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El síndrome de dios…

Sócrates decía: La verdadera sabiduría reside en el acto de reconocer la propia ignorancia… el famoso “conócete a ti mismo”, algo muy vigente para evitar el “síndrome de dios”.

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Por Oscar Picardo Joao
Publicado el 17 de abril de 2023


La inexperiencia e ignorancia son dos condiciones recurrentes en el ser humano que suelen tratarse y superarse con práctica y estudio; sin embargo, la arrogancia es otro rasgo humano sobre presunciones exageradas a partir de su propia figura, que podría estar establecida sobre la inexperiencia y la ignorancia; y esto sí es peligroso; y es aquí donde surge un neologismo: “agnorancia”, personas que son ignorantes y simultáneamente arrogantes, algo así como un síndrome de divinidad o superioridad.

Para los griegos existía un concepto particular “Hibris”: desmesura del orgullo, arrogancia o la soberbia; un desprecio temerario y sin control alguno, catalogado como una enfermedad del carácter, un actuar irracional y desequilibrado. Una conducta con fallas morales, o lo que para el cristianismo es el concepto de pecado. Había también una diosa llamada Hibris (o Hybris), la personificación del anterior concepto: insolencia y falta de moderación e instinto. Hibris pasaba la mayor parte del tiempo entre los mortales. Según Higino era hija de Érebo y la Noche o Nicti…

Altanería y exceso de confianza injustificada, son los elementos que caracterizan el “Efecto Dunning Kruger”, un sesgo cognitivo mediante el cual los individuos más incompetentes tienden a sobreestimar sus habilidades a la hora de desempeñar una actividad, función o ejercer un cargo, mientras que los individuos más capaces o competentes tienden a subestimar sus habilidades y capacidades en relación con las de los otros.

Los psicólogos David Dunning y Justin Kruger (1999) realizaron mediciones comparando la autoevaluación con el rendimiento objetivo de ciertos sujetos; llegando a una serie de preocupantes conclusiones:  1) La ignorancia suele generar más seguridad que el conocimiento; 2) los individuos incompetentes tienden a sobrevalorar su propio desempeño; 3) los individuos incompetentes son incapaces de evaluar con precisión el desempeño ajeno; 4) los individuos incompetentes son incapaces de reconocer su pronunciada inexperiencia; 5) los individuos incompetentes tienden a menospreciar las capacidades de otras personas; 6) con entrenamiento, los individuos incompetentes, pueden reconocer su inexperiencia. ¿Les suena…?

El punto de interés investigativo es la correlación entre la percepción subjetiva de una competencia y su prestación objetiva, es decir, como creemos que sabemos o hacemos algo y como lo hacemos realmente. Los estudios de Dunning y Kruger se centraron en pruebas sobre rigor gramatical, el razonamiento lógico y el sentido del humor. Los resultados -por cuartiles de rendimiento- en términos estadísticos y sin revelar la identidad fueron compartidos a los sujetos del estudio y se les preguntó sobre su percepción de rendimiento; los más competentes estimaron bien su rendimiento, los de peores resultados los sobrestimaron, del 12% real al 60% ficticio. Suele suceder… Posteriormente se realizaron otras investigaciones en los campos de percepción de empatía afectiva y cognitiva, memoria espacial, asertividad social, y en otros campos técnicos o profesionales.

El estudio y la experiencia, poco a poco, pueden devolver una confianza realista sobre nuestras capacidades y posibilidades de saber o hacer; es decir, reconocer el desconocimiento, la identificación de factores que escapan a su control y la disposición de seguir aprendiendo. Algo muy socrático: reconocer nuestras limitaciones.

Los individuos afectados por el efecto Dunnig-Kruger suelen tomar decisiones que conducen a nefastas consecuencias para sí mismo o para los demás en el largo plazo. Respecto a esto es importante considerar dos elementos: Planificación y Ejecución. Si logramos distinguir estos dos momentos y se reflexiona sobre las implicaciones en estas fases, es probable que disminuya el efecto.

También será importante considerar el “Relato de doble carga”; la adquisición de una habilidad lleva implícita el aprendizaje entre el buen y mal rendimiento; ¿cómo vamos a mejorar si no sabemos en qué fallamos? En efecto, muchas personas no tienen conciencia de los defectos o limitaciones, y otras personas pueden estar rodeadas por sujetos que constantemente están alabando o reafirmando el quehacer por ciertos intereses jerárquicos. Como suele suceder en los gobiernos.

Si las personas no son conscientes de sus defectos, es posible que apenas tengan motivación para abordar y superar las limitaciones, por lo menos hasta que la propia realidad les devuelva los indicios de su falta de conocimiento o experiencia.

La distancia entre lo percibido y lo real, los puntos de referencia, la impresión introspectiva, la pereza intelectual, la regresión a la media de los valores a considerar o comparar, superconfianza o sobreconfianza, la aleatoriedad de la suerte, la ecología o contexto culturales, serán otros elementos a considerar en el análisis. En el artículo “Divergent consequences of success and failure in Japan and North America” (consecuencias divergentes del éxito y el fracaso en Japón y América del Norte) de Heine, Steven J. Kitayama, Shinobu Lehman, Darrin R. Takata, Toshitake Ide, Eugene Leung, Cecilia Matsumoto, Hisaya (2001) señala que: los japoneses tienden por defecto a subestimar sus actitudes y en adición pueden interpretar el fracaso o la inexperiencia como una oportunidad de mejora. Por esta razón Japón es un país resilente e industrialmente potente.

Finalmente, unos consejos para superar el efecto Dunning Krugger y el síndrome de dios: buscar una evaluación imparcial para medir objetivamente nuestras decisiones, intentar siempre una retroalimentación de pares para detectar debilidades, corregir o administrar disensos, no tomar decisiones trascendentes sin consultar a especialistas.  

El error es parte de nuestro paquete cognitivo, y siempre será una oportunidad para mejorar y crecer; no estamos exentos de fallar, así somos los seres humanos, pero ignorar o subestimar los fallos y además creerse infalible es triste, preocupante y peligroso; y en nuestro medio político y empresarial abundan los que poseen el complejo de genios y padecen el síndrome de dios. No escuchan a nadie, no pueden aprender, no fallan, se creen impolutos y omniscientes.

Sócrates decía: La verdadera sabiduría reside en el acto de reconocer la propia ignorancia… el famoso “conócete a ti mismo”, algo muy vigente para evitar el “síndrome de dios”.

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.

Investigador Educativo/opicardo@asu.edu

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