Santa Ana 19oC   94% H San Salvador 22oC   94% H San Miguel 22oC   94% H Surf City 22oC   94% H
  mapa
EDH

Temporada de Navidad Conciertos en El Salvador Festivales Turismo en El Salvador Noticias

Banner versión desktop Banner versión móvil
   CONTENIDO DE ARCHIVO: ¡Estás navegando en el pasado! 🚀 Da el salto a la nueva versión de elsalvador.com. Te invitamos a visitar el nuevo portal país donde coincidimos todos.

Una historia a partes iguales: La importancia de la simetría

Aquí no se trata de comparar la experiencia de los pueblos de la Insulindia y de este continente con la colonización europea, pero si hay algo que es evidente que hay que mencionar: en Insulindia, otras partes de Asia y África, al contrario de América, no hay un corte abismal en su historia por la llegada de los europeos.

Avatar del autor

Por Francisco Galindo Vélez
Publicado el 02 de mayo de 2025


En su libro La Historia en Partes Iguales, el académico francés Romain Bertrand nos muestra claramente cómo los seres humanos son capaces de hacer sociedad, y considera que el eurocentrismo ha tenido como consecuencia cercenar a Europa y a occidente de gran parte del conocimiento de la humanidad que se tradujo en lo que llama “asimetría de la ignorancia”, y aquí, entonces, está otro punto fuerte del libro: “una historia simétrica”.

Un ejemplo de absoluta asimetría fue en el desarrollo delderecho para arropar y justificar lo que estaba sucediendo, pues en Holanda, Hugo Grocio, considerado por muchos como el padre del derecho internacional, se puso a la obra de compilar y recopilar todas las prácticas de las relaciones entre reinos y pueblos vigentes hasta ese momento. Una obra valiosísima, no cabe duda, pero también se dedicó a interpretarla para justificar lo que estaba haciendo Holanda,y otros europeos en aquel momento: conquista y comercio, en particular la Compañía Holandesa de las Indias Orientales para la que trabajó durante muchos años. Así, Grocio fue el principal exponente y defensor del derecho de la guerra, la conquista y de la adquisición de territorios por la fuerza. La prohibición de la guerra y de la conquista por la fuerza no vendría hasta ya entrado el siglo XX, con excepciones legales bajo las Naciones Unidas por decisiones del Consejo de Seguridad o defensa propia, pero también excepciones ilegales, muchas veces toleradas, de toda índole.

Sea como fuere, el autor muestra cada mundo en su propia realidad, el efecto del contacto y la visión que cada uno tiene del otro. Los holandeses veían a los lugareños como tramposos y advertían la importancia de tener cuidado con la “astucia de los nativos”, y los locales veían a los holandeses como grandes comerciantes impulsados por el afán de lucro, sin educación y sin cultura. Sobre este punto, Romain Bertrand hace una observación importante en el sentido de que estas visiones se deben a un antagonismo de condiciones y no de cultura, pues Europa no llegó a Asia como “una gran dama de la cultura”, sino que llevó su parte menos educada y más inculta, y marineros y comerciantes trataron con nobles locales. Esto también sucedió en esta parte del mundo.

Es muy interesante e importante destacar que el autor nunca se limita a un único momento de dicho contacto, ni a escribir una historia a partir de un solo contacto. Además, desarrolla maravillosamente bien las rivalidades entre europeos en la región, portugueses, holandeses, ingleses, para tener acceso a las especias, establecer puestos comerciales, robarse puestos comerciales unos a otros y, por supuesto, hurtar mapas de navegación porque en aquel momento la cartografía de los océanos era todavía obra inconclusa. También lo era lo de buena parte de tierras al interior de continentes, como en Asia, y así permanecería hasta el siglo XIX y sería parte del Gran Juego (The Great Game) entre potencias europeas, en particular entre Inglaterra y Rusia.

También hace hincapié en las alianzas de los europeos con las poblaciones locales que les sirvieron para lograr sus objetivos; un punto que algunos historiadores descuidan para resaltar las hazañas de los europeos, pero está claro que, sin esta colaboración para unos, complicidad para otros, nada hubiera sido posible para los europeos. Sobre este punto también hay mucho que decir en el continente americano.

Sabía que cuando se lee una historia desde una perspectiva diferente debe esperar sorpresas, por ejemplo, la que tuve al leer el libro de Bernard Lewis, El descubrimiento musulmán de Europa (The Muslim Discovery of Europe), cuando dice que según las fuentes árabes, Poitiers y Tours no tienen la misma importancia para los árabes que para los europeos porque no se menciona el nombre de esas ciudades, como tampoco mencionan a Charles Martel que en el año 732 derrotó al Califato Omeya en la Batalla de Poitiers y puso fin a la expansión musulmana en Europa, y que el único pueblo que mencionan es Narbona, que califican como “la última conquista en la tierra de los francos.” Y así fue con esta obra porque a partir de relatos judiciales demuestra que la llegada a Java de las tripulaciones holandesas de la Primera Navegación fue muy importante para los holandeses, pero no para los javaneses que estaban ocupados con otras prioridades.

El libro es muy equilibrado, la investigación realizada y la cantidad de información brindada son impresionantes porque el autor se basa en textos antiguos de Europa y de Insulindia, las fuentes están bien identificadas con cientos de notas al pie de página al final de cada capítulo, una bibliografía que incluye textos en malayo, javanés y sundanés, textos en lenguas europeas, antologías, catálogos y compilaciones documentales, mapas y dibujos y un cuadro cronológico de soberanos. 

Con un estilo ameno, fácil de leer, frases bien construidas que evitan que el lector se pierda o se confunda, un vocabulario muy rico que incluye palabras malayas, pero que Romain Bertrand siempre explica e incluso proporciona un glosario de palabras en idiomas de aquella parte del mundo para facilitar la tarea al lector. En realidad, es un libro de estudio publicado por el editorial Seuil en 2011, y su tamaño puede ser desalentador: 658 páginas, de ellas 449 de texto.  

No haber leído este libro me hubiera privado de una lectura muy agradable y de aprender sobre un mundo que conocía solo a pinceladas. El escepticismo inicial se disipó rápidamente y, en conclusión, he de decir que este es un libro que vale la pena leer.

Aquí no se trata de comparar la experiencia de los pueblos de la Insulindia y de este continente con la colonización europea, pero si hay algo que es evidente que hay que mencionar: en Insulindia, otras partes de Asia y África, al contrario de América, no hay un corte abismal en su historia por la llegada de los europeos. Y aquí se plantea una importante pregunta: ¿Qué hacer en esta parte del mundo para limar ese tajo, lograr una continuidad de la historia y poder navegar por ella sin interrupciones? 

Exembajador de El Salvador y exrepresentante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).  También fue jurado del premio literario Le Prix des Ambassadeurs en París, Francia.

💡
¿Qué deseas ver ahora?