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Overton y sus ideas

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Por Carlos Mayora Re
Publicado el 19 de julio de 2025


En cada generación están presentes ideas y valores, sensibilidades, que dictan criterios de actuación general, constituyéndose en una especie de árbitros de lo correcto y de lo equivocado, de lo moral o lo inmoral. 

Valores que, además, se ponen de moda, y al cabo de un tiempo dejan de estarlo; pues, ya se sabe, el sentir popular es, por definición, cambiante y por lo mismo manipulable.

Una sociología más bien práctica, y la ciencia política al uso, se preguntan por las razones por las cuales tópicos que pocos años ha eran inaceptables culturalmente hablando (como la inclusión de las mujeres en campos sociales masculinos por tradición, o la liberación del consumo de drogas, por poner dos ejemplos) hoy día no solo son ampliamente aceptados, sino, incluso, promovidos y sostenidos de tal modo que quien no los acepta, es considerado un paria dentro de su misma sociedad. 

Así, cosas políticamente impensables terminan por convertirse en miembros destacados del mainstream cultural, y viceversa: ideas pacíficamente aceptadas son relegadas al museo de los horrores, o a ser prácticamente obscenas, mediante la llamada cultura de la cancelación, o de la acción social de grupos minoritarios que intentan, y logran, no solo popularizar sino imponer su manera de ver -y sentir- la realidad. 

De modo que la llamada opinión pública termina por coincidir cada vez más con la opinión privada, difundiendo una cultura de masas y forjando la sensibilidad personal de una manera difícil de imaginar sin los hodiernos medios de comunicación.

En el fondo, si uno lo piensa mejor, el viejo truco de echar mano del miedo sigue siendo la mejor herramienta para “convencer”. Vivimos en una era muy temerosa, y así, el horror que provoca la desaparición de los continentes sumergidos bajo las aguas del mar, la extinción de todas las mujeres, que se acabe el petróleo, que aparezca una epidemia mil veces peor que el Covid, que el hambre diezme a la especie humana, o haya un caos informático mundial… hace que ciertas ideas sean aceptadas casi sin reflexión por la mayoría de personas. 

Y, ya se sabe, en río revuelto ganancia de pescadores.

Si el lector tuviera la impresión de que me estoy apuntando a algún bando “conspiranoico”, siento desilusionarlo. Pues tengo para mí que más que una trama mundial para hacerse con el poder, o la existencia de lobbies y logias conspirativas, en el mundo actual hay una pléyade de pequeños tiranos que quieren, cada uno a su modo, convertirse en “la mano que mece la cuna”, sin importar que dicha cuna sea económica, política, geopolítica, ideológica y cualquiera de sus combinaciones. 

Así, si bien todavía existen unos pocos románticos que trabajan por un bien común, son legión los que -para decirlo gráficamente- tienen como objetivo no negociable engordar a costa de sus conciudadanos. 

Todo esto fue estudiado por Joseph P. Overton, un experto en comunicación política, quien a finales del siglo pasado elaboró una teoría cuyo propósito era comprender la mutabilidad de la aceptación de ideas y valores dentro de una sociedad determinada. 

Su esquema hace que las ideas puedan ser colocadas en un rango cuyos extremos serían lo radicalmente impensable y lo ampliamente aceptado, pasando por lo conceptualizado como sensato, popular y simplemente político. Una gama de clasificaciones en las que las ideas presentes en la opinión pública se ven incluidas. 

Lo interesante de todo esto es que la aceptabilidad o inaceptabilidad de un concepto o de un valor social, depende hoy día cada vez menos de factores objetivos (como normas sociales, costumbres o códigos legales), y bastante más de la construcción, por medio del manejo de la opinión pública, de una subjetiva valoración moral del tópico en cuestión en la conciencia de las personas. 

Un tema muy interesante y que termina por explicar la íntima relación entre propaganda y poder, por ejemplo.

Ingeniero / @carlosmayorare

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