Los Ángeles en el infierno y las protestas pacíficas

En países como El Salvador de Bukele, Nicaragua o Venezuela, puedes ir a la cárcel por expresar tu opinión contra las políticas públicas, pero en territorio estadounidense, el maravilloso derecho a protestar está protegido por la primera enmienda de la constitución de esta gran nación. Como un salvadoreño residiendo en Estados Unidos desde el siglo pasado, no quisiera ver que ese derecho se vea perturbado.

Hagamos un recuento de los hechos en California. Todo comenzó cuando agentes de ICE hicieron redadas indiscriminadamente en el famoso distrito de la moda en Los Ángeles, un lugar donde salvadoreños, filipinos, mexicanos y miembros de varias comunidades conviven a diario.

Al menos 24 trabajadores indocumentados fueron detenidos en ese lugar, lejos quedaron esos días de alegrías y carcajadas, con pujante comercio en paz, en donde los angelinos hacían sus compras, a precio de me lo llevo, para dar paso, a un nuevo escenario, el de el miedo, persecución y sufrimiento de los vendedores y compradores que visitaban el centro comercial.

La reacción de los familiares no se hizo esperar y muchos comenzaron a exigir información de sus seres queridos, mientras otros se declaraban en resistencia pacífica, colocándose frente a los agentes de migración, con el objeto de impedir que más personas fueran detenidas. Lo que llevó a tensiones entre ciudadanos y agentes.

Esto llamó la atención del presidente Donald Trump, quien, iracundo, ordenó el despliegue de la Guardia Nacional a la zona, con la excusa de, según él, detener los desórdenes en la ciudad, sin tomar en cuenta la opinión del Gobernador de California, Gavin Newson. Lo cual generó la indignación de los residentes de Los Ángeles.

El domingo, grupos de verdaderos energúmenos comenzaron hacer desórdenes en la ciudad. Fue entonces que Los Ángeles entró al infierno. Pero ese no es el camino, así no.

Hemos sido testigos de que malos actores, infiltrados en las manifestaciones pacíficas, han realizado actos criminales como el incendio de media docena de vehículos no tripulados, patrullas policiales y el saqueo de tiendas. Estos enajenados no representan el sentir de la población de Los Ángeles, ni tampoco representan a los inmigrantes que honradamente trabajan día a día por hacer grande a Estados Unidos.

Lo que se busca es la justicia para los inmigrantes, pero hay entes extraños con agendas escondidas que quieren crear desórdenes y caos, aprovechando la situación. A ellos, hay que castigarlos con todo el peso de la Ley.

Por eso, es mejor seguir el consejo del Gobernador Newsom de no darle a los provocadores lo que quieren ver; es decir caos, sino más bien, hacer lo contrario: denunciar los abusos de migración de manera pacífica.

El derecho de protesta pacífica en EE.UU. debe ser protegido, no debemos permitir que la lucha de los inmigrantes, sus familiares y los ciudadanos estadounidenses se vea mancillado por el actuar de delincuentes como los que hicieron esos desórdenes.

Ese derecho es un privilegio que gozamos todos los que residimos en el territorio estadounidense, cuidemoslo; no vaya a suceder lo que pasa en mi país de nacimiento El Salvador, en donde se han encarcelado a los líderes de la cooperativa El Bosque, junto al joven abogado Alejandro Henríquez y al pastor José Ángel Pérez, solo por haber ejercido su derecho a protestar pacíficamente.

Exdiplomático salvadoreño