Duelo migratorio y retorno: la urgencia de políticas con rostro humano
Cada día estamos siendo sorprendidos por un aumento significativo de deportaciones provenientes de Estados Unidos, un fenómeno que no solo afecta a la economía, sino también a la identidad social y emocional de miles de salvadoreños. Muchos de estos retornados han vivido en el país del norte durante más de 10 o 20 años, y su regreso forzado implica no solo un desafío económico, sino también un profundo duelo migratorio. Aunque las soluciones económicas, como los créditos para emprendimiento, son importantes, no se debe pasar por alto el impacto psicológico y las dificultades sociales que enfrentan los deportados.
Los deportados salvadoreños, en su mayoría, han dejado atrás vidas que consideraban estables en Estados Unidos. Muchos llegaron a una edad temprana y formaron familias, hicieron amigos, y se establecieron en una cultura distinta a la de su tierra natal. Su regreso, tras tantos años, a menudo se ve como un regreso a un extraño país. Aunque su origen es El Salvador, sus recuerdos y vivencias están más vinculados a su vida en Estados Unidos que a las comunidades rurales o urbanas del país.
Además, al regresar, se enfrentan a entornos económicos y sociales complejos. El acceso a empleo es limitado, y sus habilidades, adquiridas en un contexto estadounidense, no siempre se alinean con las necesidades del mercado laboral salvadoreño. Esta situación genera un choque cultural, ya que los deportados no solo deben adaptarse a un nuevo contexto económico, sino también reconstruir su identidad en un país que consideran, en muchos casos, ajeno.
El Duelo Migratorio y el Desafío Psicológico
Uno de los mayores desafíos para los retornados es el duelo migratorio, un proceso emocionalmente complejo que muchos enfrentan en silencio. No solo deben lidiar con la pérdida de su estatus migratorio en Estados Unidos, sino también con la pérdida de conexiones emocionales, culturales y familiares que han construido durante años. Este dolor no se soluciona con un crédito para abrir un negocio o con un taller de capacitación laboral. Las políticas de reintegración deben ser multidimensionales, abordando no solo las necesidades económicas, sino también las emocionales y psicológicas.
El riesgo de no reconocer estas realidades es que los retornados pueden sentirse revictimizados, llevando a la desesperación y, en muchos casos, a la idea de volver a migrar. De ahí que los programas de reintegración deben contar con profesionales capacitados en salud mental, psicología y, sobre todo, en el entendimiento del duelo migratorio.
El Papel Crucial de los Gobiernos Locales
Aunque las políticas migratorias nacionales son esenciales, son los gobiernos municipales quienes tienen el contacto directo con las comunidades y, por ende, son los más capacitados para gestionar la inclusión de los retornados. En El Salvador, muchas de las comunidades de donde provienen estos migrantes son pobres y rurales, lo que significa que los retornados a menudo regresan a entornos limitados en términos de infraestructura, oportunidades de empleo y servicios públicos.
Los líderes locales tienen la responsabilidad de facilitar la integración de estos deportados, promoviendo redes de apoyo comunitarias y desarrollando iniciativas de emprendimiento inclusivas que involucren tanto a los retornados como a los residentes locales. Crear espacios de encuentro donde se pueda discutir sobre las experiencias migratorias y las dificultades de la reintegración puede ser fundamental para la cohesión social y el fortalecimiento de la comunidad.
Aprovechar la Experiencia Laboral
Los deportados no regresan con las manos vacías. La experiencia laboral que traen consigo, especialmente en sectores como la construcción, servicios y tecnologías, es valiosa para las comunidades que, en su mayoría, enfrentan altas tasas de desempleo. Es esencial que las políticas gubernamentales reconozcan y utilicen esta experiencia laboral para el beneficio de las comunidades locales.
Si los gobiernos locales, en colaboración con organizaciones internacionales y el sector privado, facilitan programas de capacitación y proyectos productivos, los retornados pueden contribuir de manera significativa al desarrollo local. Esta aportación laboral es una oportunidad para fortalecer la economía local y reducir la migración irregular.
Y entonces
El retorno forzado es un proceso complejo que no puede abordarse únicamente con medidas económicas. Las políticas migratorias en El Salvador deben ser integrales, considerando no solo la recuperación económica, sino también el apoyo psicológico y social. Los gobiernos locales, con su cercanía a las comunidades, tienen un papel fundamental en la creación de un entorno inclusivo que permita a los deportados reintegrarse con éxito en sus países de origen.
Director Asociación Agenda Migrante El Salvador

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