que son sus consumidores, a los cuales se deben. También la academia y sociedad civil.
Desafortunadamente, las cosas van por el camino contrario, porque los organismos internacionales promueven que se saque al sector privado, por conflicto de intereses. Ante la ciencia real y el conocimiento racional, no prevalece dicho conflicto. Que también los primeros lo tienen, en todo caso, porque reciben dinero -y no hay cena gratis- de privados.
Los gobiernos argumentan que se tarda mucho con dichos procesos educativos. Pero solo dando el primer paso se inicia una caminata.
En el sector empresarial, los ejecutivos que encabezan la discusión, tienen el conocimiento inadecuado: Creen que basta con una que otra plática, un video, un folleto y un congreso, para educar al personal sanitario -quizá solo médicos- y que como por arte de magia superen sus propias creencias y sesgo cognitivo. No les ha dado resultado antes y no veo por qué lo hará ahora, menos ante el recrudecimiento de los ataques que se anuncian, de todos lados. "No se pueden obtener resultados diferentes haciendo siempre lo mismo" (atribuido a Albert Einstein).
Finalizo esta serie subrayando que, Mr. K. parece que ganará todas las partidas en las que participa. Maneja bien sus piezas. Esperemos que logre cambiar a un conocimiento adecuado. Los grandes organismos sanitarios, jugarán a desquitarse con el sector privado en los países más susceptibles. El sector empresarial si no cambia de estrategia, se dejará llevar por la jugada del pastor...otra vez. Seguirán discutiendo si octógonos, rectángulos u otras opciones más disparatadas; luego será sobre la publicidad, las figuras, las fórmulas, y un largo etc.
Pero los que nada ganarán, porque ni siquiera jugarán, son los espectadores, o sea, nosotros.
Médico y Abogado

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