Los enemigos y la cultura de cancelación
La suerte está echada, todo sucede en el nuevo territorio digital de fake news, videos, fotos, odio, insultos. Las redes sociales son el campo de batalla político, y aquí la razón y el sentido común pierde la guerra.
Occidente –incluyendo El Salvador- camina hacia un despeñadero político peligroso, pautado por una “cultura de cancelación” en donde no se pueden administrar los disensos: Eres amigo o enemigo, no hay tonalidades de gris (Alexia Putín Ghidini, 2025).
Lo que conocimos como democracia es ahora un modelo de “ejecutivo unitario”, una reinvención de las monarquías autoritarias, adaptadas en el escenario de transformación digital; los sistemas electorales son simplemente un envoltorio superficial, y la gente de modo mecánico participa influenciada por el pragmatismo, las redes sociales, las emociones y el neuromarketing.
Surgen líderes mesiánicos, producto de la “satisfacción vicariante”, que compensan las frustraciones y el desencanto político de los ciudadanos; el hartazgo su vuelca a un fenómeno político pragmático pleno de incertidumbres, pero con mucha fe.
Aparecen movimientos sectarios y nuevos analistas simbólicos que defienden con convicción lo indefendible. Se borra la historia y surge la post verdad en un escenario de improvisación con limitada asertividad y eslóganes. La suerte está echada, todo sucede en el nuevo territorio digital de fake news, videos, fotos, odio, insultos. Las redes sociales son el campo de batalla político, y aquí la razón y el sentido común pierde la guerra.
Se observa un “rearme” occidental, no es solo militar o policial, sino también moral, intelectual, social, con la finalidad de recuperar un orgullo nacionalista, y pese a que no somos una sociedad equivocada –a pesar de los yerros y crueldades puntuales, guerras, esclavitud, etcétera- se observa una necesidad de autodeterminación, y esto elevado al extremo proyecta ciertos resentimientos y rencores y un alejamiento sutil del humanismo.
Hay un declive en occidente, vinculado a una “tríada oscura”:
1) El decrecimiento del victimismo o la concienciación punitiva de las falsas promesas de redistribución de los recursos; esto no ocurrió y fue el disparador de la frustración, el rencor y el resentimiento. A esto debemos sumar el movimiento Woke que antagonizó la moral tradicional. Finalmente, los ciudadanos se cansaron de los políticos tradicionales y comenzaron a buscar nuevas opciones.
2) Producto de lo anterior, surgen dictaduras de la Ideología basada en el pensamiento binario; o estoy de este lado o estoy de otro, cuando la vida en realidad es una infinita escala de grises y no podemos simplificar los problemas con soluciones en blanco y negro. Pero los nuevos dirigentes políticos te obligan a tomar una postura, y emerge la polarización. Moisés Naím habla de populismo, polarización y post verdad.
3) Ya no hay adversarios, sino “enemigos”; no se puede discrepar, disentir, dialogar, debatir, y el otro que no piensa como yo es un enemigo, es literalmente una amenaza; y esto nos lleva al plano del conflicto, el insulto, el odio. En este contexto, las ideologías extremas se devoran a sus oponentes. Y crean una cultura de cancelación (cancel culture de Estados Unidos) en dónde el razonamiento ya no es lo que nos lleva al acuerdo y eso es muy peligroso, porque los elementos emocionales prevalecen sobre la razón.
La cultura de la cancelación, también conocida como cultura de la denuncia, es la práctica de retirar el apoyo (o "cancelar") a personas o entidades, a menudo figuras públicas, debido a comportamientos o declaraciones percibidas como objetables, generalmente expresados a través de redes sociales. Esta retirada de apoyo puede implicar boicots, humillación pública e intentos de eliminar a la persona de su plataforma o influencia. Particularmente a opositores, prensa y activistas de la sociedad civil.
La cancelación y la emoción en la política lleva a la pérdida de la racionalidad y se defiende posturas en dónde mi emoción se tiene que transformar en un derecho y esto es tremendamente peligroso porque yo puedo tener deseos muy oscuros.
¿Cómo o cuándo surge todo esto?, según la politóloga Alexia Putín Ghidini, los padres del populismo contemporáneo nacen en 2016 y son tres fenómenos: Berlusconi, el Brexit y la primera victoria de Trump. Surge así, la nueva democracia de las emociones montada en las redes sociales y el neuromarketing político (Cambridge Analytica).
La cultura de cancelación arrastra consigo la arrogancia que le es inherente; se trata de una forma de bullying público, que se vuelve agresiva, destructiva y menos tolerante; es típico verlo en las redes sociales, particularmente en X o Twitter. Pero también aparece en la antípoda como un pedestal de pureza moral. Cuando te cancelo aparezco, y en los actos de cancelación surgen los nuevos paladines del discurso y la narrativa reafirmándose.
El concepto de la cultura de la cancelación tiene connotaciones mayormente negativas; según Keith Hampton, profesor de estudios de los medios en la Michigan State University, la práctica de la cancelación ha contribuido a la polarización de la sociedad estadounidense, pero no ha llevado a ningún cambio de opinión verdadero.
En «Una carta sobre justicia y debate abierto», también conocida como Harper's Letter (editor The New York Times, 2020) 153 firmantes, entre ellos Noam Chomsky, Fernando Savater, Adela Cortina, Salman Rushdie, Garry Kasparov, Francis Fukuyama, señalaron: “La cultura libre no es perjudicial para los grupos sociales desfavorecidos: al contrario, creemos que la cultura es emancipadora y la censura, por bienintencionada que quiera presentarse, contraproducente”, La carta fue dirigida a Donald Trump…
En síntesis, ya no hay espacios de diálogo y debate político; estas en un bando o en el otro, y si estás en el bando “equivocado” eres “enemigo”; y a los enemigos se les anula, se les excluye o exilia, se les destruye, se les encarcela o se desaparecen. No hay medias tintas, o estás conmigo o estás contra mí…
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